Capítulo 10

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Josy daba golpeteos con su bolígrafo en el escritorio con la vista fija en el papel. El aula estaba tan silenciosa que sólo podía oírse el tic tac del reloj de pared. Se llevó el bolígrafo a la boca y lo presionó contra sus labios, suspirando con frustración. Tras un par de minutos asintió al estar satisfecha.

Bueno, no tan satisfecha. Tal vez conforme era un adjetivo más correcto.

Al llegar al escritorio, entregó su examen a la profesora, quien la miró asombrada.

—¿Ha terminado ya? —cuestionó mirándola atenta. La castaña asintió algo avergonzada—. Usted nunca deja de sorprendernos, señorita Gallagher —finalizó con una sonrisa.

—¡Que va! —susurró llena de vergüenza—. Siento más bien que hoy no ha sido mi mejor día.

—Bueno —comenzó echándole una ojeada a las páginas que Josy había entregado—. Viéndolo por encima, no parece haber errores. La felicito.

—Gracias —respondió con una ligera sonrisa y en un tono de voz sumamente bajo.

Luego de haberse despedido, Josy salió rápidamente del aula hecha un lío de vergüenza. Apenas había estudiado para aquella prueba. Pensar en Ethan —quien por cierto, no se había aparecido más desde aquel día en la cafetería— no le había permitido concentrarse en absolutamente nada los últimos ocho días.

Por otra parte «A», parecía haberse vuelto parte de su rutina. Se aparecía al menos cada dos días, con rosas rojas y notas con caligrafía elegante. Fuera de la intriga que le causaba, y la encantadora forma en la que él se expresaba, todo aquello no dejaba de resultarle escalofriante.

Josy sintió un escalofrío al recordar la última nota que le había dejado:

«Ten cuidado con Ethan. No quiero que vuelva a lastimarte.»

Aquello había sido la tarde anterior, y a diferencia de las veces anteriores, en aquella oportunidad había dejado dos rosas.

Aquellos “regalos” comenzaban a acumularse en su habitación. Pues había algo que le impedía a Josy tirarlos.

¿Acaso «A» estaba relacionado con Ethan de algún modo?

Probablemente sí.

¿Se habían visto alguna vez en persona?

No estaba segura. De algún modo su personalidad se le hacía terriblemente familiar, y su esencia también.
La chica, aparte de terror, no dejaba de sentir curiosidad. Desde que había conocido a Ethan había tenido que acostumbrarse a cientos de cosas con las que no se sentía precisamente segura. Y lo paranormal no se quedaba atrás.

Josy había tenido que lidiar con horribles pesadillas y sucesos que le quitarían el sueño a cualquier persona. Había estado en contacto con todo aquel mundo desde el principio, sin darse cuenta que su ex novio había sido la primera causa.

Pero esto era diferente.

Demasiado.

«A» se comportaba de una manera más… suave. Menos hostil. Aunque siempre tiraba algo al suelo para avisar que había llegado y para avisar que se había ido. Pese a que nada más el cambio de temperatura repentino alertaba a Josy.

Él parecía no llevarse demasiado bien con Ethan. Sus notas se lo habían dejado bien claro. Lo cual hacía a Josy dudosa. Ella conocía lo suficientemente bien a Ethan como para saber que no era malo. Al menos no del todo.

Pero «A» tampoco parecía serlo. Aunque ella sabía a la perfección que no todo era lo que parecía. Aun así, no podía evitar querer averiguar más y más sobre quién era su frecuente visitante. Fuera malo o no, Josy se sentía atada a la curiosidad; preguntándose a sí misma si algún día se presentaría formalmente frente a ella.

—Josy —la saludó Aslan apoyado debajo del árbol. Amanda aún no llegaba. Estaría en alguna prueba importante, así como ella. La castaña sonrió, pero luego frunció el ceño al recordar que él y la rubia se suponía que estudiaban juntos

—Aslan Morgan —comenzó—. ¿Es que acaso nuca tienes clases? ¿O te encanta saltártelas porque eres un chico malo? —enarcó una ceja.

—Puede que hayas acertado en lo segundo —le siguió el juego.

—Creo que estás algo mayorcito para actuar así. Esto no es el instituto —lo reprendió—. Si sigues así, jamás vas a graduarte.

—¡Que va! —dijo él restándole importancia—. Tengo el mejor promedio de mi departamento —presumió—. De no ser así, no me saltaría las clases. Es algo aburrido. Desde pequeño adoro mi campo, y me dediqué a estudiar más que cualquier otro. Pero al llegar aquí, me di cuenta de que sabía demasiado. Así que las clases comenzaron a resultarme algo tediosas. Espero con ansias cuando toquemos algo nuevo.

—Pero, aun así. Saltarte las clases es algo…

—Quería verte —interrumpió. Josy se quedó muda—. Sólo me las he saltado cuando he querido verte —se rascó la nuca—. ¿Está mal?

—Lo está —respondió con las mejillas rojas y desviando la mirada—. Aunque sepas todo. Está mal.

—¿Por qué evades lo otro?

—No lo hago —volvió a mirarle—. Eso también está mal. No lo hagas más. Podemos vernos en los descansos si nuestros horarios coinciden.

—No quiero eso —dio un paso hacia ella—. Amanda no me dejará hacer lo que quiero.

Aslan tomó la mano de Josy con delicadeza y acarició el dorso de ésta.

Cuando él estaba cerca, Josy se sentía sumamente extraña. Como si no pudiera alejarse de él. Su cercanía era increíblemente cálida y acogedora. Cosa que seguía resultándole extraña, dada su falta de confianza en las personas.

Pero la mirada de Aslan la hacía sentirse como en casa. Era suave y tranquilizadora, llena de cosas agradables. Su voz también era amable y relajante. Era gruesa y vibrante. La usual gentileza de sus palabras la hacía sentirse como si todos sus problemas se desvanecieran.

Menos uno.

Ethan no podía evitar pasarse por sus pensamientos cuando se sentía atraída por Aslan. Se sentía terriblemente extraña cuando la mirada oscura del muchacho se le hacía tan distinta y tan similar al mismo tiempo a la mirada de su ex novio. Y esto la llenaba nuevamente de añoranza.

También se sentía culpable. Sentía que al desarrollar algún tipo de sentimiento por Aslan, estaba traicionando a Ethan.

Su Ethan. De quien aún no se olvidaba por completo.
Pero luego estaba el chico frente a ella. Josy sentía que había algo fuerte que le impedía alejarse de Aslan Morgan. Como si fuese magia. Algún poder extraño que la mantenía rendida a sus encantos. Hipnótica.

—¿Qué quieres hacer, entonces? —susurró ida.

—¿Quieres averiguarlo? —se acercó un poco más.

Sí, ella estaba hipnotizado por Aslan.

—Puede ser…

Eso bastó. Aslan la besó.

Y su cuerpo reaccionó de vuelta.

Internamente, se puso alerta. Ella jamás habría cedido de esa forma.

Algo andaba mal. Muy mal.

FLAMES [LIBRO II: THE DEVIL STILL LOVES] (EDITANDO)Where stories live. Discover now