10.-El igual de un Ángel

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Bajo la fría agua, entre borrosas figuras y amortiguados sonidos, Hoseok sintió una violenta sacudida mover su cuerpo de un lado a otro, como si quisieran partirlo en dos. No podía distinguir nada —probablemente por la falta de oxigeno a la que estaba siendo sometido—, así que no supo identificar si las manos que lo habían empujado hacia la superficie habían sido de sus amigos, o de aquel muchacho que parecía estar empeñado en dejarlo bajo el agua.

—¡Hoseok ven acá! ¡Toma mi mano!

Si bien lo único que en ese momento pasaba por su mente era recuperar todo el aire  perdido, su cuerpo pareció reaccionar por cuenta propia ante la voz de Seokjin, por lo que, para cuando se dio cuenta, él ya se encontraba sobre el muelle, tosiendo con tal fuerza que no solo fue su garganta la que dolió, sino también su cabeza, mientras su amigo —de rodillas a un lado suyo— lo sostenía, ayudándole a sentarse mientras una de sus manos daba suaves masajes en su espalda. Donde podía percibir a sus cicatrices pulsar con un ardiente dolor.

Mentalmente, rogó por que estas no volviesen a sangrar.

Perdiendo su mirada en algún punto de la nada, entre el vaivén de el agua, de forma instintiva —y sin siquiera darse cuenta—, Hoseok llevó su mano al pecho del peli-rosa, que intentaba llamar su atención con palabras que repentinamente no llegaban a sus oídos a pesar de encontrarse a tan solo unos centímetros de distancia, y se aferró a él. Atrapando parte de la ropa en su firme puño mientras apretaba los dientes, intentando soportar el dolor.

—¡Hoseok mírame! —dos cálidas manos se posaron en sus mejillas y le obligaron a apartar la vista de las oscuras olas, para posarla esta vez en las apuestas facciones de Seokjin, ahora transformadas en una expresión repleta de preocupación—. Necesito que te tranquilices, ¿está bien? Intenta respirar con calma. Sigue mi ejemplo, inhala... exhala... inhala... exhala... Eso, Hobi, muy bien. Sigue de esa forma. Inhala...

Aún sin soltar su agarre del pecho de su amigo, Hoseok obedeció las palabras del incubo. Clavando su mirada esta vez en los brillantes ojos marrones de Seokjin, que en ningún momento rompió el contacto y siguió respirando al mismo tiempo junto a él. Brindándole un silencioso, pero muy apreciado consuelo.

Tras varios segundos, su respiración, que antes de este pequeño apoyo no eran más que dolorosos jadeos erráticos, poco a poco —casi demasiado lento— volvió a su ritmo normal.

—Estoy bien —murmuró con la voz rasposa. Aflojando el agarre de su mano—. Estoy bien, hyung —repitió, esta vez intentando sonar más firme—. Gracias...

Una risa sin humor salió de los esponjosos labios de Seokjin. —No hay nada que agradecer...—quitándose la sudadera con rapidez, Jin se apresuró a colocarla sobre los temblorosos hombros de Hobi, dándole un pequeño apretón— Además, en todo caso soy yo quien debería estar disculpándose. Es mi culpa que casi te ahogases por haber bajado la guardia y dejar que ese pequeño idiota escapara de mi.

Entonces ambos cayeron en la cuenta de que Jimin, ni aquel chico —pequeño idiota— habían salido del agua aún. Con preocupación, Hoseok pasó la mirada por cada parte de la tranquila superficie marina que le fuese posible, buscando alguna señal que le dijera donde podría encontrarse su mejor amigo sin tener mucho éxito.

Como si le estuviese leyendo la mente, Jin se puso de pie. —No podemos dejar que Jimin lo mate. —dijo, antes de tomar una gran bocanada de aire y saltar al agua sin aviso alguno.

—¡Hyung! —exclamó con incredulidad al verle desaparecer por completo en el mar. Dejando nada más que una pequeña cantidad de burbujas que prontamente desaparecieron tras él— ¡Jin hyung!

Pero no hubo respuesta.

El profundo silencio que le rodeó —descartando el murmullo de las olas romper en la costa y el constante chapoteo que ocasionaban al chocar contra la gastada madera del muelle— fue lo único que obtuvo.

Fallen Demon †VHOPEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora