prólogo

4K 341 40
                                    

EL SOL se acompañaba por algunas nubes que no molestaban en el cielo, había una brisa leve que movía los pliegues de la falda de la chica pelinegra con delicadeza mientras ella despedía a su padre, que como cada semana debía ir a trabajar al extranjero. En silencio observó como el hombre se montaba en el coche de la empresa y se alejaba hacia el aeropuerto.

En cuanto perdió el coche de vista entró en casa y corrió a su habitación en busca de sus auriculares, una pequeña pistola que solía llevar a todas partes y su teléfono. Escuchaba a su vecino tararear lo que fuese que estaba escuchando mientras por el rabillo del ojo veía como sus pies se meneaban al ritmo de la canción.

Se quitó los auriculares confundido al escuchar los gritos de exasperación de Natsuki, se encogió de hombros y volvió a lo suyo sin hacerle mucho caso. Observó como la pelinegra pasaba una y otra y otra vez frente a su ventana, ya que las ventanas de ambas habitaciones quedaban una frente a la otra.

— ¡Aquí estás!— Exclamó ella colocándose el teléfono en la oreja frunciendo su ceño.— Menos mal que me has llamado, Nagisa, no encontraba el móvil.

Al escuchar el nombre del peliazul, Karma se asomó por encima del manga que estaba leyendo, él y Natsuki cruzaron miradas durante unos segundos antes de que ella le diese la espalda y retomase su apurada caminata por su habitación en un intento patético de hacer su cama y, con suerte, encontrar sus auriculares.

— ¡Sí, he mirado en la cama! ¡No los encuen-... Déjalo, están en el escritorio!— Volvió frente a la ventana dejando el móvil en manos libres sobre el escritorio, comenzó a enrollar el cable de sus auriculares y los metió en la mochila.—¿Nos vemos en la estación?

— No.

— ¿Cómo que no? ¿Eres idiota?— Karma ahogó una risa al ver como Natsuki hacía una mueca de inconformidad.

— Estoy en tu puerta, ¿quieres darte prisa?— Natsuki se asomó por la ventana de su habitación que daba a la calle y saludó a Nagisa con la mano y una gran sonrisa.— Tienes dos minutos.— Nagisa colgó el teléfono y Natsuki corrió a su escritorio para coger su teléfono y dos lápices a medio gastar.

Los adolescentes volvieron a cruzar miradas, Karma sonrió amistoso recibiendo el mismo gesto por parte de Watanabe, terminó de guardar sus cosas, cerró la ventana que daba a la habitación de Karma con brusquedad y salió de su casa para reunirse con sus amigo.

Ambos caminaron apurados a la estación de metro y cuando por fin estuvieron frente a Kunugigaoka suspiraron con pesadez al ver la gran montaña que tendrían que subir en menos de quince minutos.

Natsuki sonrió divertida y miró a Nagisa antes de correr:— El último le debe un café al otro.

— ¡Eh! ¡Eso es trampa!— Nagisa salió tras ella intentando, en vano, alcanzarla.—¡Natsuki, tramposa!— Como pudo, el chico subió la colina, cuando llegó arriba lo primero que vio fue a Natsuki abanicándose la cara con una mano y sujetándose el pelo con la otra.

— Me... debes... un... café...— Dijo cansada entrando al edificio.

— Lo que tu digas.— Susurró él con aires de derrota siguiéndola al interior, la madera vieja del campus crujió bajo sus pies por el peso. Alcanzó a Natsuki bajo el letrero de 3-E.— ¿Qué pasa?— Preguntó al ver el asombro en la cara de la chica.

Natsuki se apartó de la puerta dejando a Nagisa algo de visión, él puso la misma cara de asombro que la chica a su lado. Lo que tenían enfrente era increíble.

Un pulpo amarillo de grandes dimensiones se encontraba en su clase, observándolos con una sonrisa que cubría la gran parte de su cara, as u lado se encontraba un hombre pelinegro que los miraba interrogante.

hit and run ▭ karma akabaneWhere stories live. Discover now