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¿Soy la única persona que siente que su actitud no va acorde a su edad?

Y afirmo que pocas personas son maduras cuando me veo empujada brutalmente al interior del armario de Tristán. Le miro desde adentro, con ojos interrogantes, mientras él arroja ropa encima de mí, no vaya a ser que a alguno de sus amigos le de por entrar y justamente ir a abrir el armario para revisar la marca de sus calzoncillos.

Se lo hago saber y mi ira baja un poco al ver su sonrisa de oreja a oreja. Cierra las puertas antes de que me de tiempo a decir algo y suspiro, en la oscuridad, escuchando sus pasos y acto seguido un jaleo de voces varoniles.

Me abrazo las rodillas, acomodándome cuando escucho a Paul preguntarle por cervezas. Esto iba para largo. Escuché su conversación con los demás. Aún no me conocía demasiado las voces para poder identificar a cada uno, y teniendo en cuenta que estaba demasiado lejos para entenderlos bien... Solo distinguía la voz varonil y ruda de siempre del señorito.

-¿Y...? ¿No te extraña que la doctora Annie no haya venido hoy?

-¿Quieres dejar de llamarla doctora? Es algo ridículo- la voz de Tristán me hace rodar los ojos.

-No veo el por qué. Es su profesión, al fin y al cabo.

-Es mejor que no la llames así, empiezan a aparecer imágenes morbosas en mi mente.

Abrí los ojos a sobremanera.

Una mierda que no haya identificado al responsable de esa voz.

-Eres un pervertido.

-¡Oh vamos! ¿Ahora me vais a decir que soy el único que piensa en el pedazo culo que tiene la psicóloga?

Se escucha un golpe seco.

Silencio.

Silencio.

Silencio.

-¡¿PERO QUÉ COJONES TE PASA?!

-Tío, estás enfermo.

-¡Alejaos, maldita sea! ¿Queréis montarla y que el imbécil de Dave avise al coordinador o qué?

Silencio.

Silencio.

-Largo de mi apartamento.

-Tristán, creo que deberíamos hablar seriamente sobre...

-¡LARGO, JODER!

Silencio.

Silencio.

Silencio.

Portazo.

Silencio.

Silencio.

Silencio.

-¿Piensas ivernar dentro o qué?

Doy un respingo cuando las puertas se abren de golpe. Le fulmino con la mirada y salgo con cuidado de mover de manera brusca el cuello. 

Le sigo hacia el salón, fijándome en el vaivén varonil que tiene al andar. Trago saliva, obviando la conversación que había tenido con los chicos. Elevo las cejas al ver que una botella de cerveza estaba partida por la mitad.

-¿Qué a ocurrido?- susurro, al ver unas pocas gotas de sangre en algunos vidrios rotos de la botella.

-Nada que te incumba.

Recoge la botella de cerveza y le sigo hacia la cocina, donde tira los restos de vidrio y se apolla contra la encimera, suspirando.

No me fijo en que de pronto le cuesta respirar. Me apoyo contra el marco de la puerta de la cocina.

GITANA✓Where stories live. Discover now