uno

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— OTRO DÍA más en el que suena el timbre...— Suspiró Natsuki cerrando su libro con cansancio.

— Bien chicos,—comenzó a decir Koro-sensei acercándose a la ventana con rapidez.— Hoy tengo que ocuparme de unos asuntos importantes, así que tendréis que disculparme.

— ¿Asuntos importantes?—Cuestionó Isogai recogiendo sus libros.

— Así es, tengo entradas para un partido en Nueva York.— Al finalizar la frase, se marchó haciendo uso de su super velocidad.

— Podría traernos algo de allí.— Opinó Natsuki acercándose a la mesa de Nagisa.— No sé, algo de beber...

— Somos menores.— Respondió Kaede con una pequeña sonrisa acercándose también al sitio de Nagisa.

— Pues algo, ¡Aunque sea un pequeño llavero1- Contestó Nakamura encogiéndose de hombros.

— ¡O una rubia cañón!— Comentó Okajima con ensoñación.

— Pues no estaría mal.— Comentó Maehara divertido.

Nagisa, Nakamura, Kaede y Natsuki se quedaron quietos en cuanto vieron a Karasuma entrar por la puerta con dos de sus subordinados.

— Señor Karasuma.— Saludó Natsuki.

— Cómo va.— Contestó él a modo de saludo.— ¿Tenéis alguna pista acerca de cómo matarlo?

La clase se silenció repentinamente:— Bueno, al fin al cabo somos la clase E.— Natsuki miró a Hazama.

— Ese es el espíritu.— Ironizó la pelinegra volviendo su atención hacia el delegado.

— Señor Karasuma, es imposible.

— No sé puede asesinar a algo que se mueve a una velocidad de Mach 20.— Comentó Mimura con tono aburrido apoyado sobre su mesa.

— En efecto, ningún ejército es capaz de tal hazaña.— Respondió el trajeado.— Sólo vosotros tenéis la oportunidad de hacerlo. No sabemos por qué, pero el insiste en ser vuestro profesor. Si le dejamos campar a sus anchas, no me cabe duda de que el próximo marzo destruirá La Tierra.

» Echad un vistazo a la maltrecha Luna, el próximo marzo, la especie humana estará condenada sin remedio, es demasiado peligroso dejarlo con vida. En estos momentos, sólo en esta clase puede ser asesinado.

DESPUÉS DE que Karasuma se fuera, Sugino tomó su comida y salió a las escaleras del patio, Natsuki se disculpó con sus amigos y con su comida en la mano salió al encuentro de su compañero

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DESPUÉS DE que Karasuma se fuera, Sugino tomó su comida y salió a las escaleras del patio, Natsuki se disculpó con sus amigos y con su comida en la mano salió al encuentro de su compañero.

Se sentó junto a él y ninguno habló, la pelinegra apoyó su mano en el hombro de Sugino, pero el chico no cambió su expresión triste. Koro-sensei apareció unos minutos después.

— Te la he dejado reluciente.— Dijo Koro-sensei tendiéndole la pelota de béisbol a Sugino.

— Koro-sensei, espere, ¿Qué está comiendo?

hit and run ▭ karma akabaneWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu