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Pregunta de la semana: ¿Cuál es tu nombre, lector?

Temblaba.

Temblaba de pies a cabeza.

Di unos cuantos pasos lejos de él hasta quedar apoyada en la pared de enfrente de él.

Mis ojos saliéndose de sus órbitas no se separan de él. Porque estaba hermoso.

Hermoso.

Me matan las ganas incesantes de tomarle ahora entre mis brazos y hacer lo que tantas veces he hecho en mis sucios sueños.

Un traje negro con camisa blanca sin corbata adornaban esa escultura de puro musculo. Trago saliva y desvío mi mirada de su cuerpo hacia sus ojos.

Lucía superficial como siempre, pero con una mirada de cierta inseguridad.

Y por fin pude articular palabra.

-¿Has matado a Lucas?

Mi graznido acompañó a su ceño fruncido y a su cara de póquer.

El aire me empezó a faltar y como los tacones me molestaban me los quité, para empezar a andar de un lado a otro, casi hiperventilando.

-Ay dios mio, por Jesús, María y José... ¡¿Tienes idea de que acabas de hacerme cómplice de éste crimen?! - abre la boca pero yo no le dejo hablar porque no quepo en mi mente ya- V-vale, hay que esconder bien el cuerpo y-

-Annie.

-Podríamos tirarlo al vertedero... ¡No! Encontrarían nuestras huellas-

-Annie.

-Mejor será quemarlo. Sí, lo quemaremos. Iremos a primera hora al aeropuerto para que la-

-¿Sabes las ganas que tengo de comerte esos labios de los que solo dejas salir gilipolleces?

Paro de hablar y me quedo quieta en el sitio.

No pude creer lo que acababa de decirme. Mis mejillas se pusieron rojas y me sonrojé a más no poder.

Quería... Él... Besarme... Dicho.... Había... Digo, él había dicho que quería... ¿Besarme?

Ahora, en esa habitación a medio oscuras, me sentía casi diminuta e indefensa.

-No he matado a nadie, gitana... Aún- añadió con una media sonrisa y su mirada me hizo dar un paso atrás- Tu amigo... Dave, hackeó de algún modo la pulsera, de modo que tengo hasta el amanecer para volver.

Mi boca sigue abierta.

La cierro y la abro, sin saber qué decir. Osea, que Dave engañó la tecnología de esa pulsera tan peligrosa... Dave, el inocente chico que sólo quería reunirse de nuevo con su novia.

-¿Sabes que eso es ilegal? ¿Tienes idea de que puedo llamar ahora mismo a la policía para delatarte?- susurro elevando una ceja.

Una sonrisa sin dientes se adueña de sus labios y menea la cabeza en una divertida negación.

Todo ésto era muy extraño. Pero como sigo cabreada con él, abro la boca para entender ésta mierda de una vez por todas.

-¿Para qué te has preocupado en hacer todo ésto, Tristán? - susurro, mirándole interrogativa.

La sonrisa se borra lentamente de su boca y observo que hasta lleva gomina.

Se mete las manos en los bolsillos y suspirando, mira el techo en silencio.

Pasa un buen rato así, así que hasta yo miro arriba, por si hay algo que me estoy perdiendo.

Frunzo el ceño y le vuelvo a ver. Me sonrojo cuando observo que tengo su mirada dura fija en mi.

GITANA✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora