©EPÍLOGO©️

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Siete meses después.

-Venga, empuja una vez más, ¡sólo una vez más!

Mis gritos de dolor se unían a las palabras tranquilizantes que mi madre me decía, mientras que Dora me agarraba de la otra mano, acariciando mi cabello.

Intenté empujar una vez más, pero el doctor que estaba entre mis piernas me dijo que faltaba media cabeza y que si no hacía un último esfuerzo, el bebé se ahogaría.

Apreté las manos de las dos mujeres que me agarraban y arqueé la espalda soltando un alarido que revotó varias veces en la habitación.

-¡Ya está, ya está! - dejé caer mi cabeza, intentando recuperar la respiración mientras escuchaba a mi madre llorar.

Dora le quitó el bebé de las manos a la enfermera una vez que cortaron el cordón umbilical y me miró con la cara bañada en lágrimas.

-Es un niño, Annie, es un niño, pequeña.

Ésta vez fui yo la que lloré y mi cara viscosa por el sudor se mezcló con la sangre del bebé que estaba envuelto en una mantita.

-Dios mío... - susurré al ver a la pequeña criatura abrir sus ojos grises, los ojos de su padre. Estaba en silencio, sólo abría la boca de vez en cuando, mirándome solamente a mí- Hola... Hola Tristán.

Escuché el sollozo de Dora seguido del de mi madre.

Bajé la cabeza para plantarle un suave beso en esa pequeña cabeza llena de pelo negro. Era igualito a su padre.

-Tristán, eres hermoso, pequeño. Hermoso- reí y lloré a la vez cuando escondió su cara en la manta.

Era igualito a su padre, tampoco le gusta ser piropeado.

-Hija, deben bañarlo. Los microbios pueden hacerle enfermar- no hice caso a las palabras de mi madre.

Tuvieron que arrebatármelo casi y el doctor empezó a coser allí abajo.

Mi madre me besó la frente y yo le cogí la mano a Dora, quien no había parado de llorar en todo ese momento.

Como todos.






-Es igualito a él, ¿no crees?

Sonreí asintiendo, encima de una cama limpia con aquel hermoso niño entre mis brazos.

Lleva un bodie negro que le sentía muy bien a su color de piel blanquecino.

Dora le pasó la mano por una mejilla y Tristán le quitó su dejó para después intentar morderlo.

Reímos.

-Ups, creo que alguien tiene hambre- ronroneó mi hermana desde el sofá donde descansaba con mi madre.

Cuando fui a desabrocharme la camisa para sacarme un pecho, unos golpes en la puerta me hicieron elevar la mirada y detenerme.

Una sonrisa de oreja a oreja se formó en mi boca al ver a aquellos hombres entrar en la habitación.

-¿No sabe ni hablar y ya le estáis mal criando? - susurré con voz temblorosa al verles dejar las grandes cajas de regalos que llevaban en el suelo.

Rob dejó el ramo de flores en la mesilla y me dió un beso en la frente.

Observo la llama ahora tatuada en su cuello. Era un aficionado a dibujar cosas de su pasado en su cuerpo y a pesar de la terapia que tuvo que pasar para dejar de culparse por la muerte de su amigo, estaba orgullosa de él.

De todos en general.

Todos trabajaban en un empresa que ayuda a los pobres a encontrar techo y a los ex criminales a automedicarse.

-Dios... Es hermoso- susurra Matt tumbándose a mi lado- ¿Qué nombre lleva puesto éste hermoso varón?

Sonrío observando a Cris y a Paul sentarse después de darme un beso cada uno.

Les miro a todos en silencio y aparto la manta de su bodie para que puedan ver las letras de su nombre bordadas en letras doradas encima de la tela.

-Tristán, te presento a tus tíos.

Mi madre y Dora tuvieron que calmar a Paul de tanto lloriqueo que dió y cuando los chicos vieron que empezó a alterar al pequeño, le amenazaron con echarlo.

Matt miró por la ventana para evitar mostrarnos la emoción en sus ojos. Era el mejor amigo del amor de mi vida, y sólo yo fui testigo de las lágrimas que soltó en su funeral.

Del dolor que dejó a la luz conmigo abrazándole sobre la lápida de Tristán.

-¿Y si nos hacemos una foto? - propone mi hermana sacando su móvil.

Todos están de acuerdo y reímos cuando intentan no aplastarme a mí y a Tristán.

Se sientan y se tumban en la cama y acabo con todos rodeándome. Mi hermana llama a una enfermera para que nos haga una foto y le hago un hueco cuando corre hacia mí.

Antes de que se dispare la foto, la imagen del amor de mi vida sujetando a su pequeño, viene a mi mente.

Se que desde donde esté, estará feliz, feliz de que ambos lo estemos.

Cada día tengo más claro quién merece estar en mi vida y quién no.

Y con las personas que me rodean ahora mismo...

Me conformo.

GITANA✓Where stories live. Discover now