Capítulo 1

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Después de un año viviendo en aquella apacible aldea se acostumbró al silencio, fue una ardua batalla debido a que él estaba acostumbrado al ruido y bullicio del centro de la ciudad. Fue un cambio drástico y anímicamente le afectó, incluso ahora había momentos en los que sentía que ese inmenso silencio lo consumía.

El silencio era su peor enemigo, porque lo hacía volver al pasado. Un pasado del que quería huir, pero no podía, por ser lo que era estaba maldito y, por lo tanto, debía sufrir por el resto de su longeva vida. El chico suspiró cansadamente intentando hacer esos pensamientos desaparecer, podía sentir su cuerpo empezar a temblar sufriendo las consecuencias de su torturada mente.

Fue entonces que la campanita de la puerta resonó en el local, llamando su atención, el castaño que se encontraba detrás del mostrador preparando unos pasteles, alzó la vista para ver quien era el cliente y cuando sus ojos se posaron sobre el chico de mejillas regordetas su cara se iluminó y dejó lo que estaba haciendo para ir a saludar a su amigo que se había ido hace meses.

Finalmente, Minho sentía que era sacado de ese agujero negro, en el cual él solía encerrarse. Su cuerpo empezó a relajarse al ver a su amigo, alzó la mano cubierta en harina y le saludó mientras en sus labios se esbozó una hermosa sonrisa que tenía enamorados a todos los aldeanos.

"Jisunggie" el castaño exclamó contento antes de saltar sobre su amigo y envolverlo en un fuerte abrazo "Te he echado tanto de menos" estaba siendo sincero, Minho se había sentido completamente solo estos meses atrás que el menor no estaba.
El menor río ante la efusividad de su amigo e intentó devolver el abrazo, pero lo estaba sofocando "Min-hyung, no puedo respirar" dijo medio en broma, pero no para apartar al mayor o romper el abrazo.
Minho dejó sus brazos relajarse alrededor del menor y darle espacio para respirar, mostrando una tímida sonrisa "Lo siento, hacía mucho tiempo que no te veía" el mayor entonces se apartó para poder observar al menor de arriba a abajo y comprobar que estaba bien y no tenía ninguna herida.
"No te preocupes, no me iré en un largo tiempo" cuando vio la duda reflejada en aquellos ojos color caramelo, simplemente sonrió ampliamente y le pellizcó la mejilla al mayor "Lo prometo" siempre le prometía que volvería de una pieza y hasta entonces no había roto su palabra, por eso sabía que podía confiar en su palabra.

Minho arrastró a su amigo hasta un taburete enfrente del mostrador, así le podría preparar su café favorito y darle algún pastel para comer, y así hablar y disfrutar de la compañía del otro. Minho jamás lo diría en voz alta, pero era una criatura que odiaba la soledad, siempre deseaba tener el calor de alguien, pero eso no era secreto para Jisung. Ya que desde que se conocieron aprendió a ver cómo los ojos color caramelo de Minho perdían brillo y se reflejaba una profunda tristeza cuando él se iba alguna caza.

Jisung aunque era más joven que él, era realmente maduro para su edad, quizás era debido al estilo de vida que llevaba. Después de todo había visto cosas que la gente normal no hacía y eso lo obligó a madurar antes.

Debido a su trabajo de cazador el comienzo de su relación había sido uno arduo, ya que Minho era un mestizo con sangre de vampiro en sus venas y eso hizo que la tensión entre ellos fuera elevada, pero todo cambió cuando Jisung habló con la encantadora abuela de Minho y le contó la historia del joven vampiro.

Toda la aldea sabía sobre la verdadera naturaleza de Minho y lo protegían de los cazadores que eran de fuera de la aldea, esto lo hicieron debido a que adoraban a su abuela y le prometieron cuidar de su único nieto.

Jisung se quedó mirando la espalda de su amigo, mientras éste preparaba su café, ahora que estaba en silencio observando al dulce chico tararear alegremente sintió como un peso le caía encima. No podía dejar de pensar en la verdadera razón por la cual había vuelta a la aldea y debía quedarse, en algún momento debía decírselo a Minho pero temía asustarle, así que simplemente no dijo nada por el momento.

Lo cual fue un terrible error, porque a diferencia de otras criaturas Minho jamás aprendió a distinguir a los humanos del resto, y por eso para él todos eran humanos, la cual cosa era peligrosa ya que el vampiro solía confiar ciegamente en cualquiera humano. Aún teniendo las malas experiencias del pasado Minho no conseguía ver maldad en la gente.

Después de beber su café en un agradable silencio el más bajito decidió que ya era bastante tarde y debía volver a casa. Beso la mejilla del mayor con cariño causando que éste se ruborizara y lo empujara fuera de la tienda para cerrar la puerta. Aunque el mayor deseaba más que nadie ese tipo de gestos afectivos hacia su persona, nunca supo cómo responder a ellos y lo ponían nervioso.

Ahora Minho centraba sus cansados ojos en su pequeña tienda y mentalmente se daba fuerzas para ponerse a limpiar y organizar. Normalmente no tardaba mucho en dejarlo todo listo para la mañana siguiente, pero después de ver a Jisung de vuelta sentía como si toda la tensión de su cuerpo se desvaneciera y se apagará, pero tenía que limpiar el lugar, así que empezó sin más.

Mientras estaba organizando las mesas escuchó un gran ruido provenir de la parte trasera del local, donde estaban los cubos de basura. Minho sabía que vivía cerca del bosque y a veces jabalíes salvajes se habían acercado para comer, así que simplemente lo ignoro y continuo. Pero entonces se escuchó algo golpeando contra la puerta trasera de tal manera que pensó que la partirían, simplemente se quedó paralizado ante tal estruendo.

Se acercó a la puerta y se quedó de pie mirándola fijamente, se preguntaba si debería abrirla o no. Otro golpe más se escuchó, esta vez aún más fuerte que el anterior y entonces todo quedó en silencio, siendo honestos eso lo estaba asustando.

Minho trago saliva y con todo el valor que consiguió reunir decidió que debía abrir la puerta y comprobar que todo estaba en orden fuera.

Una vez abrió la puerta sus ojos se ajustaron a la completa oscuridad y miró alrededor hasta que vio algo asomar detrás de uno de los cubos, se acercó temeroso de lo que podría encontrar y cuando por fin llegó casi grita asustado por lo que vio allí.

Minho se encontró un chico rubio que se sostenía el estómago, donde tenía una gran herida por la cual no dejaba de salir sangre "¡Oh, dios mío!" exclamó sorprendido cuando vio toda la sangre, el chico le gruñó de dolor y sujetó más fuerte la herida "No te preocupes, te ayudaré" dijo con un tono suave, mientras se acercaba al otro, pero paró en seco cuando lo fulminó con la mirada y le enseñó unos colmillos muy afilados, como si fuera un perro rabioso "Solo quiero ayudar" el chico solo suspiro pesadamente y cerró los ojos intentando aguantar el dolor.

Cuando finalmente proceso lo que estaba pasando fue como si su cerebro hiciera click y volvió a ser aquel cirujano que solía salvar incontables vidas. Pasó su brazo por debajo de los del chico herido para ayudarlo a ponerse de pie, el chico simplemente le dejo hacer y Minho lo arrastró como pudo hacia el interior.

Posicionó al más alto en el suelo y empezó a cortar la camisa para tener una mejor visibilidad de la herida, pero cuando vio la gran cantidad que emanaba de ésta se quedó paralizado. Sintió sus colmillos crecer y picar por probar algo de esa sangre, solía mantenerse con el mínimo para sobrevivir y esto era como un festín, sus manos temblaron pero afortunadamente fue despertado por la profundo voz del chico herido.

"Duele" era un mero murmullo pero fue suficiente para mantener la concentración de Minho en la herida del chico y no en el tipo de monstruo que era.
"¿Qué ha pasado?" preguntó mientras limpia la herida con delicadeza, lo último que deseaba era infligir más dolor en el chico.
"Me dispararon" la voz fue calmada cuando respondió, aquello sorprendió a Minho.

El chico seguramente hubiera muerto desangrado y solo entre basura si Minho no lo hubiera encontrado, ¿qué tipo de monstruo podía hacerle eso a otra persona? Sentía su sangre arder en rabia ante tal pensamiento, a veces odiaba a los humanos, porque se creían que tenían el derecho de decidir cuando alguien vivía o no.

Mordió su labio inferior con fuerza y no dijo nada, abrió la herida un poco más para poder extraer la bala, cuando la sacó vio que era una bala plateada, lo cual le pareció extraño porque ese tipo de munición solo la usaban los cazadores.
 
El chico gruñó de dolor "Gracias" y Minho pronto dejó la bala para empezar a coser la herida.
"No hace falta que me agradezcas, me gusta ayudar cuando puedo" sonrío dulcemente al extraño y entonces lo ayudó a volver a levantarse "Te quedarás en una de las habitaciones que tengo vacías, porque todavía tengo que vigilar esa herida" explicó mientras lo ayudaba a caminar hacías las escaleras.
"No hace fal—" el más alto apenas pudo acabar de hablar.
Minho lo sujeto firmemente de la cintura del pantalón "Los pacientes deben escuchar a su doctor" y simplemente lo llevó hacia una de las habitaciones.

LavenderWhere stories live. Discover now