05: unión

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A penas las cinco de la mañana, Doyoung no se vio interesado en ser regañado por su padre si descubría que se había escabullido y huido de casa. Tenía la esperanza de que se fuera al trabajo sin que se percatara de su ausencia, si no, debería inventarse una muy buena escusa para no exponer el hecho de que tiene un amigo dragón la cual escondió en una cueva cercana porque el tamaño ya era demasiado exagerado para mantenerlo en casa, todo eso no parecía muy viable.

Ni siquiera quiso perder el tiempo en agarrar algo para desayunar, rápidamente se vistió y se puso en la espalda la misma mochila del día anterior, con los libros, lo más importante en ese momento. 

Estaría mintiendo si Doyoung negara que aun moría de sueño y la briza mañanera le estaba dando mucho frío pero al chico no le importaba, necesitaba cerciorarse de que Jungwoo estuviera bien, aun cargaba con la culpa de haberlo dejado solo. Había imaginado que tal vez se escaparía y lo capturaran, o que se enfermara y eso sería complicado ya que no sabía cómo curar un dragón. Pasaban tantas cosas por la cabeza del pobre Doyoung, que ni siquiera se dio cuenta de lo rápido que llegó al lugar donde residía el dragón.

 —¿Jungwoo? Estoy de vuelta— cauteloso, el niño se adentró al oscuro lugar, la humedad hizo que las paredes rocosas se sintieran ligeramente escuálidas pero por suerte, el frío, comparado con el del exterior era mucho menor. Pero creció preocupación en Doyoung al no notar al reptil, era imposible perderlo por más que la cueva fuese profunda, Jungwoo tenía ya un tamaño considerable. Aun así el chico siguió investigando hasta tal punto la cual no llegaran los rayos de luz y se tornara difícil el mirar. 

Un sollozo hizo que Doyoung acelerara el paso, sin importar que pudiera tropezarse con algo y lastimarse, porque había escuchado la voz de un ser humano y sabía a la perfección de quién se trataba. 

—¿Qué sucedió?— logró dar con el paradero de su transformado amigo y le tocó el hombro, al contacto el otro se alejó, probablemente por miedo. Doyoung no podía ver, así que no sabía qué pasaba realmente, solo oía llorar a Jungwoo  —. Soy yo, soy Doyoung, tranquilo.

—Tengo miedo y frío— Jungwoo balbuceaba sin parar de lamentarse.

—Tu ropa, ¿dónde quedó?

—No sé ponerme eso— Jungwoo se oía frustrado —,está allá—. Doyoung tuvo que adivinar la ubicación de las prendas pero no perdió el tiempo, dio con ellas y se las puso en seguida a Jungwoo y seguidamente lo sacó de la cueva. Jungwoo una vez fuera, apenas vio el rostro de su amigo, se lanzó a su encuentro y Doyoung sospechó que él no estaba consciente del acto afectivo llamado "abrazo" pero sí necesitaba ser consolado, así que lo envolvió.

A la luz del sol, con los rayos cálidos incorporándose en ambos cuerpos, Doyoung le hacía mimos a Jungwoo para que se tranquilizara: caricias en el cabello, toques en su nariz, hasta algunas cosquillas en el estómago, todo para alejar el susto que Jungwoo se había llevado durante el tiempo donde cambió de forma y no supo qué hacer.

From a shooting star ᵈᵒʷᵒᵒWhere stories live. Discover now