Capítulo 10

95 12 14
                                    

Puede que Hunter no lo admitiera jamás, pero yo sé que está nervioso y lo sé porque puedo sentir los latidos de su corazón por sobre nuestras manos unidas, incluso por un momento llegue a creer que eran los míos; pero henos aquí, delante de la puerta color caoba que se va abriendo con lentitud, para presentar a un hombre de mediana edad, cabello corto color negro, nariz puntiaguda, de complexión delgada aunque con barriga, a quien yo acostumbro a decirle papá.

—¡Shelby! Oh mi niña, estás en casa —pronuncia mi padre emocionado, rodeándome con fuerza y obligándome no intencionalmente de soltar a Hunter para corresponder a su abrazo.

Cierro mis ojos sintiéndome confortable en sus brazos, hacía tiempo que no le veía y aunque hablamos muy seguido, no es lo mismo no tenerle cerca, no recibir sus mimos, ver su sonrisa, escuchar sus palabras de aliento, animarme cuando estoy deprimida o prepararme una bebida caliente en mis días más sanguinarios.

—Te eche de menos papá —susurro entre su pecho.

—Y yo a ti mi niña. Me hace muy feliz tenerte de nuevo en casa —dice rompiendo nuestro lazo, para después enfocar su mirada en el hombre a mi lado que observa enternecedor la escena frente a él. Es entonces que reúno todo el valor que había guardado para este momento.

—Papá, quiero presentarte a Hunter Braxton, él es mi... novio —prefiero lentamente al final, midiendo su reacción y corroborando de que efectivamente no va a saltarle en la yugular como todo oso gruñón que quiere proteger a su hija—. Hunter, él es mi padre Braulio Miller.

—Es un gusto conocerlo señor Miller —expresa Hunter con seriedad, extendiendo su mano al frente, la cual es estrechada firmemente por mi padre.

—¿De dónde eres Hunter? —pregunta el hombre mayor con mirada penetrante.

—Yo nací aquí señor, en Villatrón. —Responde Hunter, haciendo que de pronto el semblante serio de papá cambie en tan sólo un instante—. Pero, ahora mismo estoy laborando en Brisnov.

—Interesante —murmura mi padre pensativo y aunque quise descifrar sus intenciones, no lo logré.

—Braulio, ¿quién tocó la puerta? —cuestiona la melodiosa voz de la mujer que me dio la vida; ella se acerca a nosotros con pasos presurosos—. ¿Shelby?

—Hola mamá —saludo a la mujer de sonrisa amable, cabello castaño claro y ojos color verde oscuro que nunca me heredo.

—Pero ¿qué estás haciendo aquí? Creí que llegarías más tarde —pregunta mi madre perpleja por la conmoción de verme otra vez.

—Quería sorprenderlos —digo.

—Y vaya que sí lo has hecho —menciona papá, aunque creo que se refiere más a que no he venido sola.

—Ven aquí, mi princesa —me llama mi madre, abriéndome sus brazos para que vaya hacia ella y lo hago. Es ahora que me siento en casa, con su calor maternal, sus caricias en mi largo cabello, además de su amor incondicional—. Por cierto mamá, quiero que conozcas a...

—Hunter. —Termina diciendo ella cuando nos separamos—. Shelby me ha hablado mucho de ti —menciona sonriendo, para después estrecharlo entre sus brazos.

—Espero que cosas buenas —bromea Hunter sonriente.

—Por supuesto. Shelby no para de contarme cosas de ustedes, aunque nunca me dijo cómo se conocieron.

¡Mierda!

Había pasado un tiempo desde la última vez que alguien nos preguntó eso, seguramente cualquier pareja podría responder sin problemas cómo fue que se conocieron o el día en que floreció su amor, pero no nosotros. Nuestra historia se retorna a unas tontas fotografías en lencería, enviadas por estupidez al número de Hunter.

Escaleras a la Luna (PAUSADA POR EL MOMENTO)Where stories live. Discover now