Guerra de almohadas

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Bobby Santiago dormía profundamente en la cama, toda la familia lo hacia. No había ningún ruido hasta que el celular del joven comenzó a vibrar y eso lo despertó. Solo miró de reojo y de despertó del todo cuando su novia Lori Loud lo estaba llamando.

-Hola amor.

-Hola Bobby bubu osito. ¿Que hacías?

-Emmm... Durmiendo ¿Y tú?

-Estoy en Londres ahora con mis hermanas, Luna está como loca aquí. Fotografió como cinco mil veces el camino donde ese grupo cruzó la calle.

-Eso es genial pero ¿Porque me llamaste?

-Lincoln quedó a cargo de la casa y seguro manipuló a Leni para hacer algo. Te agradecería si fueras a verlo cuando puedas.

-Si bebe no te preocupes, iré cuando pueda. Te amo.

-También te amo osito. Chaooo.

.

La resaca del domingo era la pesadilla de todos, limpiar y ordenar mientras el cuerpo pide la cama. Lincoln despertó lentamente y sintió un papel en su frente. La letra era de Clyde, diciendo que se había marchado junto con Zach y Liam. Se sentó en el sillón mientras miraba todo el caos en la casa. Vasos desparramados por el suelo al igual que los aperitivos. Todo era un desorden. Maldijo sabiendo que él tenía que limpiar la suciedad.

Buscó a su hermana y estaba acostada en su cama con su ropa habitual. Él al verla se quedó apoyado en el marco de la puerta viéndola. Por un instante pensó en aquel momento donde ellos se miraban fijamente, abrazados y a pocos centímetros de los labios de Leni. Sonrió levemente al recordar aquello y luego se dispuso a limpiar la casa solo.

-Je... Que locura.

Lincoln se sacó la ropa de ayer, se puso la suya y comenzó a limpiar. Juntó cada vaso y ponía la basura en una bolsa. Barrió el piso unas cuantas veces y desarmó los decorativos de la fiesta. Los guardó en el ático y siguió limpiando la planta baja. Las tres horas de limpieza bastaron para dejar la casa impecable sin rastros de evidencia que pondrían su pellejo en peligro. Nada a la vista. Como un crimen perfecto.

Eran las once de la mañana y tenía suerte de que era domingo. Puso leche en un vaso y buscó galletitas mientras preparaba su consola y un buen videojuegos para jugar.

Mientras jugaba el chico escuchó un bostezo.

-Buenos días Lincoln... -Leni pasó por detrás del sillón, apoyándose en él.

-Buenos días Leni. -Le respondió sin dejar de mirar la pantalla del televisor.

-¿Que estás haciendo?

-Estoy ¡Ah! ¡Uuhhh! Jugando ¿Quieres... ¡Ah! ¡Ah! Ver la tele? - Lincoln seguía matando zombis.

-No... Solo voy a la cocina. ¿Quieres algo?

-Si si si ¡Aahh! Trae mas galletitas.

Leni se acercó a la cocina mientras se preparaba el desayuno y agarraba la lata con galletitas. Al mismo tiempo que el agua se calentaba, ella observaba a Lincoln jugando. Sonrió al recordar ese momento juntos sintiendo como si en aquella fiesta, la casa estaba sola y ellos dos disfrutaban de la música lenta. Solo ellos dos. Leni apartó aquellos pensamientos pero no pudo evitar sonreír.

-Que tierno...

Leni aunque no entendía muy bien el mundo de los pixeles, jugaba junto con su hermano videojuegos de modo cooperativo. Los francotiradores siempre disparaban a Leni pero hasta en los juegos, Lincoln estaba ahí para protegerla. Sin darse cuenta, apoyaron sus brazos con cautela. Tomarse de las manos y mirarse mutuamente sería muy obvio. Tenían miedo de lanzarse toda la artillería de palabras y que ninguna de en el objetivo. El la fiesta querían decirse lo que sentían pero ¿Frente a todos?

Doce días con ellaOù les histoires vivent. Découvrez maintenant