Segunda Parte CAPITULO 4

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Diego Alexander West A.

Salgo de UCI para llamar al hotel y pedir que trasladen las cosas de Alice a mi habitación pero al llegar a la recepción encuentro al mismo hombre que estaba en el restaurant en el momento que Alice se desmayó, está hablando con una de las enfermeras.

Hago memoria ya que sé que lo he visto en algún otro lugar y a mi mente viene la imagen de aquel día que el padre me propuso ser el esposo de su hija, Alice estaba en estacionamiento discutiendo con ese hombre...

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-. Hijo, sé que lo que te pido es mucho y que solo quieres vender y olvidarte de lo que vivieron aquí

-. Señor tiene que entender que muy aparte de mis planes ya no estamos en aquellos tiempos donde los padres arreglaban los matrimonios de sus hijos y además dudo que Alejandra pueda aceptar su orden cuando se dé buena fuente que está muy enamorada de su novio – le explico – eso sin contar que ella es muy joven

-. No me refería a ella, sino a mi otra hija, hablo de Alice, ella si esta soltera te lo puedo asegurar – responde y lo miro sorprendido ­– ¿la conoces? – inquiere

-. No señor, aun no tengo el gusto – murmuro pensativo

-. Bueno eso lo podríamos solucionar, quizás un encuentro te ayudaría a tomar mi oferta – ofrece

-. Preferiría que no – me mira intrigado – por lo menos no todavía, sabe que prefiero no revelar mi identidad y de aceptar me gustaría que ella me conociera en otros términos – explico

-. Entiendo

-. Señor puedo entender lo de su enfermedad pero no me parece correcto forzar a su hija a casarse yo además quiero vender mis acciones y poder alejarme de Tenerife

-. Siendo así creo que debes de saber que tu madre impuso una condición para que pudieras vender las acciones – lo miro confundido cuando ella murió y se leyó el testamento no dijeron nada de ningunas condiciones – veras sé que eres el indicado para aceptar mi propuesta porque tu madre al embarazarse de tu hermana vino a mí y agrego estas condiciones – me entrega una carpeta y al leer su contenido veo lo absurdo que es todo esto – como veras allí tu madre estipulo que si en un futuro deseabas vender las acciones, solo podías hacerlo estando casado

-. Pero esto es una locura – alego molesto

-. Lo mismo pensé en su momento pero me aseguro que tú eras una de sus preocupaciones ya que siempre fuiste dedicado a los estudios y dejaste de lado así como lo ha hecho mi hija tener una vida fuera de los negocios

-. Pues me niego a cumplir esta condición tan absurda

-. Pues de ser así perderías no solo gran parte de tu dinero sino también de tu hermana y ya que ella debe decidir si desea o no perder parte de su herencia deberás esperar hasta que cumpla su mayoría de edad – esto es una locura ¿en qué demonios estaba pensando ella cuando redacto estas condiciones? – ¿ahora vez porque eres la mejor opción para ser el esposo de mi hija? – inquiere

-. Están locos, tanto mi madre como tú – afirmo

-. Quizás pero así como tu madre yo deseo lo mejor para mis hijas

-. ¿Y crees que lo mejor es casarla con un completo desconocido que solo aborrece esta isla y no le ama? – pregunto

-. Pues ahora que lo dices si, la prefiero contigo que sé que eres el único hombre que jamás le haría daño y que la protegería, además Muchacho no te hagas el indiferente que en lo que te aclare que era Alice de quien hablaba tu mirada se ilumino como un parque de diversión – dice sonriente

Eras Tú - EditandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora