Capítulo 21

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Josy despertó, sintiéndose pesada. Le llevó un par de minutos acostumbrarse a la claridad que entraba por la ventana. Miró el techo blanco, y las paredes cafés. Frunció el ceño al no reconocer dónde se hallaba. Pero al removerse entre las sábanas blancas, aquel dulce y familiar aroma la inundó entera. Ella jamás había olvidado aquel olor. Lo amaba tanto.

El aroma de Ethan Evans.

Se removió, presionando contra su rostro las sábanas. Sus ojos se cristalizaron al recordar todo lo ocurrido. Y cómo había sido salvada por el pelinegro. Se levantó de golpe y salió de la habitación dando pasos torpes. Su ropa había cambiado. Ahora usaba una camiseta negra de Ethan en vez de la que su hermano le había puesto antes.

Llegó a la cocina y vio a Ethan. Estaba bebiendo un café mientras revisaba su celular.

Es el mismo.

—Ethan —susurró ella cayendo de rodillas frente a él y con las lágrimas desbordando sus ojos azules.

Él levantó la mirada y le sonrió con dulzura. Dejó la taza y el celular en la encimera y se levantó con cuidado del taburete en el que estaba sentado. Caminó hacia ella y se encuclilló.

—Buenos días, princesa —susurró secando sus lágrimas—. Ha terminado todo.

Josy se lanzó a sus brazos y comenzó a llorar desconsolada. Ethan sintió algo doler en su pecho. Cuánto había deseado volver a abrazar a Josy todo aquel tiempo lejos. Todo lo que habían pasado ambos en su lejanía había sido un martirio. Tantas noches deseando dormir junto a ella. Tantos días añorando su mirada. Tantos meses sintiendo el vacío que la ausencia de su pequeña había causado.

—Te he echado de menos —continuó acariciando su cabello con delicadeza.

—Perdón —susurró ella. Ethan frunció el entrecejo.

—¿Por qué? —cuestionó él.

—Por no escucharte —respondió con un hilo de voz.

Ethan la rodeó con los brazos y se levantó sosteniéndola. La sentó en la encimera y se paró frente a ella poniendo sus piernas a cada lado de su cintura. Acarició su mejilla.

—Eres testaruda —reconoció sonriendo—. Pero el que debe disculparse soy yo —hizo una mueca—. Fui un completo imbécil.

—No —sacudió la cabeza—. Me protegías.

Ethan suspiró y junto las frentes de ambos. Cerró los ojos sintiendo cercano el aroma floral de la muchacha.

Tan agradable, pensó.

—Igualmente necesito enmendar todos mis errores —comenzó él en un susurro apacible. Acariciaba con suavidad su mejilla, ahora sonrojada. Y a aquella corta distancia, podía oír a la perfección los latidos erráticos de su corazón.

—¿Cómo? —se atrevió a preguntar en un susurro.

Ethan abrió los ojos y detalló su rostro. Se acercó a ella y depositó un corto beso en su frente.

—Quedándome a tu lado por toda la eternidad —respondió con voz aterciopelada—. Y amándote hasta que te canses de ello.

—No podría hacerlo —intervino Josy sintiendo su corazón casi explotar.

—Entonces, mejor así —continuó el pelinegro con una sonrisa de lado. Besó la punta de su nariz y se separó de ella—. Puedes ir al baño, en la estantería de mi habitación hay cosas nuevas que puedes tomar. Preparé el desayuno —le dijo amablemente y ella sonrió asintiendo.

FLAMES [LIBRO II: THE DEVIL STILL LOVES] (EDITANDO)Where stories live. Discover now