Vergüenza

3K 304 21
                                    

El amor te hace cometer estupideces, eso es un hecho comprobable del que puedo ser testigo ante mis propios actos. Ni siquiera tengo que ir mucho en el pasado pasado para empezar a contarlos porque justo me encontraba bajo decisión propia con un vampiro a solas en un coche aparcado a un lado de la carretera. Estaba seguro que mi fobia no se había desvanecido como por arte de magia, desgraciadamente así no es como suceden las cosas con el cerebro humano, pero el amor hace cosas sorprendentes con la mente, cuando amas a alguien eres capaz de todas la irracionalidades posibles y entre ellas renunciar a los instintos más básicos de supervivencia.

Las fobias no son bonitas, pero de alguna manera sirven como autodefensas, al menos la mía lo fue al no ser del todo irracional y protegiéndome de tener un nuevo encuentro con una posible muerte espantosa, bueno, hasta el día de hoy...

La piel de Edward podía ser fría como el hielo pero a cada rose sentía como si me fuera a quemar una llamarada, no íbamos a tener sexo eso es seguro y hay que aclarar que aunque nuestro nivel de estupidez estuviera por las nubes mi salud era lo suficientemente mala como para detenernos. Aún así nos encontrábamos en la misma posición en la que estábamos antes de que Bella nos interrumpiera.

Llegamos de nuevo a ese punto después de que me volviera a dar un ataque de pánico al acercarnos a su casa, volví a querer escaparme, incluso abrí la puerta del coche con el auto en movimiento, frenó en seco, me tomó de la cara y me volvió a calmar con besos. Fue tan difícil hacer que las cosas no subieran de tono, tanto, que no lo logramos. Pero paramos tan pronto como recobré la calma. De alguna manera me sentí culpable por estar actuando como un loco, aún si no podía controlarlo, pero es que estaba arruinando todo.

—Te llevaré a cenar y te dejaré en casa... Creo que ya fueron suficientes emociones por un día y talvez no estemos tan listos para el resto de las confesiones. Al menos no por hoy.

—No soy un niño, puedo soportar...

—No, no puedes —dijo para mirarme con preocupación—. Estamos hablando de algo bastante serio y lo que menos quiero es hacerte daño. Hay que tener paciencia, resolvamos esto otro día.

—Edward...

—Roy, no estás arruinando nada, y tampoco es tu culpa.

—Estoy haciéndolo más difícil.

—No. Ya era difícil desde antes. ¿Qué persona racional no tendría un ataque de pánico al ir a una casa llena de vampiros?, Yo soy el idiota que no lo pensó bien. Y en cuanto a lo otro... Tengo mucho que no me gustaría que supieras, cosas que creo que solo te harían alejarte más de mi, así que esto de posponer las confesiones feas es por mi.

—Igual debería poder manejarlo. Estamos hablando de; el médico que se preocupa por hacer mis estancias en el hospital más agradables, de una mujer que es más mi madre que la mujer que me trajo al mundo, de Rosalie y Alice que me molestan como a un hermano, de Jasper que se ha sentado para ser mi terapeuta, de Emmett que me ha defendido de casi tantos idiotas como Jacob... Y de ti que te amo.

Me abrazó pegándome a él, beso mi hombro y terminó una línea hasta mi cuello antes de tomarme del cabello y acercarnos para volver a devorar con hambre mis labios. No sabía si pretendía distraerme o si de verdad la atracción entre nosotros estaba yendo tan lejos, o las dos... Pero igual lo seguí, igual me deje llevar, igual le permití tocarme el trasero cuando su mano bajo de mis muslos acariciando todo el camino. De no ser por el terrible dolor de cadera que recibí por mi actual estado de salud habríamos terminado lo que empezamos. Fue parar en seco, y aún así me sonrió y me dió un beso tierno en la punta de la nariz.

—No te preocupes — rozó mi labios de manera dulce—. Puedo ser paciente, ya te lo había dicho... ¿Pero si, podemos volverlo a intentarlo lo más pronto posible?

Royal SwanWhere stories live. Discover now