Algunos le dicen loco.
Otros depravado.
A veces, psicópata.
En su informe dice en letra mayúscula "ENFERMO MENTAL".
✓Historia +18.
✓Violencia con lenguaje explícito.
✓Sexo.
✓Relaciones tóxicas.
✓Drama.
√√√ ... Esta historia es totalmente mis y está...
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Beep.... beep... beep...
¿Qué? ¿Qué mierdas era ese ruido?
—Jeff..por favor...mamá y papá quieren que...
—Estúpida, déjame en paz de una vez.
Bee....beep...beep...
—¿Puedes al menos abrir los ojos y mirarme?
¿Abrir los ojos?
Alcé los párpados, estaba en mi habitación, con la luz apagada. Una claridad horripilante entraba por la ventana quemándome las pupilas, me tapé la cara con la mano.
—¿Qué mierdas?—Pregunté sin entender nada.
—Llevas todo el día durmiendo, desde que llegaste del instituto, madre mía ¡¡todo el mundo está aterrorizado con el asesinato y tú aquí roncando como una marmota!!—Puso los brazos en jarra, tras decidir empezar a tirar de la manta.
¿Las marmotas roncan?
—¿Qué haces?—Agarré mi mantita calentita soltándole una patada que la hizo llegar al otro extremo de la habitación, me tapé la cabeza haciéndome una bola debajo.
¿Cómo? ¿Cuándo? Yo... yo estaba en la habitación de sus padres e iba a... ¿a caso lo soñé? ¿pero hasta donde? ¿cuánto fue real?
—¡Jeffrey Allen Woods!—La escuché gritar antes de que se tirase encima abofeteándome. Logró cogerme de los pelos tirando de ellos.
¡¡POR LOS OJOS DE SLENDERMAN QUE LA MATO!!
''Slenderman no tiene ojos, imbécil, deja de jurar cosas que nadie cree''
—Pero si Slendy tiene ojazos.
''Ya, y tú un pelo pantene''
—Obvio, eso nadie lo duda ¿no?—Me levanté de golpe tirando una vez más a mi prima al suelo. Ella se agarró a mi pierna, a lo que fui arrastrándola hasta el espejo.
—¡Me estás haciendo daño, bestia!
—Disculpa que no llore, es que tengo las retinas resecas.
Tenía la cara lavada, y estaba seguro de que incluso lo del bosque fue mentira, quizás ni siquiera ella sabía aun la verdad.
—¿Quieres dejar de comportarte como un animal?—Se incorporó para ponerse de frente, coloqué mi mano blanca de dedos largos en su cara, apretándole los ojos, conseguí que volviera a caerse al suelo.—¡¿Pero qué te pasa?!
