Capítulo 7

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Para desgracia del pobre vampiro cada vez que salía de la pastelería, ya fuera porque iba a comprar alimentos o porque salía a pasear con Jisung para disfrutar de su compañía y porque éste lo obligaba a descansar de vez en cuando, siempre lo veía de lejos con aquel semblante fuerte y estoico.

Minho no sabía qué hacer y aunque sabía que era patético por su parte no podía evitar que sus ojos se fueran detrás del rubio y observarán con calma cada movimiento, o como hablaba con otros aldeanos o como estaba rodeado con gente que jamás había visto, y le dolía que el rubio ignorara su existencia.

Pero lo que realmente le rompía en dos era cuando veía al rubio con aquel chico tan guapo, siempre al lado del otro con una sonrisa de afecto en sus rostros, como si estar juntos simplemente les hiciera feliz, y cada vez que Minho veía eso no podía detener sus pensamientos de volver a aquella noche y comparar la expresión que le dió Chris a la que le ofrecía al modelo. Y podía asegurar que eso que dicen que las comparaciones duelen era cierto.

Porque no había nada que le doliera más que la indiferencia del mayor hacia él, ver como éste apartaba la mirada con rapidez cuando sus miradas se cruzaban, como le giraba la cara si pasaban el uno al lado del otro, como hacía todo lo posible para negar que Minho era real.

Así que decidió que lo mejor era empezar a ignorar que lo conoció alguna vez y empezar a centrarse en algo que realmente lo hacía feliz, su pastelería. Siempre había sido un escape de su nefasta realidad, un sitio donde él realmente se sentía seguro, porque sabía que él era el dueño del lugar y, por lo tanto, no le podrían excluir por ser diferente. Era su hogar.

Aunque puede que a muchos aldeanos les pareciera triste que Minho se recluyerá en la pequeña pasteleria y que no saliera más, era lo que realmente le traía paz y además así podía evitar tener que encontrarse con el rubio y volver a sentir aquel vacío en su pecho que parecía lo iba consumiendo poco a poco.

Empezó ha hacer lo que realmente le hacía feliz, y eso era hacer nuevas recetas que volvieran locos a los aldeanos, la cocina para él había sido un lugar donde expresar lo que sentía, debido a que desde pequeño siempre le dijeron que debía esconder quién era realmente, acabo escondiendo todo, incluso sus emociones.

Embotellar emociones jamás ha sido algo bueno para nadie, siempre acaban estallando por algún lado y, por ello, su abuela que nunca quiso forzarlo a hablar sobre cómo se sentía se lo llevó un día a la cocina y empezaron a hacer postres.

Al principio al tener su mente centrada en esa tarea, sus pensamientos más oscuros se disipaban y se relajaba, con el tiempo empezó a encontrar qué hacer postres junto a su abuela era algo realmente divertido, le ayudaron a expresarse de otra manera dejando salir todo lo negativo que sentía.

Por ello cuando todo su vida se vió envuelta en aquel caos que casi acaba con él, decidió irse a vivir con su abuela y abrir una pequeña pastelería, la cual solo abrió para dejar salir todo aquel miedo y odio que sentía, su angustia se disipó, y aunque ayudó bastante, algunas de las pesadillas todavía le perseguían.

Minho creyó que si se volvía a centrar en su querida pastelería no pensaría en el rubio, ni en lo que éste pensaba de él. Y lo intentaba intensamente, se pasaba horas haciendo pasteles, galletas y madalenas de todos los colores y tamaños, y mientras estaba ahí podía sentir algo de alivio, pero no era suficiente cuando seguía viendo al rubio día tras día. Era una pesadilla.

Mientras estaba con toda su mente centrada en la pastelería fue sorprendido por la rutinaria visita del modelo, el cual había entrado tímidamente el primer día con Jisung, ese día después de ver los pasteles que habían allí había prometido que probaría toda la existencia de la pastelería.

LavenderWhere stories live. Discover now