D o s

1.7K 96 56
                                    

Nick despertó mas temprano de lo esperado, eran las seis y el ya estaba lleno de esa energía arrolladora que tenía. Al menos eso lo había sacado de mí. Quería dormir un rato más entonces, como la pésima madre que soy, le dí mi celular para que jugara. Pero por supuesto que estoy meada por un dinosaurio y desperté quince minutos después culpa de la voz que emitían los parlantes de mi celular.

Solo tu rimani accanto a me
E per questo che canto
Se ci sei
Ogni cosa trova senso e vorrei
Dirti solo ciò che pensò guardo te
E mi rendo conto che
Del valore non mi servono più
Adesso esisti solo tu

¿Estaba llorando incluso antes de levantarme? Claro que si. Habíamos cantado esa canción al año siguiente de conocernos, Ruggero había pasado días completos enseñándome las partes en italiano y aún así canté mi parte en español. Su voz me maravillaba cada vez que la oía, y oírlo cantar en italiano era como si todos los sonidos bellos del mundo se unieran en su voz y como entonaba las palabras. 

Me debilitaba pensar en él.

Me había lastimado tanto y aún así era incapaz de superarlo, había roto mi corazón en miles de pedazos para luego terminar de aplastarlo una y otra vez; y jamás pude eliminar aquellos recuerdos de sus sonrisas, sus besos, las noches que pasamos juntos en los hoteles de todo el mundo, las veces que salimos juntos a escondidas, como nos ocultábamos a la vista de todos. Recuerdo también cada cosa fea que ocurrió, sus escenas de celos cuando aparecían Sebas o Lío, escenas tan hipócritas teniendo en cuenta que nunca fue capaz de dejar a Candelaria.

Nunca se arriesgó por mí.

Y tampoco lo hizo por Nick. Y ahora no esperaba que lo haga, pero ahora ahí estaba mi hijo, oyendo esa voz tan maravillado como lo había estado yo.

— Bien, apaga eso, ya es hora de levantarnos Nick.

— Mami. — Dijo mostrándome la pantalla. — Ateo.

Matteo era el personaje, amor. Él se llama Ruggero.

Ushedo. — Reí.

Casi.

(...)

Llegamos al estudio donde haríamos la nueva audición, y desde mi auto pude ver como justo frente a mí estacionaba Ruggero, quien ahora venía solo. La duda de si tendría que audicionar con él me carcomía los sesos, si era así no aceptaría. Bajo ningún término volvería a actuar con él, no caería de nuevo en eso. Pude haberme tropezado con la misma piedra tres o cuatro veces, pero no cinco.

Tardé tanto tiempo como me fue posible en desatar la silla de Nick, no quería entrar junto a él, lo evitaría a toda costa. Una vez que lo vi entrar, lo imité.

— ¡Karol! — Exclamó Ester apenas entré.

— ¿Es tarde? 

— No no, pero ven, queremos que conozcas a alguien.

Por favor, que no sea él.

Entré a la misma habitación donde había audicionado ayer y vi a un grupo de personas, busqué a Ruggero con la mirada y efectivamente ahí estaba. Vida, ¿me oyes? Eres una mierda.

Nick seguía aferrado a mi mano, y ahora como acto reflejo apreté la suya. Él era mi único apoyo, mi única meta. Y era solo mío.

— Queremos que hagas unas escenas con el chico que interpretará a Benjamin. — Suspiré esperando lo peor. — Seguro lo conoces. — No sabes cuanto. — Es Álvaro Rico.

Papá. »RuggarolTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon