Capítulo 7

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El sol ya se había ocultado cuando regreso a casa, en todo el trayecto no pude dejar de pensar en lo que pasó con Hunter y ese estúpido juego. Tal vez no debí irme de ese modo, pero tenía miedo de que mis sospechas fuesen ciertas, que aquella conexión que jure tener con él fuese un malentendido mezclado con idealismo; aunque yo vi el deseo en sus ojos, por qué se detuvo. Sin embargo, si no lo hubiese hecho, seguramente habríamos acabado en su sofá.

Fue lo mejor.

Mi problema son las emociones que me provoca, lo que siento cuando lo tengo cerca, lo nerviosa que me pongo cuando me mira, lo feliz que me hace con sólo hablar con él, escucharlo y que me escuche. Estoy tan perdida en mis pensamientos que en el momento que entro a casa, siento una extraña vibra de alguien observándome, de forma veloz volteo para toparme con Marlene, Anthon y Claudette delante de mí, mirándome como a una extraña, aunque yo soy la más sorprendida de los cuatro.

—¿Qué están haciendo aquí? —pregunto, abalanzándome hacia ellos para estrecharlos en un cariñoso abrazo—. Creí que volverían hasta mañana.

—Te queríamos sorprender —responde Clau—. Aunque te hemos esperado por horas, ¿dónde estabas?

—¿Y por qué traes esa cara? —cuestiona Anthon, pasando su brazo sobre mis hombros.

—Yo... fui a comer y después he... paseado por ahí. —Balbuceo omitiendo detalles de mi día con Hunter—. ¿Cómo estuvieron sus vacaciones?

Pregunto con la única intención de desviar su atención de mí; en un instante, los chicos comienzan a relatarme su estadía en Villatrón, como supuse lo harían y así evitar ser interrogada. Nos alojamos en la sala de estar, cada uno adueñándose de un sillón sólo para ponernos al día; aunque, claro que yo omití todo lo relacionado con Hunter, ya que no puedo hablar de él cuando ni yo misma sé lo que está pasando. De nuevo, la casa vuelve a sentirse un hogar con su compañía.

El domingo por la tarde, luego de volver del trabajo, estuve en mi habitación ordenando mis cosas para ir a clases al día siguiente. Ensimismada en mis tareas, oigo a la lejos el timbre de la casa, por un momento imagino que es Hunter en la puerta buscándome, pero sé que eso es imposible ya que él no volvió a hablarme o mensajearme y es que con el trato terminado, ¿por qué debería?

—Creo que te buscan —dice Marlene entrando a mi cuarto sin tocar.

—¿Qué?

—En la puerta.

Salgo casi corriendo de mi habitación, bajando las escaleras de dos en dos para ver a la persona de la que habla Marlene. Una vez cerca de la entrada, escucho el murmullo de voces, una de ellas es la de Anthon, actuando en modo padre sobreprotector como siempre lo hace cuando quiere cuidarnos. Tengo que concentrarme para poder entender la conversación que se lleva a cabo a sólo unos metros de distancia.

—Déjame ver si entendí bien, dices que acabas de conocerla, pero que ya son ¿amigos? —cuestiona Anthon.

—Es complicado —dice la otra persona y no puedo evitar que mi corazón se avivé en el momento que reconozco su voz—. ¿Podrías decirle que estoy aquí?

Anthon no responde a su petición, supongo que piensa en sí debería decirme o no, por lo que decido salir de mi escondite para afrontar la realidad y encarar a los dos chicos de afuera.

—¿Anthon? ¿Con quién hablas? —pregunto, luciendo como si no supiera que estaba pasando ahí.

—Shell, la persona de aquí quiere hablar contigo, ¿le conoces? —me interroga Anthon, por lo que yo asiento con la cabeza, mirando por primera vez a Hunter desde que salí; él luce cansado y mohíno.

Escaleras a la Luna (PAUSADA POR EL MOMENTO)Where stories live. Discover now