Capítulo 22

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Ethan miró el techo de su habitación. Suspiró, y llevó sus ojos hasta Josy, quien descansaba plácidamente en su pecho. Su respiración, y también sus latidos, eran completamente apacibles. Su rostro denotaba tranquilidad. Y aquello llenaba a Ethan de alivio. Aún seguía arrepintiéndose de haberse alejado tanto tiempo, aun sabiendo lo mucho que Josy había necesitado de él. Había presenciado sus incontrolables sollozos pidiendo por su regreso.

Y aun así, no regresó.

A su mente, llegaron recuerdos efímeros. Su madre, su abuela. Especialmente esta última. Quien había cuidado de él hasta el día de su muerte. Ninguna de las dos merecía estar condenada por su culpa. Julia habría vivido una larga vida de no haberse topado con Amon. Se habría casado con un hombre normal, habría tenido hijos normales. Y finalmente, habría muerto por vejez y no por culpa del hijo que engendró.

Ethan se había enamorado antes de un ser humano. Indudablemente aquella persona había sido Julia. Cientos de veces había revivido todos y cada uno de los momentos en los que Julia Evans había cuidado de él mientras su abdomen crecía. Y aquello bastó para tener un espacio eterno en su corazón.

Sintió el pecho apretado al darse cuenta de que siempre había tenido la capacidad de ver el pasado. Supuso que como sólo había visto cosas relacionadas con su madre, no se dio cuenta de que el poder que le había permitido salvar a Josy había sido el mismo pero con una intensidad mayor.

No apartó su mirada de la castaña mientras pensaba todo aquello. Verla tendida en su cama, apoyada en su pecho, después de haber pasado por todo aquello, lo hacía querer quedarse a su lado para siempre.

Al menos hasta que ella muriese.

Apretó la mandíbula y un nudo se hizo en su garganta. ¿Qué sería de él cuando no tuviera a Josy? Prefería quemarse en el infierno por la eternidad que perder a su pequeña.

La vida de los humanos era algo absolutamente perecedero. Efímera, como una estrella fugaz. Sobre todo para alguien como él, inmortal.

Sus brazos rodearon el cuerpo desnudo de Josy. Realmente no quería soltarle. Sentía que si se iba, la perdería. Quería protegerla hasta su último respiro.

No pienses en eso, se dijo a sí mismo. Podría acompañar a Josy varios años. Y siempre la recordaría como la persona que le dio calidez a su vida. La persona que volvió a hacerlo sentir humano.

Por primera vez en casi doce años, lloró.

Uh, qué desagradable, pensó al sentir las gotas caerle por los bordes de los ojos y el nudo apretar su garganta.

La última vez que había llorado, había sido cuando murió su abuela. Luego, se había vuelto casi de piedra.

Hasta que conoció a Josy Gallagher.

Y volvió a sentir.

Desde la primera vez que la vio en aquella habitación de hospital, algo dentro de él había reaccionado. Había sido entonces, la primera vez en años que se sentía humano nuevamente; justo en el momento en el que, por un instante, sintió lástima por ella.

Secó sus lágrimas y suspiró llevándose el antebrazo a los ojos.

Josy se removió y abrió los ojos lentamente. Se encontró con la mirada de Ethan cuando él había volteado a verle, y sus mejillas se pusieron rosadas.

—¿Cuánto tiempo llevas mirándome? —preguntó avergonzada. Ethan guardó silencio un par de segundos.

—No demasiado —mintió con una sonrisa—. Has dormido un buen rato. Caíste rendida.

FLAMES [LIBRO II: THE DEVIL STILL LOVES] (EDITANDO)Where stories live. Discover now