Nagore
Hoy, finalmente, nos íbamos a Londres. Me había levantado pronto para sacar a Nash al parque y ahora ya estamos en casa esperando al coche que nos llevaría al aeropuerto con todas las maletas preparadas.
Yo estaba nerviosa porque quería que todo el viaje fuese genial. Londres para mi era especial, a los 18 años me vine a trabajar aquí. Fue una locura de niñata, pero que me había servido mucho para crecer. Quería enseñarle a Sandra mis lugares favoritos de la ciudad.
Tras más de dos horas, finalmente aterrizamos en Londres, como siempre el cielo estaba gris y llovía un poco. Llegamos a la habitación del hotel y estaba repleta de rosas blancas por todos sitios, lo habían decorado muy bonito. Nos pusimos a colocar la ropa más delicada en las perchas, para que no se arrugase mucho.
Sandra: Nago, ¿tienes hambre?
Nagore: Yo siempre tengo hambre, cariño.
Sandra: Pues venga, vamos a comer.
Nagore: ¿Pero a dónde vamos?
Sandra: Shh... es una sorpresa. Te gustará tranquila.
Fuimos paseando por las calles de Londres hasta que llegamos a la puerta del StreetXO, el restaurante del chef español Dabiz Muñoz, jamás pensé que fuese a comer allí. Miré a Sandra con la boca abierta.
Nagore: ¿Cómo has conseguido mesa aquí? Si está muy solicitado...
Sandra: Una, que tiene sus contactos...
La besé, la verdad es que era una grata sorpresa. Había leído mucho sobre este restaurante y la comida que ofrecían, que era de fusión y la verdad es que tenía muchas ganas de probarla.
Sandra
Era la primera vez que venía a este tipo de restaurantes, la verdad es que la decoración te invadía, el techo estaba lleno de luces, de lamparas de diseño, creando un agradable ambiente. Pedimos dos menús degustación donde había muchos platos, pero pequeños, con una muestra de casi todo lo que ofrecían en la carta.
La verdad es que era una experiencia para todos los sentidos. Era totalmente diferente a todo lo que había comido anteriormente. La decoración, la presentación, daba pena comérselo, eran como pequeñas obras de arte. Salimos de allí con una gran sensación.
Estuvimos toda la tarde recorriendo las diferentes calles de Londres, el barrio chino, también vimos el Big Ben, nos acercamos a la noria pero no nos subimos porque tengo vértigo. Pasear por Londres era una auténtica pasada.
Nagore: ¿Te está gustando Londres?
Sandra: Sí, mucho. Me esta sorprendiendo.
Nagore: Mañana te llevaré a uno de mis sitios favoritos. Te va a encantar, ya verás.
Sandra: Seguro, viniendo de ti no puede ser de otra forma.
Fuimos a cenar y nos fuimos al hotel a descansar. En el primer día en Londres no habíamos parado de andar, así que caímos en la cama reventadas. Nos dormimos abrazadas en dos segundos.
Nagore
Me desperté, tenía a Sandra apoyada en mi pecho. Ahora que estaba dormida, me transmitía paz y tranquilidad, y cuando estaba despierta también me transmitía seguridad. Le quité el pelo que tenía en la cara y le acaricie los brazos suavemente.
Sandra, poco a poco, fue abriendo los ojos y me abrazo.
Sandra: No hay mejor despertar que este.
Nagore: Uy que romántica te has levantado tu...
Sandra: Acabas de romper el momento romántico, aguafiestas.
Se giró y se hizo la enfadada.
Nagore: Sabes que me encantas que seas así... (le susurré al oído)
Puse mis manos en su tripa y la abracé. Puse mi cara en su cuello y la empecé a besar. Ella seguía haciéndose la enfadada pero pude ver como se le dibujaba una pequeña sonrisa en su cara.
Bajé mis manos hasta el límite de su ropa interior y noté como todo su bello se erizaba. Sandra seguía sin girarse.
Nagore: Ahora la aguafiestas eres tu... Si quieres paro eh
Sandra: Ni se te ocurra...
Tras la frase de Sandra, introduje la mano en sus braguitas y empecé a rozar su clítoris. Noté que estaba bastante húmeda. Ella se giró, me miró a los ojos y luego a mis labios. Yo me lancé a besarla, seguía con mi mano en su sexo haciendo que sus gemidos cada vez fueran más fuertes.
Metí mi otra mano en su camiseta y acaricié sus pechos. Le quité rápidamente la camiseta para tener todo su torso libre. Sus gemidos eran amortiguados en mi boca. Ese sonido a mi me ponía mucho. Así que fui bajando poco a poco por su pecho, besando su cuello, chupando sus pechos, dejando un reguero de besos hasta sus braguitas.
Besé su sexo por encima de la poca ropa que quedaba, su cuerpo respondió con una sacudida. Así que poco a poco le fui deslizando las braguitas por sus piernas, hasta quitárselas del todo. Luego fui subiendo desde sus piernas hasta su cadera dejando muchos besos.
Le abrí las piernas y le besé las ingles, hasta que le rocé con la lengua el clítoris.
Sandra: Ufff...
Con mi lengua le lamí su sexo, haciendo que su respiración cada vez fuese más fuerte y sus gemidos fueran incontrolables. Cuando estaba a punto de llegar al orgasmo, introduje dos dedos en su interior, saliendo y entrando de su cuerpo, mientras con mi lengua seguía estimulando su clitoris. Finalmente de su boca salio un grito de placer.
Fui subiendo hacía su cara, dejando un beso profundo en sus labios.
Sandra: Madre mia Nago... A ver si me voy a tener que hacer la enfadada para que me hagas esto...
Nagore: Te hará falta eso... Yo encantada de hacerte el amor siempre. Pero habrá que hacer algo de provecho hoy.
Sandra: ¿Esto no es de provecho?
Nagore: Oír tus gemidos siempre es provechoso. Es música para mis oídos. Pero ya que estamos en Londres habrá que salir de la cama.
Sandra: Déjame que me recupere y vamos a donde tu quieras.
Nagore: La edad ya te pasa factura eh viejita. (le guiñe un ojo)
Sandra: Sí, sí, pero esta viejita como tu dices, te tiene loca.
Nagore: Tampoco te lo creas tanto eh jajaja
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Mi refugio eres tú #Sangore
RomanceHistoria ficticia de cómo surgió el amor entre Sandra Barneda y Nagore Robles tras muchos años compartiendo platós.