Capítulo IV

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La luz que entraba por la ventana hizo que se tapara la cara con las sábanas. Pensó que la claridad de la habitación no era lo mejor para despertarse. Estiró sus extremidades y salió de la cama buscando su bata. Aún las mañanas eran frías al igual que la noche. Abrió el armario y sacó su vestido gris marfil, y luego de haberse vestido y arreglado el cabello bajó a desayunar.

—Buenos días, señorita Owens.

—Buenos días, Elena. ¿Hay alguna posibilidad de que pueda desayunar afuera? —le preguntó a la otra joven mientras contemplaba la vista desde la ventana del comedor.

—No habrá problema. Le prepararé todo en el jardín.

Anne asintió dándole las gracias y se dirigió al jardín. El mismo le pareció como encontrarse en medio de un bosque a excepción de las estructuras de piedra y mármol. El césped se extendía verde en toda su expansión y plantas y árboles florales crecían llenando de color, vida y fragancia el lugar. En algún momento en que ella contemplaba el jardín, Elena ya había puesto una silla y una mesa para ella.

—Es muy hermoso, ¿verdad?

—Lo es —dijo sentándose—, ¿quieres acompañarme? No acostumbro a comer sola.

Elena miró nerviosa hacia la casa.

—No te preocupes por los quehaceres —continúo—, puedes hacerlos después.

Elena fue en busca de otra silla y se sentó con ella. Anne insistió en convidarle de su desayuno pero la chica se negó.

—¿El señor Jones aún no ha despertado? No lo he visto desde anoche —preguntó.

—No, no. El señor Jones se ha marchado temprano. Ha ido a revisar los cultivos y aún no regresa.

Anne sabía por las cartas de sus padres que la familia de los Jones poseían varios campos con cultivos y plantaciones tanto como de frutas como de hierbas para hacer té.

—¿Usted quería hablar con él?

—No, es solo que sentí la casa vacía. Debe ser la costumbre de pasar mucho tiempo con mi hermano.

—Su hermana lo mencionaba seguido, pero no tanto a usted —Elena se tapó la boca horrorizada por lo que acababa de decir—. Discúlpeme señorita Owens, yo simplemente hablo de más algunas veces...

La otra joven comenzó a reírse.

—No te preocupes. Jamás fui la preferida de mi hermana, ni ella la mía a decir verdad. Es el amor a la sangre y a la familia lo que teníamos, pero no el favoritismo mutuo.

Anne quiso ayudar a la criada a llevar las cosas dentro de la casa una vez que terminó pero ésta se negó llamando a April para que la ayudara en su lugar. La joven buscó mientras tanto la cocina puesto que al hablar de Thomas había sentido deseo de verlo.

—Gretel, prepara comida para una persona. Iré a casa de mis padres para almorzar con mi hermano —avisó cuando por fin la encontró.

—¿Quiere que le avise al señor Jones en cuanto llegue? —ofreció la mujer de cabellos plateados y cara surcada por los años.

—Solo si usted lo cree necesario —dijo saliendo de la cocina dirigiéndose hacia la sala. Le avisaría a Edmund que preparara el carruaje para que la llevase.

Estaba a punto de abrir la pesada puerta de madera cuando Octavian entró haciéndola retroceder aún con la mano en la puerta.

—¿Acaso iba a salir?

—Iré a almorzar con mi hermano —quiso abrir la puerta nuevamente pero Octavian no se corrió.

—Lo lamento pero hoy no podrá ser posible. Tenemos un compromiso. Vendrán a almorzar el señor Ledger y su esposa, y es un hombre importante del comercio.

Mary'sWhere stories live. Discover now