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<< La sociedad ha logrado que bajemos la cabeza y sigamos cada uno de los pasos que impone. Una pareja, buenos estudios, amigos. Son algunos de los "gajes" de oficio del ser humano para normalizarse con sus pares. Sin embargo, un cisne negro no durará mucho tiempo desapercibido entre tantas plumas blancas, hasta que los demás cisnes se espanten ante tanta belleza y quieran apartarlo.>>

_ ¿Qué está pasando acá? _ Dijo Daniel en un grito viendo el pequeño drama que se había formado en el patio de nuestro colegio.

Los tres comenzaron a pelear con palabras a los gritos, yo solo observaba desde mi asiento, aún con una galleta que Héctor me había dado antes de que este revuelo tomara cuerpo. Dejé de escuchar sus gritos, solo veía como tres chicos movían sus labios en silencio y con gestos fruncidos; estaban enojados o eso me parecía. De un momento a otro, veo como dejan de ser tres y pasan a ser dos. El chico nuevo me hizo una seña mientras me tomaba de la mano desocupada, ambos nos alejamos de la discusión. Todo se movía tan lento y a la vez tan rápido, yo solo lo seguí mientras terminaba mi galleta y relamía los restos que quedaban en mis labios. El sonido del timbre de receso hizo que volvieran todos mis sentidos a la normalidad, ya estaba lejos de la pelea, sin embargo el chico nuevo no estaba junto a mi.

Estaba en el pasillo de las aulas, varias personas chocaban contra mis costados haciendo que me moviera levemente hacia atrás. Inhalé lo más hondo que pude y caminé en dirección hacia mi salón de clases, me sentía tan perdida y a la vez tan orientada en mi objetivo de llegar a mi asiento.

_ ¿Gise? ¿Estás bien? _ Héctor fue el único en hablarme.

_No tenía ganas de escucharlos pelear_

_ Perdón, no tendría que haberle seguido la corriente a Gustavo _

_ ¿Gustavo?_

_ Adrián, perdón, se me confunden los nombres_

Sentí una mala vibra en aquel momento; en primer lugar, no hay nadie más en nuestro curso que se llame Gustavo, Segundo, no logro entender la razón por la cual estos dos tienen conflictos, él mismo lo miró con mala cara desde que entró al salón de clases. Sin embargo, decidí dejar de lado aquellos pensamientos y escuchar a quien sería una especie de novio mío, que acababa de aparecer en frente.


"Puedo sentir como las pequeñas brisas calientes del verano hacen presencia. La temperatura aumenta y los abrigos deben ser guardados hasta la próxima temporada de invierno. Al menos así, puedo evitar pensar en el frío interno que recorre mi cuerpo, culpa de la soledad y mi tristeza. Sin embargo, una pequeña llama se enciende lentamente dentro de mí; esas personas, a las que llamamos amigos, me ayudan a reavivarla poco a poco"


Luego de una semana de preparativos y discusiones sobre fechas de evaluaciones, por fin llegó el viernes. ¿Es posible que los profesores sean tan desagradables al momento de poner notas? Además de tener que terminar de organizar el baile de egresados entre todos, también fue necesario estudiar para los últimos exámenes, terminar trabajos teóricos y hacer tareas que cuentan como calificaciones para cerrar el año. Uno de los trabajos teóricos por entregar era acerca de las dos presidencias de Juan Domingo Perón en Argentina, como terminé por ser la única cercana a Héctor, dispusimos de ir a su casa y hacer juntos el trabajo final de Historia.

Preparé mis cosas en una mochila y salí decidida a tomar el colectivo hacia la dirección de la casa de Héctor. Mientras caminaba hacia la parada, Gustavo se cruzó en mi camino. Su rostro se notaba pálido, su mirada cansada y llevaba ropa negra; típico de un demonio.

_ ¿Gise?_ Su voz ronca y grave retumbó por mis oídos al sentirlo más cerca.

_ Gustavo _ Rodeé los ojos, estaba en frente mío y quise evitar su mirada.

_¿Cómo estás?_ Él intentó abrazarme, pero se lo impedí oponiendo mis manos en su pecho.

_ ¿Acaso eso te importa? _

_ Claro que sí, tu me importas mucho _ Nuestros ojos se conectaron, pude introducirme en el celeste de sus iris y notar como sus pupilas se dilataban, estoy segura que las mías también se agrandaron. Pero, recordé que él me estuvo mintiendo todo este tiempo y yo, tuve que apartar la vista.

_ Según mi padre, tu quieres matarme _ Volví a mi paso normal, rumbo a la parada del móvil.

_ ¿Puedes dejarme explicarte? Verás que todo tiene sentido si escuchas lo que te digo. Además, si te quisiera muerta, hubiera dejado que tu profesor poseído te matara o que ese demonio te poseyera en tus sueños y no la estarías contando ahora. _ Dejé de caminar, por unos segundos los recuerdos de él salvándome de mi profesor desplegando sus alas, cuando desperté y estaba en frente mío preocupado por mi mal sueño, hasta ese mismo día que me cuidó de mi fiebre. Todo eso no lo hubiera hecho si me quisiera muerta, de seguro me hubiera dejado sufrir. Por otro lado, igualmente recordé el día en que la policía llegó a mi casa, yo estaba sola, asustada siendo que hacía varios días no sabía nada de mi mamá; ellos la encontraron, sin vida. Estaba destrozada por dentro y por fuera. Desafortunadamente tuve que ir a reconocer su cuerpo, sin duda alguna era el bello rostro de mi madre, lleno de sangre seca; sus ojos cafés reflejaban el temor hacia aquello que la había atacado y su cuerpo tenía marcas que relataban la lucha por seguir viva para volver a casa.

_ Déjame en paz, Gustavo. Tengo que ir a la casa de Héctor a hacer el trabajo de Historia. Por lo que sé, tú tienes que hacerlo con Chloe y es mejor que se apuren porque con esa chica vas a tardar una eternidad _ Aceleré mi paso hacia el grupo de gente, a lo lejos, el bus que debía tomar ya se acercaba.

_ Héctor no es de confianza _ Dijo en voz alta, yo ya estaba haciendo la fila y varias personas se dieron vuelta al escuchar que mi compañero alzó la voz.

_ ¿Por qué? _ Enarqué una ceja, ya incrédula de lo que pudiera llegar a decirme acerca de él.

_ Sólo déjame ir contigo, él puede hacerte daño _

_ Es solo un chico tímido que no sabe socializar, dudo que me haga algo malo_ Contesté restándole importancia.

_ Por favor, créeme, al menos en esto_ Tomó mi mano antes que yo pudiera subir a las escaleras del autobús, di media vuelta mirando en su dirección; sus ojos yacían llorosos y demostraba una mueca de preocupación. Mi corazón se ablandó un poco, pero eso no impidió que yo me soltara de su agarre y entrara de una vez por todas. Las puertas se cerraron dejando ver a Gus del lado de afuera por las ventanillas; yo ya había pagado el boleto, caminé unos pasos para sentarme y comenzar a derramar algunas lágrimas, vaya a saber si por la rabia, la tristeza del recuerdo de mi madre o el dolor de las mentiras de la única persona con la que me sentía bien en este mundo.

[...]

Llegué al edificio de Héctor, aún retumbaba en mí cabeza todo el revuelo interno que Gustavo armó. Había tocado el timbre con el número de departamento que mi amigo me dio, piso 6, puerta 66.  No recibí ninguna respuesta por parte del portero eléctrico.

_ Gise _ Sentí una mano en mi hombro, di media vuelta chocando con la imagen de Gustavo; este tipo me había seguido hasta aquí.

_ A vos te chupó un huevo lo que te dije ¿No? _

_Dale, no entres, vas a ver que Zeta es un hijo de puta _

_ ¿Zeta? _ Arqueé una ceja _ Entonces sí se conocen _

_ Sí, él era mi compañero cuando tu mamá..._ En seguida calló y yo entendí todo, él también fue parte de todo este desastre que es mi vida.

_ Pero... _

La puerta de entrada hizo ruido, por instinto voltee para ver quien abría, Héctor se hizo presente con una sonrisa de oreja a oreja, como habitualmente se mostró durante toda la semana conmigo. Ambos nos saludamos  con un beso en la mejilla, miré hacia atrás, pero Gustavo ni siquiera estaba allí, disimulé mi preocupación y ambos entramos al edificio


"Mamá, mami, ma... ¿Estás ahí? Me siento tan sola. La personas me mienten, no sé en quien confiar. Papi, Pa... ¿Me puedes cantar una última vez? Quiero dormir, ya no quiero despertar"

Ciudad de la FuriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora