XXII

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Nagore

Llevábamos ya un par de días en Bali, habíamos visto un par de templos. Eran espectaculares y se respiraba una paz imposible de describir.

Hoy después de desayunar íbamos a ir a nuestra primera clase de surf. Yo era un deporte que había practicado alguna vez, pero todavía no conseguía mantenerme de pie en la tabla.

Sandra: ¿Preparada?

Nagore: Sí, tengo muchas ganas de surfear aquí. ¿Y tu?

Sandra: Yo la verdad es que lo veo muy difícil pero lo intentaré.

Nagore: Al final te gustará ya veras. Es pura adrenalina.

Nos pusimos el neopreno, cogimos nuestras tablas y nos fuimos para el agua. Por suerte, íbamos por con el mismo profesor, que nos explicó cuando era el mejor momento para ponerse de pie. 

Le tocaba a Sandra la primera, consiguió ponerse de rodillas encimad de la tabla, pero cuando iba a ponerse de pie se cayó. Después me tocaba a mi, yo conseguí aguantarme unos segundos de pie pero finalmente también me caí. Estuvimos un par de horas ahí intentándolo. 

Muertas de tanto esfuerza, nos duchamos y nos fuimos para el hotel. Mientras atardecía nos metimos en nuestra pequeña piscina.

Nagore: ¡Qué bonito es esto, por favor!

Sandra: Más bonita eres tú. 

En ese momento comenzamos una guerra de besos, de caricias, de roces intencionados... que acabaron con ambas desnudas en la cama disfrutando de nuestro amor. Hicimos el amor varias veces esa noche.

Sandra

Me desperté, tenía un dolor un poco intenso en la rodilla. En Madrid ya me había dolido pero no tanto como ahora. Como sabía que íbamos a andar mucho me había traído la rodillera, por lo menos algo me calmaba. 

Nagore: ¿Otra vez te duele la rodilla?

Sandra: Sí, pero ahora me tomo una pastilla y se me pasa. La rodillera me calma mucho también.

Nagore: Cariño, si quieres hoy nos lo tomamos con más calma a ver si se te pasa. 

Sandra: No te preocupes, que hoy vamos a ir a un sitio que seguro que te gustará.

Nagore: Pero si te duele mucho me lo dices y nos volvemos eh

Sandra: Sí, no te preocupes, pero no es nada de verdad. La edad que ya pasa factura...

Nagore: ¡Tu estás de traca guapa!  Pero cuando volvamos a Madrid vamos al médico a que te miren. ¿Vale?

Sandra: Vale, pero ya veras como no será nada.

Hoy íbamos a ir a ver las zonas de los arrozales, las terrazas de arroz que se les llamaba aquí, era algo impresionante de ver. Con tanta vegetación alrededor de un verde intenso. Era una de las típicas postales de la zona.

Durante la excursión no paramos de hacernos fotos para recordar el viaje. Sería un viaje que jamás olvidaría, por todo lo que estaba descubriendo a pesar de que ya había estado pero sobretodo por la compañía. 

Antes de irnos al hotel, fuimos a cenar a un restaurante que tenía la mejor comida local. Nos pedimos un Nasi campur que es un plato típico de la gastronomía balinesa que constaba de arroz acompañado de verduras, carne huevo y soja. También nos pedimos una especie de pinchitos de diferentes carnes que estaban condimentadas por piña y cacahuetes.

Nagore

La gente, allá donde íbamos eran muy amables. Te hacían sentir en casa a pesar de estar a miles de kilómetros. A pesar de estar toda el día cuidando a Sandra, me preocupaba, porque la había visto cojear varias veces.

Nagore: ¿Como va esa rodilla?

Sandra: Ahora me empieza a doler otra vez, pero ahora me tomo la pastilla otra vez. 

Nagore: Cuando lleguemos a la habitación, si quieres, te doy un masaje. 

Sandra: Jamás me negaría a eso.

La cena estuvo deliciosa.  Volvimos al hotel dando un paseo agarradas de la mano. Era increíble lo feliz que estaba. Era sin duda, la mejor etapa de mi vida. Tanto en lo profesional como en lo personal.

Cuando entramos en la habitación, la obligué a que se tumbara en la cama para cumplir mi promesa. Cogí crema corporal y empecé a esparcirla por la zona dolorida.

Nagore: Si te hago daño me lo dices eh

La tenía un poco hinchada pero supuse que sería por todo lo que habíamos andado hoy. Aproveché que se había quitado los pantalones para subir mis manos por sus muslos y seguir el masaje por ahí.

Sandra: Uy ya se por donde vas...Tus intenciones nunca son buenas...

Nagore: Si quieres paro eh

Sandra: No, no yo no he dicho eso.

Poco a poco fui subiendo, me senté encima suya y la besé. Me quitó la camiseta y yo hice lo mismo con su camiseta. A ella solo le quedaba la ropa interior. Fui bajando hasta quedar a la altura de sus pechos, le quité el sujetador. Besé, lamí y acaricié sus pechos hasta que noté que su respiración se agitaba.

Me quité los pantalones para estar más cómoda. Mi mano estaba situada encima de sus braguitas, acariciando y rozando su zona íntima. Metí la mano en su ropa interior, estaba muy húmeda y toqué su clítoris directamente.

Para que disfrutará más, introduje uno de mis dedos en ella. Ella soltó un fuerte gemido y supe que había llegado al orgasmo. Me encantaba la cara que se le quedaba justo después de esto, tenía las mejillas sonrojadas y un brillo en los ojos imposibles de describir. 

Sandra

Desde que Nagore había empezado el masaje en mi rodilla sabia como íbamos a acabar, desnudas dándonos placer la una a la otra. Enseguida caímos rendidas al sueño. 




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