01: Los deseos en estrellas fugaces.

276 36 3
                                    


Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.


Para un niño pequeño es tan difícil estar solo, desolado. Desear un cómplice con quien emprender aventuras, un amigo con quien explorar el bosque, alguien con quien jugar a todas horas.

Doyoung no sabía qué mas hacer, con todas sus fuerzas anhelaba que la soledad dejara de ser su única compañera.

Por lo tanto esa noche, como todas las otras, miró fijamente a través de su ventana el cielo oscuro inundado de estrellas, con una esperanzada sonrisa ya que el clima le favorecía y no había ni una nube a la vista, dándole un panorama perfecto de la infinidad de las alturas. Ese era su ritual antes de ir a dormir, porque su madre lo había convencido de que las estrellas fugaces cumplían los deseos de pequeños que se portaban bien y llevaban a cabo los deberes y su padre, se lo confirmaba mientras le revolvía el cabello siempre, justo antes de irse a trabajar. El corazón puro de un niño es tan fácil de convencer, se aferran a la idea, la moldean y la vuelven una meta, sin embargo, el pequeño jamás ha logrado ver una estrella fugaz.

Aunque, justo después de que el sol desapareciera en ese día de invierno, Doyoung había desobedecido a su madre y se desveló a escondidas. A pesar de que vivían desolados de la civilización en una pequeña cabaña tradicional, en una zona boscosa, el cielo pareciera hacerle malas bromas ya que jamás le regaló al pequeño, un lucero en descenso. Con tan solo doce años, Doyoung pedía a cada estrella, cada planeta y galaxia el ya no estar tan solo, prometía portarse bien siempre, proteger a su familia y estudiar arduamente, sin importar que ya era un chico excelente.

Se pasó la mano por los ojos agotados por obligarse a mantenerse despierto, ya casi se rendía por la costumbre de ser arropado por su madre justo a las nueve de la noche, dándole conclusión al día. Luchaba contra su reloj biológico, programado para descansar temprano, hasta que algo extrañamente luminoso fuera de lo normal, estalló sobre su casa. Por los colores escarlatas y naranjas que arrasaron en el aire, el chico abrió los ojos incrédulo y se escabulló rápidamente para salir sin ser descubierto y así lograr ver mejor. Lo que fuera, empezó a descender rápidamente hacia la tierra, dejando una estela azul a su paso. Sin pensar en las consecuencias o los peligros que implicarían el perseguir un objeto desconocido, el niño en un abrir y cerrar de ojos se abrigó, se colocó los zapatos y corrió lo más rápido que pudo, atravesando los pinos extravagantemente altos, sin perder de vista el camino luminoso provocado por el objeto misterioso.

La explosión por la colisión fue silenciosa pero devastadora, aunque lo suficientemente lejos del niño para no hacerle mayor daño, más que un empujón repentino que le proporcionó un golpecito en la espalda baja para luego dejarlo en el suelo, todo obra de la potente energía que desprendió aquella caída libre. Doyoung ignoró lo asustado que estaba y fue impulsado por el poder de la curiosidad, algo diferente pasaba en su vida y no perdería esta oportunidad única. Su respiración se tornó acelerada y le temblaban las manos, ya no había vuelta atrás. Logró dar con el lugar de impacto, todo lucía en una devastadora escena de destrucción, los árboles caídos sin algún orden, escombros distribuidos pero a pocos metros y justo en el medio de ese desastre, el niño agudizando su vista, notó lo que parecía ser una roca de tamaño mediano. Se imaginó algo con proporciones mayores, ya que este, había dejado un cráter bastante profundo y aún permanecían algunas dóciles llamas a los alrededores. 

El pequeño nunca había visto algo similar, ni en los miles de libros que había leído sobre astrología, desastres naturales o hasta seres de otro mundo. Se encontraba en un estado de shock mezclado con admiración, su rostro asombrado y su boca bien abierta lo delataban, estaba emocionado y el susto había disminuido considerablemente. Por unos segundos pensó en ir por su padre: un hombre fuerte y aun bastante joven, capaz de protegerlo sin duda, pero esta era una aventura, su aventura. Así que respiró hondo y se dio ánimos mientras caminó cautelosamente, esquivando los escombros. Ya a pocos pasos de distancia pudo observar mejor: un ovalo rocoso de color entre negro carbón y rojo, humeante y brillante. El chico moría de ganas de saber qué era realmente, aunque se limitó a sentarse cruzando sus piernas para observar si reaccionaba de alguna manera. Si solo era una roca no tendría cambios y sin duda Doyoung quería que eso fuese algo más.


Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.


Pasaron varios minutos y un joven luchaba para mantenerse despierto a pesar que su pestañear se volvió más repetitivo. "Debe pasar algo", pensaba desesperado.

Un crujido proveniente del objeto extraño, luego otro ruido inquietante y Doyoung no se movía de su lugar por la impresión. Tal como un cascaron, la roca se partió en dos haciendo salir una densa nube de vapor. Ninguna palabra podría describir lo que el chico estaba mirando con estupor y una ráfaga de recuerdos provenientes de textos de sus libros inundaron su mente: alas, púas, escamas, una larga cola, ojos de reptil. Todo apuntaba a una sola criatura, aquella que había investigado después de leer su primer historia sobre ello, dado que le pareció fascinante y no cabía en él la idea de tener uno real frente a frente, ¿estaría soñando? ¿Perdió la cordura? Para asegurarse se pellizcó el brazo y no, todo era sumamente real.

No le importó mantener distancias, por ello consiguió apreciar a detalle el ser: verde esmeralda con los ojos más penetrantes en la faz de la tierra, de diferentes tonos verdosos y azules, con una pupila fina como una daga rodeada de un iris amarillento. A pesar de verse feroz, su tamaño lo delataba dándole un aire dócil y Doyoung se atrevió a deducir que aquello parecía temeroso, con miedo a todo. Sus miradas se cruzaron, con una inesperada conexión por tener sentimientos encontrados muy similares, luego Doyoung sabía algo que no podría explicar a ciencia cierta, después de todo, era un niño la cual el impulso resulta ser mayor que la lógica. Ciertamente, el chico se estaba arriesgando pero cada parte de él sabía lo que debía hacer:

—Cuidaré de ti, bebé dragón. 


Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
From a shooting star ᵈᵒʷᵒᵒWhere stories live. Discover now