Capítulo 50

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Tras pasar un rato considerable achicharrándose junto al mar y viendo a su esposa unos pocos minutos entre clase y clase – lo que no servía nada más que para un corto beso o un diminuto intercambio de palabras –, Emily, ya algo fatigada debido al madrugón de ese día  y a lo largo de su viaje, subió de regreso a la choza de Ellen, poniéndose, luego de una reconstituyente siesta, al día con su abuela en compañía de un té y una tanda de sus excelentes galletas de avena.

Ellen le preguntó por su año y respondió a sus preguntas acerca del suyo lacónicamente. La mujer era, en comparación con Alison, algo más reservada; por lo que no tenía la misma facilidad para explayarse y hablar de sí misma con tanta soltura. Empero, contó a Emily con bastante entusiasmo lo bien que le había hecho la compañía de la joven rubia y lo feliz que estaba de que su nieta hubiese podido encontrar a una persona tan valiosa como compañera de vida.

-          Me recuerda mucho a mi hermana, Alicia.- Comentó Ellen mientras servía a la morena otra taza de té.- Ambas sufrieron muchísimas desgracias, y aún así; aunque todo su mundo se vino abajo y las aplastó más veces de lo que la resistencia de muchos otros podría llegar a encontrar soportable, nunca perdieron la chispa.- Un reflejo de tristeza transitó su rostro.- Nunca se abandonaron a la fatalidad de su existencia, por mucho que ésta estuviese repleta de terror y soledad.

Emily asintió con pesadumbre. Su tía abuela Alicia había tenido una vida bastante complicada. Su esposo, John Pirret, fue diagnosticado con una enfermedad cardíaca siendo ambos todavía muy jóvenes, y los médicos estimaron que no le quedaba más que un año de vida.

Cuando John al fin pereció, tres años más tarde de lo que fue pronosticado, Alicia tuvo que ajustarse el cinto y criar a sus dos hijos, Timothy y Kira, por su cuenta.

El pequeño Tim falleció de una insuficiencia respiratoria antes siquiera de llegar a la adolescencia, mientras que, a los veinticinco años, Kira sufrió un colapso mental y fue diagnosticada con esquizofrenia. A partir de entonces, Alicia tuvo que hacerse cargo de su nieta; Zoé, quien tenía cinco años en aquel entonces, y cuya madre se suicidó no mucho después de haber sido internada.

-          Alicia era una guerrera.- Dijo Emily al ver la expresión sombría aún persistente en el rostro de su abuela. Ellen siempre se había sentido culpable por no haber estado más presente en la vida de su hermana.- ¿Sigues hablando con Zoé?

-          Nos escribimos cartas y mensajes de vez en cuando, y le hice una visita cuando estuve en Irlanda.- Comentó la anciana.- Es una joven muy dulce, pero... bueno, es sólo que...- Miró a su nieta durante unos segundos y ladeó la cabeza.- Bah, supongo que ya podrás formarte tu propia opinión.- Sonrió y tomó un sorbo de té.- Quizás nos visite éste verano.

Emily curvó los labios y apretó la mano de su abuela sobre la mesa.

-          Me encantaría conocerla.

Ellen le devolvió la sonrisa.

Poco rato después; cuando el cielo comenzaba a perder color, Alison cruzó la puerta con el cabello igual de húmedo que antes y los restos del protector solar en barra aún pintándole el rostro.

Se había quitado el traje, y en su lugar llevaba puesto un vestido playero azul.

Tomó una galleta de avena, saludó a Ellen con un beso en la mejilla y, a pesar de que había otras dos sillas libres, se sentó en los muslos de Emily, rodeando su cuello con un brazo mientras que se llevaba la galleta a los labios.

-          ¿De qué me perdí?-Preguntó mientras los brazos de la morena se enroscaban en su cintura.

-          Tenemos visitas ésta noche.- Reveló Ellen, sirviendo otra taza de té que ya tenía lista para cuando la rubia se les uniera.

¿Podrás con la oscuridad?- EmisonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora