8.-El terror de un Ángel

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Hoseok siempre había considerado el bosque como uno de los lugares más encantadores de toda la creación. Muchas eran las veces en que, a petición suya, él y Taehyung pasaban el día entero ahí. Con una cesta llena de comida y mochilas a punto de explotar por las sabanas y pequeños cojines que traían consigo. Lleno de vida, cubierto en ese hermoso color verde y repleto de aire fresco, aquel lugar jamás fallaba en relajarle. En este momento, sin embargo, no podría ser capaz de decir lo mismo.

—Jimin, espera, no vayas tan rápido —pidió en voz baja, apartando al mismo tiempo la rama de un árbol para evitar que esta chocase con su rosto.

Una risilla entusiasmada fue lo que obtuvo como respuesta inmediata, y ante esto, Hoseok se apresuro en intentar encontrar la silueta de su amigo entre los arboles y arbustos, temiendo ser dejado atrás. Jimin estaba lo suficientemente ansioso por llegar al territorio de las Hadas de Agua y completar su travesura como para notar que estaba alejándose demasiado para su gusto.

Dando un traspié, Hoseok se apoyó en el tronco del árbol que se encontraba a su lado para evitar caer, siseando ante el rayo de dolor que fue enviado a su cuerpo.

—Vamos, hyung —apresuró el tritón, adelantándose cada vez más—. Ya casi estamos ahí.

Tomando una gran bocanada de aire a manera de animo, Hoseok comenzó a trotar. A través de sus ajustados pantalones, él aún podía sentir la manera en que los helechos que lo flanqueaban rozaban fugazmente sus pantorrillas, dejando una sensación cosquilleante tras ellas. Pese a que ya llevaban al menos dos horas de caminata, Hoseok repentinamente no se sintió del todo seguro: el viento que soplaba, el siseo de los arboles al moverse, el sonido de los grillos, el ulular de un búho, las ramas chasqueado bajo sus pies... todo seguía igual que antes, sin embargo aquello comenzó a ponerle los pelos de punta.

Y eso solo significaba una cosa: algo no andaba bien.

—Jimin, espérame —exigió esta vez, con la voz un tanto sofocada por no parar de trotar.

El nombrado no dio señales de haberlo escuchado, por lo que, ajeno a el leve pinchazo de pánico que comenzaba a extenderse por el cuerpo del caído, siguió su camino. Poco a poco, perdiéndolo de vista.

Y entonces, de un momento a otro, Jimin ya no estaba más ahí. En un parpadeo, su figura había desaparecido de su campo de visión, y él, se encontró solo, rodeado por nada más que vegetación y una interminable extensión de oscuridad.

Con la respiración agitada, Hoseok acelero el ritmo hasta comenzar a correr.

No supo si fue su imaginación, sin embargo, el suelo comenzó a moverse con violencia bajo sus pies, sacudiendo los árboles y todo a su alrededor cómo si de un fuerte terremoto se tratase. Robándole el equilibrio y amenazando con acelere caer de un momento a otro. De pronto, los sonidos de los animales se volvieron más fuertes. Desesperados gritos en forma de silbidos provenientes de las copas de los aboles que Hoseok se esforzó por no ver, temiendo que al hacerlo cayera sobre él.

Obstruyéndole el pasó e impidiéndole alcanzar a su amigo.

Por sobre su acelerada respiración, fue capaz de reconocer el sonido de un susurro en su oído. Fugaz en inentendible. Después, escuchó un grito en la lejanía, y después, otro susurro. Su piel se erizó, mientras la sensación de un escalofrió bajaba por su espalda. Venían de todos lados, y iban junto al frío viento que le desordenaba el cabello. Murmurándole cosas inentendibles pero terroríficas al oído. Siseando a su lado. Exhalando en su nuca. Rodeándolo por completo.

Algo tras él chasqueo, y al reconocer el sonido de un correteo, Hoseok pudo sentir la manera en que se helaba su sangre.

No se detuvo. Ignoro la manera en que sus piernas habían comenzado a arder e importándole poco averiguar si se trataba de un animal que había comenzado a seguirlo, o si simplemente era su ya muy paranoica mente, siguió corriendo.

Fallen Demon †VHOPEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora