C i n c o

1.4K 85 19
                                    

Las grabaciones iban a comenzar, y sentía que el mundo estaba desmoronándose segundo a segundo ¡Y ni siquiera sabía por qué me sentía de esa forma! Solo sé que cada vez que ponía un pie en este estudio mi corazón se estrujaba un poquito más.

Sin embargo, hoy lo sentía peor que nunca, me faltaba el aire y un vacío insoportable inundaba mi pecho. Pero hoy tenía varios motivos, varios que se reducían a uno solo, y uno con nombre y apellido.

Ruggero Pasquarelli.

Pasaron semanas, y jamás contesté ese mensaje. Y él jamás volvió a enviarme uno. Lo leo una y otra vez, sin ser capaz de saber que hacer al respecto, imaginándome cómo será la próxima vez que lo vea. Lo odio.

Entro al estudio una vez más, con el pecho al frente e intentando oprimir ese sentimiento que me genera el lugar. Pero entonces él aparece en mi campo visual y nuestros ojos se encuentran; me mantengo inexpresiva, tal como él. Y de repente, no controlo mi cuerpo. Le hago un gesto con la cabeza, pidiéndole que me siga y camino rumbo a mi camerino.

Dejo la puerta abierta y mi bolso cae sobre el sillón. Lo oigo entrar y cerrar la puerta tras sí.

Y dejo de sentir, mi cuerpo se mueve por sí solo. Como si fuera un animal siguiendo sus instintos.

Me volteo y estampo mi mano en su mejilla. Tan fuerte como me es posible, con la furia de tantos años contenida, con el odio que generó ese último mensaje. La palma de mi mano arde tanto como mis ojos.

Ruggero me observa serio, implacable. Agacha la cabeza pero no despega sus ojos de los míos.

— Lo merezco. — Murmura.

— ¿Tú crees? — Siseo acercándome a él. — Es momento, Ruggero. ¿Te crees muy malo enviando estúpidos mensajes preguntando hasta cuándo lo ocultaré? ¿Quieres que lo diga, Ruggero?

Él se mantiene en silencio. Con la mandíbula apretada, y ni siquiera tiene el valor de mirarme a los ojos.

— ¡Mírame cuando te hablo, Ruggero! — Grito. — ¿Quieres que llame ahora mismo a un maldito periodista y le diga que sí eres el padre de Nick y que nos abandonaste? Ah, si. ¡El gran Ruggero Pasquarelli, un padre ejemplar! — Digo con sarcasmo.

» Mientras tú y tu novia subían fotos de su familia espectacular; mientras te arrodillabas para proponerle casamiento ¡Yo respondía preguntas sobre quién era el padre de mi hijo! ¿Y tú? Nos veías por televisión, ¿Verdad?

— A veces. — Murmuró.

— A veces. — Repetí con sarcasmo. — ¿Y a veces te preguntabas si se parecía a ti en algo?

Ruggero negó con la cabeza, y sus ojos comenzaron a verse brillosos.

— ¿Ahora llorarás, Ruggero? Ni aunque lloraras cada minuto por el resto de tu miserable vida, podrías llorar todo lo que llore cuando TÚ nos abandonaste. ¡Crié un hijo sola! ¿Qué tengo que responderle cuando me pregunte por qué todos los niños tienen un papá y él no? 

— Él tiene uno. 

— No manches, estás bromeando, ¿Verdad? Dime que lo estás haciendo porque realmente no puedo creer que te hayas convertido en esta persona, ¿Qué sigue? ¿Lo harás? ¿Le dirás a Nick "Oye, soy tu padre, pero tu maldita madre jamás te lo dijo"?

— No. 

— ¿Te has dado cuenta de lo que haces? — Dije intentando no llorar. — Me cuestionas hasta cuando lo negaré, como si yo lo hubiera abandonado. Yo te lo dije, Ruggero. Y tú elegiste irte.

— Tenía que hacerlo.

— ¡No!

— Hacerme cargo de Nick, también implicaba seguir contigo.

Papá. »RuggarolWhere stories live. Discover now