- this is not "the end". (Final alternativo)

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—Te amo, Jungkook— Lo miró como aquella ocasión que se lo dijo, por primera vez, en esa cabaña antes de ser rescatados.

Jeon sonrió, como lo hizo esa y todas las veces posteriores a aquella frase: —Te amo más, Yongsun.

—¡Puaj, qué asco!— exclamó con horror el niño, Namjoon. De siete años ya, «cómo crecen», pensaba Jeon.

—¡No da asco! Es adorable, ¡qué lindo es su amor!— defendió Hyerin, pequeña de cinco años. Con sus manos en el aire y la sonrisa más grande que puede regalar; así transmitía su felicidad que le causaba estar cenando en ese restaurante que parecía de princesas. Todos vestían elegantes, su mamá llevaba un precioso vestido color olivo, decorando su escote con el colgante de gaviota. Y su padre, tan guapo como un príncipe, usaba un traje. El color de su corbata hacía juego con el vestido de su esposa. Una cena familiar, que al mismo tiempo, era una de las muchas citas que tuvieron Yongsun y Jungkook.

—Tienes razón, Hye, el amor es muy lindo— Su madre le sonrió a su esposo, mientras la pequeña sacaba la lengua a su enfadoso hermano. Eran la familia feliz que Yongsun alguna vez soñó, con Jeon a su lado y ahora con dos pequeños detrás de ellos.

Aquella magnifica e increíble historia era la favorita de los pequeños, la pedían seguido para la hora de antes de dormir. A Namjoon le encantaban las partes de acción, como la del elevador. Y, por otro lado, a Hyerin le encantaron las pequeñas citas que sus padres tuvieron en su juventud. Ella también soñaba con una cita en la Luna.

Su momento en conjunto se vió interrumpido por golpes violentos provenientes del vestíbulo de aquel lujoso restaurante. Más allá de parecer que alguien había armado un escándalo, se percibía más como si quisieran atacar a las personas de esa zona.

—Sigue contando la historia, cielo. Yo iré al lavabo— Yongsun se levantó de la mesa, caminando hacia donde se suponía que estaban los baños, logrando ver un poco el desorden del recibidor. Se sentía dudosa, el ambiente no se percibía bien, seguro. No era difícil alcanzar a escuchar los gritos a la par de pasos desesperados de gente en la calle.

Caminó un poco más cerca del revuelo, retractándose al instante.

—Zombies.

—¿Yongsun, amor? ¿Está todo en orden?— pregunta a través del teléfono. Su esposa había tardado más de lo que debería.

No, nada lo estaba.

—Jungkook, toma a los niños y salgamos de aquí.

Jeon, a juzgar por el tono y las palabras de su esposa, sabía que nada estaba bien. Pero, sobre todo: que no estaban seguros estando ahí.

—Vengan, niños, mamá nos encontrará en el auto— una mano para Hyerin y la otra para Namjoon. Corriendo hacia la puerta, donde todos comenzaban a evacuar, dieron con el estacionamiento. Las personas estaban en pánico, buscando sus autos y sus llaves.

Los tres corrieron a donde yacía una caseta, contando hasta tres e inhalando hondo rompió con su codo el vidrio protector. Sacó sus llaves y la oleada de gente se les vino encima.

—¡Mis llaves! ¿¡Dónde están!?— gritaban.

—¡Niños! ¡No se separen!— dejó de sentir las manitas a su alrededor, temía que hubiesen sido aplastados por la multitud, pero un llanto logró ubicar a los hermanos.

—¡Papá!— gritaba la pequeña, sosteniendo la mano de Namjoon —¡Me han tirado al suelo! Me raspé...— La manitas pequeñas raspadas, con sangre, de color gris por el asfalto y sus lágrimas saladas era de gran alivio para su padre, que vivió dos minutos de desesperación tras no encontrarlos.

𝖅𝖔𝖒𝖇𝖎𝖊𝖑𝖆𝖓𝖉》 𝔍𝔢𝔬𝔫 𝔍𝔲𝔫𝔤𝔨𝔬𝔬𝔨 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora