C a t o r c e

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Karol.

Estaba usando una joggineta negra, una campera grande a juego y zapatillas. Si había algo que no me gustaba, era vestir así; es decir, no es que adore ir por la vida con vestidos y tacones, pero en caso de no ser así, prefiero mis pijamas coloridos. Pero el inútil de Ruggero insistió en que debíamos tener esta conversación en un lugar que no fuera la casa de alguno de nosotros; me negué, por supuesto. Y acabó ganándome por cansancio.

Y así es como llegué aquí; a una cafetería en —no sé donde— con Ruggero y Nick. Mi —nuestro— hijo está jugando en el parque del lugar y agradezco que éste sea pequeño, disimulado y escondido. Porque seremos carne fresca para la prensa si alguien se entera que estamos aquí.

— Y entonces creí que se había roto una pierna. — Dije divertida y él abrió mucho sus ojos, manteniendo la sonrisa. — Pero en realidad a esa edad es muy difícil que se rompan los huesos, porque son como de goma.

— ¿Quieres decir que si lanzo a Camila de una escalera, probablemente no se rompa ningún hueso? — Preguntó mientras yo bebía de mi café, con el cual casi me ahogo.

— No, probablemente tenga una contusión cerebral. — Dije restándole importancia. — Nada serio.

Él sonrió y asintió levemente; para luego mirar en dirección a donde estaba Nick, que ya había hecho amigos. Él realmente podía hacer las cosas bien si se lo proponía; y no me refiero solo a Nick.

Luego del día en mi casa, Ruggero solo tardó dos días en volver a ponerse en contacto; y eso me pareció bastante bien. Aunque aún no le he tocado el tema de la película, lo cual debo admitir que me tiene bastante intrigada.

— ¿Cuándo estoy habilitada para comenzar a preguntar sobre la película de la que me despediste? — Pregunté sonriente.

— Cuando quieras. — Respondió con el mismo tono.

— Entonces voy a preguntar que ocurrirá con Akeelah.

— Probablemente nada, ella solo dejará de existir. 

— ¿Cómo? Ella me agradaba. — Me quejé.

— Tu papel ahora es mas interesante... Claro, si es que aún lo quieres.

— Estoy evaluando propuestas. — Dije sonriente.

— Entonces tal vez te llegue un correo en estas semanas.

¡Genial! Esta nueva confianza que había desarrollado para con Ruggero me agradaba, a decir verdad. No voy a decir que lo extrañaba, ni nada por el estilo, pero la relación con él era una cuenta pendiente. Especialmente para Nick; no sabía que hacer con su futuro y el hecho de que Ruggero ahora esté allí elimina muchas de mis dudas.

— Sé que ya lo dije, pero de verdad, gracias por darme otra oportunidad, Karol.

— Es la única que tendrás, Ruggero, al menos mientras dependa de mí. No hagas que me arrepienta, por favor.

— Karol...

— Es que neta, todo este tiempo he estado planteándome que haré cuando Nick empiece a notar ciertas cosas, de hecho, cumplirá dos en unos días y

— ¡Karol! — Me cortó Ruggero. — Hay un paparazzi.

— Maldita sea. Paga, iré por Nick.

Disimuladamente, y manteniendo mi cabeza cubierta, busqué a mi hijo. Le puse sus zapatos e intenté cubrir su cabeza también; estoy segura que ellos podrían reconocerlo. Caminé con él en mis brazos fuera del lugar, hasta llegar al auto de Ruggero, donde él ya nos esperaba.

Papá. »RuggarolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora