08: Abrazo

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La respiración acelerada alarmaría a cualquiera y más el sudor frío que corría por el rostro del chico. Parecía que estaba durmiendo pero, estaba más consciente de la realidad que sumergido en el mundo de los sueños, por lo que percibía ligeramente lo que sucedía en su entorno sin tener que estar cien por ciento despierto y eso le impedía descansar como era debido. 

Algunos ruidos provenientes del fondo de su cuarto, alguien o algo chocando con objetos, llamaron aun más la atención del chico, que se esforzó bastante en romper el encantamiento que lo mantenía semidormido.

Abrió los ojos con dificultad y percibió que el sol aun no se asomaba, se fijó en que quedó dormido con ropa puesta en vez de su cómodo pijama y la cabeza era un manojo exasperarte de dolor. Aunque aún no descifraba bien sus alrededores, la vista empañada por culpa de las miles de lágrimas que había derramado también le hincharon el rostro.

Un tanto desesperado por no poder confiar del todo en su sentido de la vista, se sentó para tratar de componerse. Aunque se sobresaltó demás al recibir un toque en la frente, ese contacto raro y frío pero reconfortante, con la suavidad de una piel que no le era muy familiar.

 —No— Doyoung escuchó difícilmente—, quédate en la cama.

La voz trémula, la combinación extraña de palabras bien usadas pero colocadas incorrectamente solo apuntaba a alguien.

—¿Jungwoo?— preguntó para confirmar sus sospechas, porque no confiaba del todo, puede que fuese una mala jugada de un sueño y su subconsciente presionándolo para que tuviera algún tipo de alucinación.

 —Caliente— otro toque en el rostro de Doyoung, proveniente de la misma persona—, caliente por todas partes—

Doyoung ya estaba entrando en exasperación por no comprender lo que ocurría y que percibiera la voz lejana de Jungwoo y el casi congelado toque de lo que supuso, eran sus manos. Las palabras provenientes del otro lo dejaban pensando, tenía razón, había demasiado calor a los alrededores o a caso era él mismo desprendiendo tal temperatura. 

No supo qué más hacer y el niño derramó unas cuantas lágrimas, de ansiedad y también de dolor, porque su cuerpo se sentía exhausto y enfermo. 

—Jungwoo, no me dejes— sollozaba, no tanto como el día anterior pero sí, en momentos de ese tipo, revelaba su verdadera edad. Tan pequeño y sensible  —. Perdóname, perdóname— repetía tembloroso y entre cortado por culpa del llanto.

 —No me voy.

—No te vayas— Doyoung no sabía si le hablaba al aire y solo fantaseaba pero poco le importó, necesitaba liberarse de esa pesadez que lo iba ahogando—. Te necesito conmigo por siempre. Eres mi único amigo...— respiraba con dificultad y las palabras salían sin importar si tenían sentido o no.

From a shooting star ᵈᵒʷᵒᵒOù les histoires vivent. Découvrez maintenant