Capítulo 3

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Aquel lunes por la mañana, Josy abrió los ojos y bostezó. Frunció el ceño cuando sintió un peso a su lado. El castaño, quien ya tenía dos semanas viviendo con ella, estaba babeando mientras dormía. Ella lo pateó fuera de la cama y él ahogó un grito cuando el golpe seco resonó en toda la habitación.

—¡¿Por qué?! —exclamó Jacob indignado, asomando su cabeza por la orilla de la cama.

—¿Cuándo llegaste a mi cama? —cuestionó ella con el ceño fruncido.

—¿No recuerdas lo que hicimos anoche? —preguntó sugestivamente.

—Voy a matarte —susurró irritada—. ¿Qué ocurrió?

Jake se rio un poco pero luego se puso serio y se sentó junto a Josy.

—Anoche comenzaste a llorar de la nada. Me desperté y vine a ver qué andaba mal. Luego de unos minutos logré que te calmaras. Pero cuando me iba, me dijiste que me quedara. No pude negarme.

Josy le miró confundida. Ella realmente no recordaba nada de la noche anterior.

A menos que...

La castaña abrió los ojos como platos y se levantó corriendo al baño. Su ceño se frunció demasiado al Levantar su camiseta y ver en su abdomen una marca, “A”.

¿A?

A.

—¿Qué diablos es esto? —susurró sintiendo el frío apoderándose de su cuerpo entero. Algo detrás de ella cayó al suelo—. Mierda. No otra vez.

Josy tragó fuerte. Se agachó para recoger la botella plástica de shampoo que había caído al suelo y volvió a ponerla en su sitio. Se lavó el rostro y terminó de llenar sus necesidades, aún con la piel de gallina por sus agudos sentidos en espera de que algo ocurriera nuevamente. Pero nada ocurrió —gracias al cielo—. Josy salió del baño y se encontró con Jake en la cocina, quien la observaba con detenimiento y una de sus castañas cejas alzadas.

—¿Todo está bien? —cuestionó poniendo un sándwich frente a ella.

—Gracias —sonrió con algo de timidez—. Todo está bien —una mentira disfrazada de de una segura afirmación salió de su boca—. Tuve un mareo. Pronto tendré mi período. Eso suele pasar.

—Ya veo —la miró inseguro—. Me has asustado. ¿Deberíamos ir a la tienda a buscar toallas?

—Sería conveniente —asintió Josy tratando de ocultar lo vergonzoso que aquello había sido.

—Entonces iremos al salir del trabajo. Ahora mueve tu trasero y termina de comer. Tienes que ir a la universidad y yo tengo que ir a la escuela —la reprendió señalándola con su dedo.

Josy casi se atraganta mientras comía a una velocidad que fuera suficientemente rápida para Jake. Ambos salieron juntos del apartamento y del edificio. Josy comenzaba a sentir la frustración de no poseer un vehículo.

Después de la primera parada, ambos se separaron. Cuando Josy llegó al campus, exhaló profundamente al darse cuenta de que, así como ya hacía varios días, aquel en particular no se salvaría del aguacero que las densas nubes oscuras presagiaban.

Se adentró a la facultad frotando sus hombros con sus propias manos, en un torpe intento de proporcionarse algo de calor. El clima estaba extrañamente frío aquella mañana. Por lo general, las lluvias en California se daban muy rara vez. Aun así, ese día, inclusive vistiendo un suéter bastante grueso, Josy moría de frío.

Lo peor fue que ella parecía la única realmente friolenta. Pues el resto de las personas que ahí estaban —aunque abrigadas—, tenían un semblante bastante normal y corriente.

La castaña contuvo un gemido de dolor, cerrando sus ojos con fuerza y apretando sus labios lo más que podía. La marca que encontró dibujada en su abdomen al despertar, ardía como el infierno. Y el mismo ardor le traía escalofríos que la recorrían entera.

De repente recordó la letra A tatuada en su piel y volvió a sentirse confusa de lleno. ¿Qué se suponía que aquella letra debía significar?

Josy sabía perfectamente que todo aquello era algún acontecimiento paranormal como a los que lastimosamente se había acostumbrado desde que él había entrado a su vida. Sin embargo, desde que había partido, todo aquello había cesado un poco.

Aunque sabía de dónde venía todo aquello, a Josy aún se le ponía la piel de gallina por el pánico que ello le causaba.

El resto de su día continuó sin acontecimientos dignos de mencionar, salvo algún que otro llamado de atención por parte de sus profesores al notar lo distraída que estaba la castaña aquel día.

Durante toda la mañana, no se cruzó ni una sola vez con su rubia amiga. Parecía que ese lunes no se había sentido muy bien. Josy salió de su última clase y comenzó a caminar con la mirada perdida. Su cuerpo chocó contra un pecho bastante musculoso, y un intenso aroma a colonia masculina la hizo salir de su pequeño universo.

—¡Lo siento tanto! —se disculpó ella levantando la mirada. Se encontró con unos ojos cafés y una piel tan blanca como el marfil. Tenía el cabello negro y alborotado. Él era... Muy atractivo.

—Eso debería decirlo yo —sonrió algo avergonzado, dejando ver una perfecta sonrisa y haciendo que sus ojos se miraran más pequeños—. Andaba inmerso en mi mundo. Lo lamento.

—No —sacudió la cabeza—. La distraída fui yo.

—Dejémoslo en una disculpa doble, ¿Te parece? —volvió a sonreir con dulzura, haciendo que las mejillas de Josy inevitablemente se pusieran algo rosadas. Ella asintió poniendo un mechón de cabello detrás de su oreja—. Me llamo Aslan Morgan. Encantado de conocerte. Soy de la facultad de Comunicación Social.

¡Vaya! La misma de Amanda. —pensó Josy.

—Josy Gallagher, facultad de Historia Contemporánea. El gusto es mío —respondió estrechando su mano con una sonrisa.

—Bien, te dejaré continuar tu camino. Espero verte pronto —se despidió, y antes de que Josy pudiera responder, el chico ya se había ido.

Josy volvió a mirar al frente y comenzó a caminar. Llovía a cántaros. En la parada de autobuses esperó ansiosa que el suyo apareciera. Ya en él, tomó asiento junto a la ventana. El rasguño aún quemaba. Y su cuerpo aún estaba tan frío que ella tiritaba sin cesar, sintiendo como sus dientes castañeaban frenéticamente.

Casi llegó al mismo tiempo que Jake, quien le sonrió mientras tomaba la manija de la puerta.

—Casi hemos llegado juntos —sonrió el castaño.

—Así parece —ella alborotó su cabello con una sonrisilla de lado—. ¿Qué tal ha ido tu día hoy? —a Jacob se le descompuso el rostro.

—Preferiría que habláramos de ello más tarde —sugirió haciendo una mueca mientras entraban al local—. Prefiero contártelo en casa con más calma —puntualizó bajando un poco el tono de su voz.

—Vale, comprendo —sonrió ella dándole un corto abrazo—. Hablaremos en casa entonces.

Jake también sonrió, y luego ladeó su cabeza mirando por encima del hombro de Josy con disimulo.

—Oh —susurró—. Alguien ha regresado después de tanto tiempo...

—¿De qué hablas? —cuestionó Josy.

—Te observan —señaló disimuladamente con su cabeza en dirección a una de las mesas.

Josy caminó al mostrador y se puso detrás de él para echar una mirada disimulada a la clientela del local. Repentinamente, al encontrarse con aquellos ojos oscuros, sintió sus piernas flaquear y su mente dejar de responder.

Ahí estaba él.

FLAMES [LIBRO II: THE DEVIL STILL LOVES] (EDITANDO)Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora