II

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¡Una nueva amistad!

Pasaron siete años, tiempo desde que el mundo, en especial la aldea mas antigua de todas, vio morir a varios de los shinobis mas fuertes y honorables que la aldea haya tenido el gusto de tener. De estos se destacan el Yondaime Hokage y su esposa la Habanero Sangrienta, quienes se sacrificaron para derrotar y alejar las garras del Kyuubi de su único hijo, el supuesto "héroe y salvador" de Konoha.

Hablando de él, desde que tiene uso de consciencia, lo único que el ha conocido es soledad. Se podría decir que ha vivido sin pena ni gloria, aunque eso sería no hacer justicia a su decadencia emocional a lo largo de los años. A pesar de que los habitantes de la aldea sabían y podían distinguir entre bestia y carcelero, Naruto pasó de ser percibido por la gran mayoría de la gente. 

Y eso podía deberse a varios factores, por un lado, aun existía un cierto rencor por parte de los aldeanos afectados que sufrieron la pérdida de algún ser querido aquel diez de octubre hace siete años, quienes al ver al jinchuuriki, a pesar de que su contenedor no tenia la culpa, la bestia dentro de el si la tenia en gran parte. Por otro lado, el pelirrojo no era alguien especial, hasta ahora no había demostrado algún talento en particular, no destacaba en inteligencia como un Nara, en jutsus como un Uchiha, en fuerza como un Akimichi, o en alguna de las disciplinas básicas como el taijutsu, o el uso de herramientas como shurikens.

Pero eso era lo de menos, solo eran factores externos que tenían solución, el verdadero problema radicaba dentro de la mente del pequeño de ojos azules, quien a pesar de su corta edad, su modo de vivir lo había empujado a madurar un poco mas que el niño promedio de su edad. Por convicción propia, el pensaba y creía con fervor y tristeza que no tenia un propósito en la vida mas allá de ser el contenedor de una poderosa bestia.

Por herencia genética de su madre, sus reservas de chakra eran anormales en el buen sentido, pero esto traía consigo muchos problemas para su corta edad, principalmente por no ser precisamente bueno en el manejo de chakra. Tanto poder bruto pero sin un catalizador, no servia de nada.

Naruto era el tipo de persona que siempre hallaba hasta la mas mínima excusa u oportunidad para hacer obras buenas, en un intento de que la gente lo reconociera y supieran que tenia mucho por dar, pero en el fondo sabía que esto no era mas que una falsa realidad que el mismo se imponía, sabía que en este mundo conflictivo tenia que lograr cosas grandes para ser respetado.

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--Muy bien alumnos, la clase ha terminado, pueden retirarse el dia de hoy, nos vemos mañana.-- Decía el profesor, un moreno con la vestimenta típica de los chuunins, cabello largo y castaño atado con una cola de caballo en punta, y con una cicatriz en su nariz que lo hacía resaltar mas entre los shinobis instructores.

Los estudiantes también se despidieron de su profesor, y se retiraron de forma ordenada del aula, estando un pelirrojo que ya todos conocemos al final de la multitud, dispuesto a irse también.

--Naruto, ¿puedes quedarte un momento por favor?-- Dijo a modo de pregunta, pero aun con un tono firme.

El mencionado se sorprendió un poco por la petición del maestro, pero aun así decide quedarse. Camina hacia el frente del aula, bajando por los escalones que cruzaban por la parte media, y al llegar, se recarga en la mesa de la primer fila con los brazos cruzados.

--¿Para que me mandó a hablar, Iruka-sensei?--

--¿Que te está sucediendo, Naruto?--

--¿De que habla?--

--No me mientas, desde que entraste a la academia, no he visto un buen progreso.--

--¿Que quiere de mi? ¡Hago las tareas que piden, paso las pruebas, tal vez no sea tan habilidoso como el Uchiha, pero hago lo que puedo para superarme!-- Decía el Uzumaki intentando mantener la calma.

Naruto - Ojos de HalcónWo Geschichten leben. Entdecke jetzt