🔸7🔸

326 33 31
                                    

« Mientras todos llevan una vida normal, o eso es lo que aparentan, yo debo mentir a los que más quiero. Solo por un propósito: "Que no me traten de loca" »

Pues algo bueno trajo este nuevo inquilino en mi casa: No estaría sola. Sin embargo, Daniel sigue creyendo que es un tipo el cual no conozco y que se entrometió en mi casa. Lo cual, la parte de que se entrometió es acertado.

_No puedes aparecer así, como si nada en mi casa, cuando hay personas_ Movía mis manos con estrés.

_Al menos lo creyó_ Dijo dándole un bocado a un tipo se ensalada que se hizo. _Por cierto, mañana debo ir a su escuela. Me haré pasar por estudiante_ Volvió a hablar luego de haber tragado  verduras.

Di una leve palmada en mi rostro ¿Este tipo es idiota o se hace? _¿Cómo lo harás? Pareces un tipo de cincuenta años. No puedes..._ Posó el tenedor que llevaba en su mano izquierda sobre mis labios haciendome callar.

_Mire y aprenda_ Dejó sobre la mesilla el recipiente y el cubierto.

Se levantó del sillón. Extendió sus manos hacia abajo y su cuerpo se tornó de un esplendoroso brillo. Cerrando sus ojos comenzó a recitar unas palabras en un idioma que no entendí.

"Et cutis cura mei. Oculi mei videbunt. Et relinquam mihi in annos. Non caligabunt oculi videntium et ego homo sum super omnia diligere. In diebus illis ego custodem."

De repente el resplandor se hizo mas intenso, impidiéndome ver. Tuve que tapar mis ojos. Cuando este se devaneció pude observar como Gustavo se convirtió en un chico más joven. Se parecía muchísimo a un cantante de hacía varios años atrás.

Ese chico se había suicidado. Años antes de que fuese adoptada por mis padres, yo escuchaba canciones suyas. La banda en la que trabajaba era Soda Stereo. Al parecer los tres compañeros se suicidaron en el mismo momento. Se dijo en las noticias que encontraron al baterista, guitarrista y bajista con cortaduras en sus venas, desangrados y drogados. Soda Stereo era la banda más conocida de ese momento en toda América.

Gustavo no parecía ser ese hombre de cincuenta o cuarenta años. Era un adolescente de cabellos enrulados y algo alborotados. La ropa le quedaba demasiado holgada, unos siete u ocho talles más. Sus ojos eran más oscuros. Pero no por el color, sino por su forma de observar.

_¿Señorita?_ Chasqueó los dedos frente a mi _¿Se encuentra bien?_

Moví mi cabeza saliendo de mis pensamientos. Mi boca era una gran "O". Estaba embelesada por su belleza natural.

_S-sí Gustavo. E-estoy..._ No podía alejar mi vista de él. Aunque si lo seguía observando, con esas prendas, a mis ojos les daría cáncer _Debes cambiarte esa ropa. Te queda demasiado grande y fea para tu edad_

_P-pero su padre no utilizaba ropa más chica. En el armario no hay nada de mi talle. Lo he visto antes_

_¿¡Cómo mierda te fijaste en el ropero si no más estuviste conmigo todo este tiempo!?_ Luego de esa pequeña alteración, pasé las manos por mi rostro. _No contestes_ Dije justo antes de que respondiera con ese tonito raro que lleva. Además de siempre tratarme de "Tu" _Vamos, debo llevarte a comprar algo de ropa_ Tomé su mano y caminamos hacia fuera.

Cuando me di cuenta, lo solté dando un respingo. Me disculpé y seguimos caminando. Tomamos el colectivo hacia el centro. Era menos costoso.

Dimos varias visitas por los locales. Nada era del agrado de Gustavo. Sin embargo no me di por vencida y fuimos a visitar una última tienda. Sus paredes eran completamente negras, llenas de grafitis. Había primeras colgadas dentro. Y de fondo se escuchaba una canción de Red Hot Chilli Peppers. El comerciante era un chico tatuado de pies a cabeza. Tenía espanzores en sus orejas y un corte de cabellos bastante peculiar. Aún así nos atendió con una sonrisa en el rostro.

_Buenas tardes. ¿Qué puedo ofrecerles?_ Se acercó a mi. Gustavo miraba un maniquí con varias prendas de cuero. Se lo notaba fascinado. Creo haber dado en el blanco con la última tienda de ropa.

_Necesito ropa para este chico_ Señalé a mi acompañante a lo lejos _Al parecer le gusta este estilo, ¿Podrías ofrecerle algo? Porque yo me rindo_

_Claro, no hay problema. Llamelo, ahora le traigo para que vea lo que tenemos_

Le dije los talles aproximados y se fue. Hice que Gustavo entrara conmigo hacia el sector de probadores. Él, continuaba curioso de toda la ropa. Esta vez, camisetas de todo tipo. Yo tomé asiento en una especie de sillón redondo color blanco.

El chico volvió con una pila de pantalones, camisetas y camisas entre sus manos. Cielos, iba a ser una tarde larga.

Gustavo se probó el primer conjunto. Camisa blanca y pantalón gris. No tenía otro calzado más que los mocacines de mi papá. Esos si le quedaban "pintados". Su pie no se había achicado ni un poco.

Salió de los bastidores y me mostró dando una pequeña vuelta sobre sí. Hice una mueca de disgusto. No le quedaba y menos con ese corte de cabello. De nuevo a probar otro conjunto.

Ahora una camiseta grisácea, con camisa de estampado camuflado y unos pantalones de ejército. Se colocó unos lentes del mostrador e hizo una pose firme. Posó rápido su mano en la sien haciéndome dar una carcajada.

_Eso definitivamente no_ Volví a reír.

Sacó los lentes de su rostro _Pienso lo mismo_ Mantuvo su mirada en el par de anteojos unos segundos _Aunque estos me gustan_ Los dejó en el mostrador y fue a cambiarse una tercera vez.

Pedí que apartaran los lentes para luego pagarlos. En realidad, si le quedaban bien.

Luego de varias prendas, Gustavo llamó al vendedor. Este hizo caso acercándose al bastidor. Intercambiaron unas palabras y luego dijo _Esperá, te falta una sola cosa_ Corrió hacia donde sería la bodega y volvió con una caja hacia el probador. _Ahora sí. Pontelos_ Le entregó la caja.

Él salió de los bastidores. Llevaba una chaqueta de cuero, camiseta negra con un logo de un fantasma y pantalones ajustados rotos en la rodilla. El toque final se lo daba el par de borcegos en sus pies.

Era hermoso. Más que hermoso, bellísimo. Era un angel vestido de negro. Sacó la chaqueta, le había hecho calor. En sus brazos marcaba levemente algunas venas. Sus manos eran grandes y sus dedos largos. Alto, el peinado hasta arriba le daba una estatura bastante predominante. Otra vez esa mirada penetrante. Mi vista era nula, creo que estuve enamorada de la forma en que le quedaban esas prendas.

_¿Y? ¿Qué tal?_ Sonrió algo apenado por mi forma babosa de mirar.

_Ten_ Dije tomando los anteojos de sol _El toque final_ Sonreí junto a él _Pareces un rockstar_ Ambos dimos una carcajada.

Pagué la ropa. Luego de que Gustavo eligió otras camisas y pantalones. Estaba impresionada, se veía muy bien.

_Tome señorita, la ropa le queda muy bien a su novio_ Dijo el muchacho entregándonos varias bolsas. Ambos abrimos lis ojos de par en par. Negamos, pero el chico hizo caso omiso.

Salimos de allí con varias bolsas en mano. Aún debíamos comprar un par o dos de zapatillas para él. Gustavo llevó tres bolsas en su mano izquierda y con la derecha tomó levemente mi mano libre llevándome hacia una zapatería. Me decía que vio un par de zapatillas muy lindas y que las quería. Al llegar a la vidriera note que seguíamos tomados de la mano. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, pero no lo solté. Creo que podría acostumbrarme a esto.

Ciudad de la FuriaWhere stories live. Discover now