Después de sufrir un escalofriante accidente, Lara haría lo imposible por volver a la escuela de arte como si nunca hubiera sucedido nada. Sin embargo, por mucho que creyera que podía superarlo, se daría cuenta de que lo había perdido todo. Desperta...
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─═ Un sentimiento de libertad ═─
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La bufanda cayó suave por mi piel hasta dejarme observar la obra que había creado. Solo largos minutos después me di cuenta de que lo había logrado y admirando esa situación, tomé rápida el lienzo y lo dejé a un costado de la mesa de Berta. Me sentí tranquila de verlo bien, terminado.
La luz del atardecer comenzaba a caer e iluminó un costado de la habitación, de anchas sombras que me indicaron el tiempo que había perdido. Había superado una costosa prueba y los tersos pasos de Eva a mis espaldas me atraparon, dejando que su aura volviera a mezclarse con la mía.
Permanecer a su lado nunca antes me había resultado tan necesario.
—¿Qué significa? —le pregunté entonces, dándome la vuelta lentamente para verla admirarme.
Ella movió la cabeza sin decir nada.
Frunció el ceño de una tierna forma antes de hundirse entre sus pensamientos para intentar averiguar a qué me estaba refiriendo. Inevitablemente mordí mi labio inferior al verla así, sin que nada de esa profunda y misteriosa mirada hubiera cambiado desde que la conocí hace demasiado tiempo. Levantó los ojos cuando pareció entenderme y volvió a brillar con fuerza.
—¿Pensar en amarillo? —dudó.
Asentí convencida.
El lienzo pintado permanecía recostado con esa ondulada apariencia. Aún en esos instantes me impresionaba lo que había hecho. Era una mezcla de trazos gruesos, finos, marcas de pintura y espacios en blanco que llenaban el cuadro de una forma tan sinuosa que podría incluso parecer un océano de color amarillo deslizándose por encima de una dorada playa de arenas blancas.
—Significa que no debes preocuparte por nada. —sonrió.
Eso me llenó de un cálido sentimiento.
—Es algo que suelo decir para darme confianza, nada más. —murmuró con un hilo de voz.
