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"No me sorprendería en lo más mínimo que otra persona buscara mi muerte"

Parecía una habitación de interrogatorios, como las películas yankees, no había nadie pero sentía que alguien nos estaba vigilando, una presencia pesada en mis hombros. Ella del lado del escritorio y yo en una silla más chica intentando parecer menos preocupada de lo que estaba. Siempre me dio inseguridad la oficina de la directora, los malos recuerdos vienen a cuando me hacían bullying por creer que estaba loca.

"_Gisel, sé muy bien que estás pasando un mal momento, pero debes integrarte al grupo de amigos_ Ella decía con pesadez en su voz, una vez más _Te vendría bien hacer nuevas amistades_

_Ellos no me quieren cerca. ¿Cómo espera que haga amigos?_ Jugaba con mis dedos que sobresalían de las largas mangas de mi camiseta. _Según ellos estoy loca y voy a querer matarlos también. ¿No puedo volver a tener clases en mi casa? ¿No es mejor que me quede encerrada como el animal que me creen?_

_No Gisel, en el testamento de tu padre está explicito que debes asistir físicamente al colegio. Sino deberás ser llevada con tu tía en Córdoba_

_No... Con ella no_ Una sensación de golpe en la cabeza hizo que me irguiera de repente, recordando las duras palabras de mi tía. "¡Las señoritas se sientan firmes! ¡Debes respetar a tus mayores! ¡¿Cómo es que tus padres te han malcriado así?!" Seguido de varios varillazos  en la parte trasera de mi cabeza. Una maldita mujer criada con ideales del siglo XVIII, la cual en lo único que pensaba era que había gastado sus mejores años de vida en un hombre que la abandonó meses después de casarse y dejarle un hijo por nacer."

_Solo quiero saber que hiciste el día en que encontraste al profesor Sliakonis en la sala de maestros_ Obviamente mi pulso se detuvo, yo seguro estaba pálida y mis ojos desorbitados; sin embargo intenté no pensar en aquello e inventar una excusa que no tuviera que ver con ángeles y demonios.

_Él me había pedido charlar, no tengo idea de que. Solo fue a buscarme al aula y me retiró_ Mis ojos se alejaron del rostro de mi mayor para fijar la mirada en una fotografía de San Martín sosteniendo la bandera de Argentina.

_Sí, pero tu saliste de la sala gritando que estaba muerto. ¿Qué pasó ahí?. Sé que contestaste esa pregunta en el interrogatorio de la policía, pero te lo pido por favor, necesito que lo contestes de nuevo_

Opté por contar la mejor historia improvisada que pude _Él..._ Él cerró la puerta de la habitación con llave _Me dijo que había estado preocupado por mis calificaciones de la última prueba_ Dijo mi nombre y que era descendiente de algún tipo de diosa _Me propuso ayudarme para volver a levantar las notas. Al último..._ Al último casi me asesina con una daga pronunciando que acabaría conmigo gracias a ella _Comenzó a quedarse sin aire y cayó al suelo, tieso. Yo no supe que hacer, así que salí pidiendo ayuda. ¿Qué otra cosa podría hacer sino?_ Una lágrima de terror al recuerdo hizo presencia en mi mejilla izquierda. 

_¿Estás segura que eso fue todo lo que pasó?_

_Lo estoy_ No pude, no me contuve, mi rostro estaba despedazado en lágrimas ni siquiera alzando la vista podría hacer que ella me creyera más de lo poco que estaba en esos momentos.

_Sabes... Alguien me dijo que cuando saliste estabas agitada y tu ropa desordenada_ Mi mayor se levantó de su cómoda silla y se sentó en la más pequeña, a mi lado. _No te pasará nada, solo debes contarme la verdad. Te lo digo en serio, no quiero que te sientas mal o con la sensación de que no pudiste hablar. Dime ¿El profesor Sliakonis hizo algo más que charlar contigo?_

Mis ojos se abrieron de par en par, claro, estaba todo en una situación totalmente descolocada. Ella creía que el profesor amigo de todos, aquel que no mataba ni una mosca, que daba su vida para el colegio en el que trabajaba, era tan solo una fachada para poder aprovechar su posición con las alumnas. No permitiría que creyera eso, no soy aquella persona que ensucia el nombre de otros solo para salir bien parada; además, de los muertos no se habla ya que ellos no se pueden defender.

Ciudad de la FuriaWhere stories live. Discover now