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—Espero que me entiendas, pero necesito que te quedes aquí escondido, es por tu bien. Luego te traeré comida.
Doyoung le susurraba a la pequeña criatura, la que descaradamente había tomado la noche anterior, entre forcejeos y palabras, al fin consiguió que esta, confiara en él. Afortunadamente encajaba a la perfección entre sus brazos y no pesaba más que un par de maderas, las cuales estaba acostumbrado a cargar para su chimenea. Por lo tanto, no se le dificultó llevarlo hasta su casa y una vez en el cuarto, lo resguardó en una caja de cartón dentro de un armario y así la criatura quedó dormida más rápido de lo que Doyoung había imaginado. La primera vez que se encontró con el reptil, su piel lucía un verde esmeralda brilloso e intenso pero una vez recostado y suspirando lentamente, este color se transformó en un ligero tono arena, mucho más sencillo que el poderoso esmeralda.
Pero las verdaderas complicaciones, iniciarían por la mañana, el chico tenía una vida y deberes que cumplir y no era muy factible decirle a su familia que se había encontrado con un dragón y lo mantendría en casa para cuidar de él. Este sería su secreto y debía lograrlo a toda costa.
Fue muy complicado dormir, por los nervios e incertidumbre de tener un ser descrito como peligroso y letal, pero el niño no pudo evitar contener la sonrisa en su rostro y después de varios intentos, logró conciliar el sueño.
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—Por favor, pórtate bien —. Fue lo último que le dijo y cerró su cuarto con llave. Se dirigió a la cocina y se encontró con sus padres ya desayunando con expresiones serias. El niño tuvo la impresión de que iba a ser regañado, ¿lo habían descubierto? ¿Hizo demasiado ruido? Intentó no hacer contacto visual mientras sacaba del refrigerador una caja de leche para su cereal.
—Hijo... — La señora, interrumpió el silencio y Doyoung dio un salto por lo inesperado que fue eso, listo para ser reprendido por sus actos —. He recibido una carta. Al parecer tu abuela está muy enferma y me pidieron ir a cuidarla. También debo hacerme cargo de los papeleos del hospital—. Doyoung respiró hondo, fue un mal momento para sentir alivio, ya que percibió el desanimo en la voz de su madre. Aún tratando de mantenerse firme, ella continuó — tendré que irme y no sé por cuánto tiempo. Tu padre trabajará todo el día como siempre. Lamento dejarte solo—
