Midoriya Izuku, heredero del One For All, se ve involucrado en cierto incidente , al ser algo de lo que pudo encargarse fácilmente, decide no decir nada y seguir con su vida como estudiante y futuro héroe.
Aquí otro capítulo, espero que les agrade. Sé que tardo mucho en actualizar, pero es que últimamente no me llegan las palabras para describir lo que quiero, es muy frustrante.
Las personajes e imágenes de esta historia no me pertenecen, sólo los empleo con fines de diversión.
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Muchas cosas han pasado durante el fin de semana en el que Izuku y Ochako permanecieron en las habitaciones de la UA. Después de despertar su libido a un alto grado, la castaña no se separó del joven peliverde... Ni un minuto, lo seguía a todas partes, casi como cierta pelinegra lo hacía.
Tenían sexo donde fuera, incluso llegaron tan lejos como para hacerlo dentro de la escuela, específicamente en su salón de clases, sobre los asientos de todos sus compañeros y otro lugar un tanto perturbador.
Izuku no tuvo opción, nervioso y con sentimientos de culpa, tuvo que rendirse ante los deseos de su amiga, su nueva compañera sexual. Estaba muy sorprendido por lo directo que se había vuelto Ochako, pidiendo tener una cita, ya sea dentro de la escuela o fuera de ella, aunque siempre terminaban igual; con sus cuerpos sudorosos, cubiertos de sus propios fluidos, hasta desvanecerse por completo, esto en el caso de la chica, ya que Izuku tenía que encargarse de llevársela antes de que fueran descubiertos, en ese salón o en algún baño público del centro comercial... Las ventajas de entrenar su cuerpo todos los días.
Sus propios recuerdos lo sorprendían, la manera en la que se comportó cuando lo hizo por primera vez con sus dos compañeras. Izuku sabía que algo andaba mal con su cabeza, pero no importaba cuanto lo debatiera, no podía decírselo a nadie, tenía mucha pena, se limitó a tratar de resolverlo por su cuenta, pero ese pensamiento se iba al caño cada vez que Ochako pedía por su atención.
Pobre Izuku, puesto que sus problemas iban a volverse aún más grandes de lo que pudo haber imaginado.
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Era lunes, muy temprano en la mañana, se puede ver como algunos jóvenes de la 1 –A empezaban a llegar al edificio. Se saludaron, entraron a sus habitaciones, desempacaron lo que se llevaron a casa y se prepararon para comenzar otra semana en la academia.
Para suerte del peliverde, cierta chica de alta clase no había llegado aún. Sí, tenía mucha suerte, ya que en ese momento, mientras todos estaban preparándose para ir a clases, él y cierta chica compartían su cama, completamente desnudos, con ella encima de su cuerpo.
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-Mhh... - Lentamente abrió los ojos, parpadeando para acostumbrarse a la luz. Con cuidado hizo a un lado a la chica. Cuando se sentó en la cama y se fijó en ella, no pudo evitar sonrojarse y tapar su rostro con fuerza -¿P-Por qué.... ¿Por qué me pasan estas cosas a mí? –Se sentía muy culpable – Yaoyorozu-san... Uraraka-san... Yo... ¿Qué les he hecho? – Añadió, refiriéndose al comportamiento de las chicas, y al propio. Sin querer, movió un poco la cama, hizo que la castaña reaccionara - ¡¿Mm?!
