49.Taurus 12

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Todos los personajes y la historia pertenecen a JK Rowling.

POV TAURUS MALFOY

¿En qué mierdas estaba pensando Dumbledore? ¿Este gilipollas nos iba a dar la clase más importante de todas? Apostaría mi fortuna a que este cretino era aún más inútil que Quirrel. Íbamos de Guatemala a Guatepeor. 

—Vaya, vaya. Muy pocos recordáis que mi color favorito es el lila ... -es lo último que escuché del gilipollas de Lockhart.

Me había prometido calmarme después de mi cagada contra Dumbledore. Tener la sangre fría. Tenía que derrotar a Dumbledore en su propio juego, no caer en mis impulsos de ira. Pero este pedazo de mierda pomposa y arrogante me estaba sacando de mis casillas. Cuando leí el cuestionario del cretino éste casi calco la escena contra Dumbledore.

¿Cuál es el color favorito de Gilderoy Lockhart? ¿Cuál es la ambición secreta de Gilderoy Lockhart?¿Cuál es, en tu opinión, el mayor logro hasta la fecha de Gilderoy Lockhart?. Esas eran las tres primeras preguntas de un total de 54. No necesité más. Estuve a un pelo de hacerle el conjuro Incendio al cuestionario

Vi como nos guiñaba un ojo pícaramente. Ya había tenido suficiente. A la mierda el plan, quiero enfrentarme contra este papanatas. Coloco mis pies en el pupitre y le busco la mirada. Necesitaba una excusa para ir contra él. Me daba igual que me expulsaran de un colegio que permitía que semejante chusma diera clase.

Un momento, ¿y si esto era lo que quería Dumbledore? ¿Y sí había contratado a un actor para tratar de desquiciarme? ¿Pero iría tan lejos sólo para hacerme perder los nervios, para que me expulsaran y dejarme fuera de la partida? Muy descabellado, incluso para un viejo loco como Dumbledore. ¿Entonces para qué contratarlo? ¿Por Potter? Parece que es un fan suyo...

—... pero la señorita Hermione Granger sí conoce mi ambición secreta, que es librar al mundo del mal y comercializar mi propia gama de productos para el cuidado del cabello, ¡buena chica! De hecho —dio la vuelta al papel—, ¡está perfecto! ¿Dónde está la señorita Hermione Granger?

Otra razón más en la lista para que me caiga mal la sangresucia.

—¡Excelente! —dijo Lockhart con una sonrisa—, ¡excelente! ¡Diez puntos para Gryffindor! Y en cuanto a... Taurus Malfoy. No ha contestado a ninguna pregunta, ¿donde está Taurus Malfoy?

Me incorporo. Por un momento pensé en insultarle directamente. Pero me calmé ....un poco.

-Yo soy... -guiñé un ojo imitando a Lockhart mientras sonreía con soberbia -...Taurus Malfoy Black. No soy Caballero de la Orden de Merlín de tercera clase, ni Miembro Honorario de la Liga para la Defensa Contra las Fuerzas Oscuras ni ganador del Premio a la Sonrisa más Encantadora. Pero soy un Malfoy. Algo mucho más importante que tus títulos de pacotilla, Lockhart. ¿Y si preguntas por qué no he contestado a ninguna de tus preguntas? La respuesta es fácil, ni las sé ni me interesan. 

Por el rabillo del ojo vi como Draco se echaba las manos en la cabeza. Toda la clase se giró en mi dirección, abriendo los ojos como platos. Lockhart abrió la boca tratando de procesar lo que le había dicho. Parecía un retrasado con un derrame cerebral.

-¿Eres el hijo de Lucius y Narcissa? -

Arqueé una ceja ¿Éste imbécil conocía a mis padres?

-Fuimos juntos a clase. Por respeto a mis antiguos colegas lo dejaré pasar por esta vez. Lo tomaré por una fase rebelde que tienes. Pero a la próxima tendré que castigarte ... Bueno ahora siguiendo con la clase ... -dijo mientras sudaba copiosamente. 

Mmmm, ¿y si resulta ser amigo de padre o de madre? Tendré que portarme bien hasta saber quien cojones es éste.

De debajo de la mesa sacó una jaula grande, cubierta por una funda, y la puso encima de la mesa, para que todos la viéramos.

—Ahora, ¡cuidado! Es mi misión dotaros de defensas contra las más horrendas criaturas del mundo mágico. Puede que en esta misma aula os tengáis que encarar a las cosas que más teméis. Pero sabed que no os ocurrirá nada malo mientras yo esté aquí. Todo lo que os pido es que conservéis la calma. Tengo que pediros que no gritéis —dijo Lockhart en voz baja—. Podrían enfurecerse.

Levanté la vista intrigado. Quizá me había equivocado con él. Quizás simplemente era vanidoso pero con razón por haberse enfrentado a temibles criaturas. Trataba de imaginarme que clase de criatura se escondería en la jaula. Lockhart levantó la funda.

—Sí —dijo con entonación teatral—, duendecillos de Cornualles recién cogidos.

Definitivamente es un gilipollas. Un alumno que se sentaba atrás soltó una carcajada en voz alta. La increíble decepción que sentía en mí mismo por pensar en un instante que Lockhart era un valeroso mago hizo que no tuviera ganas de reírme. Fíate de tu instinto. Si tu instinto te dice que este tío es un fraude, es que es un maldito. Pero no tengo que olvidar que conoce a mis padres.

Los duendecillos eran de color azul y medían unos veinte centímetros de altura, con rostros afilados y voces muy agudas y estridentes. En el instante en que había levantado la funda, se habían puesto a parlotear y a moverse como locos, golpeando los barrotes para meter ruido y haciendo muecas a los que tenían más cerca.

—Está bien —dijo Lockhart en voz alta—. ¡Veamos qué hacéis con ellos! —Y abrió la jaula.

Los duendecillos salieron disparados como cohetes en todas direcciones. Dos cogieron al traidor a la sangre de Longbottom por las orejas y lo alzaron en el aire. Algunos salieron volando y atravesaron las ventanas, llenando de cristales rotos a los de la fila de atrás. Cogían los tinteros y rociaban de tinta la clase, hacían trizas los libros y los folios, rasgaban los carteles de las paredes, le daban vuelta a la papelera y cogían bolsas y libros y los arrojaban por las ventanas rotas. Al cabo de unos minutos, la mitad de la clase se había refugiado debajo de los pupitres. 

Yo seguía sentado apoyando mis pies en mi mesa esperando la reacción de Lockhart. Me lo estaba pasando bomba. Al fin me iba a caer bien este gilipollas y todo

—Vamos ya, rodeadlos, rodeadlos, sólo son duendecillos... —gritaba Lockhart.Blandió su varita—¡Peskipiski Pestenomi!

No sirvió absolutamente de nada como era de prever. Uno de los duendecillos le arrebató la varita y la tiró por la ventana. Lockhart tragó saliva y se escondió debajo de su mesa, a tiempo de evitar ser aplastado por el traidor a la sangre, que cayó al suelo un segundo más tarde, al ceder la lámpara. Eso fue la gota que colmó el vaso. Estallé en carcajadas mientras me sujetaba el estómago

-JAJAJAJJAJJAJAJAJAJAJJA. -me estaba riendo a lágrima viva. Nunca me había reído tanto en mi vida. ¡ME MUERO! ¡ME DUELE EL ESTÓMAGO DE TANTO REÍRME! JAJAJAJAJAJAJJAJAJAJA

Mi hermano y Violet que se habían refugiado debajo de mi pupitre me miraba como si estuviera loco. Los duendecillos se percataron de mi presencia y se encararon contra mí.

-¡IMMOBULUS! -los paralicé con el conjuro congelador. Me levanté del asiento y apunté al resto de duendecillos que quedaban. -¡IMMOBULUS! -todos quedaron congelados.

Instantes después me volvió a dar un ataque de risa.

-JAJAJAJAAJAJA. Lockhart ... -dije mientras me limpiaba las lágrimas e iba en su dirección- siento lo que te dije antes. Esta ha sido la mejor clase que he tenido y que probablemente tendré en mi vida. Voy al lavabo a lavarme la cara. JAJAJAJAJAJAJA -me dolía la mandíbula de tanto reírme.

La mejor puta clase de la historia. Sin discusión alguna. JAJAJAJAJA.


Efecto Mariposa - DramioneWhere stories live. Discover now