7. Fin del juego

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Se me hacía raro, se me hacía intensamente raro estar con alguien que se mantenía a mi lado por voluntad propia.

Que sonreía cuando me veía, en vez de gritar.

Que me miraba con ilusión, cariño y hasta cierta ternura.

''Déjate de sensiblerías y estupideces, Jeff, esa niña ya debería estar rajada como una sardina''

—Cállate de una puta vez.

—¿Qué?

—A ti no era, nena.— Un tic nervioso en mi labio me hizo esbozar una media mueca de amabilidad, no estaba acostumbrado a ser simpático.

—Ah...ya.—Se quitó el sujetador, tirándomelo a la cara.—Las voces, ¿no?

—Eso mismo.

—¿Desde cuando las oyes?

—Desde que me sentí tan solo que tuve la necesidad de hablar conmigo mismo.

Ella se sentó sobre mis piernas, mis manos acariciaron sus senos suaves y pequeños, olían a un gel de ducha afrutado, me gustaba olerla.

Sus dedos se enredaron en mi cabello negro, mis dedos descendieron por su espalda, colándose por debajo de su falda.

—Jeff...—Susurró.—Eres realmente bueno en esto...¿has estado con muchas chicas?

Negué con aburrimiento.

—Pocas mujeres me interesan de esta forma.

Apreté con la yema del dedo, entrando en ella, añadiendo un segundo dedo mientras se dejaba caer sobre mi pecho, gimiendo despacio y suave.

—¿Se siente rico?—Pregunté con mis labios sobre su oído, ella asintió, metiendo su mano por debajo de mi camiseta, acariciándome el pecho.

Me puse nervioso, ella se detuvo, hasta que le di permiso para seguir.

—¿Por qué no vamos a mi cuarto? Allí estaremos más cómodos.

—Me parece buena idea.—Accedí.

Iara cogió la ropa que se había quitado llevándosela consigo escaleras arriba, la perseguí juguetonamente, a lo que empezó a gritar cerrándome la puerta en la cara.

Esta se abrió al momento, pues yo me había cargado la cerradura.

¿Qué le íbamos a decir a mis tíos sobre eso?

Bah, ahora solo quería follar.

Entré lentamente, la puerta chirrió, se veía que volvía a necesitar grasa en las bisagras.

—Nena... es hora de dormir...—Susurré divertido, entrando a la habitación.

Cogí el cuchillo, me acerqué a la cama y tiré de la sábana, encontrando la almohada.

—Uhm....—Murmuré.

''Debajo de la cama, Jeff ¡¡esa rata está debajo de la cama!!''

Me agaché , agarré la colcha con la punta de mis dedos y la levanté.

Tampoco.

—¿Nena? —Miré hacia el ropero.—Ah... ya sé.

Caminé sigiloso, escuché como el ritmo de su corazón se iba acelerando.

Pum, pum, pum...

Casi podía verla a través de la puerta.

Clavé el cuchillo dónde sabía que no iba a dañarla, a lo que gritó despavorida, saliendo del armario como alma que llevaba el diablo, cayendo sobre mí.

Sweet Killer #JeffTheKillerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora