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Me sentí atraída por esas luces y esas palabras, mi pecho se hinchó de alegría y el corazón quiso palpitar libremente ante esa idea y no podría explicar lo dichosa que me sentí al saber que podría cumplir mis sueños, pero aún entre la alegría y la libertad, el sentimiento de que estaba haciendo mal me envolvió con tanta fuerza que mi cuerpo tembló por unos segundos justo antes de que el deseo de conseguir lo que siempre quise podría hacerse realidad, no me importa que hacer eso me lleve a muchas consecuencias que no podré manejar en un futuro.

No me importó.

Di los primeros pasos para entrar al lugar; lo primero que pude distinguir es el olor a tabaco mezclado con licor y al parecer un aroma de menta.

Tanto es el desagrado que le tengo a cierta bebida, que las ganas de vomitar no tardaron en aparecer. Ahora, trato de aguantar las ganas de salir corriendo del lugar y solo me dedico a observar detenidamente el sitio.

Las paredes son de un color amarillo que a simple vista pareciera que están sucias y desgastadas; en el techo se encuentran colgando las telarañas con sus respectivos habitantes, los adornos son animales disecados, relojes de gatos y veladoras negras. El sitio es un completo desorden de oscuridad e inestabilidad de la propia mente.

Las cucarachas caminan por doquier como si fuera su propia casa, y tan solo ver el hecho de que caminan cientos de alimañas que visitan el lugar con total albedrío; verlo en primer plano solo me hace pensar que simplemente es un basurero abandonado, uno donde hay deseos encarcelados implorando hacerse realidad.

—Que asco—Susurro haciendo una mueca de desagrado.

Me doy la vuelta dispuesta a irme y olvidar la tonta idea, pero soy sorprendida por un gato blanco que pasa corriendo entre mis piernas haciendo que me tambalee y me desconcierte al mismo tiempo.

No pierdo de vista al gato en su estado de casería; se encorva y ve con tanta tranquilidad a su presa, la rata suelta un chillido al verse acorralada y con desesperación busca una salida corriendo, sin embargo, el gato blanco con mucha agilidad logra su objetivo. Lo ha atrapado.

—¿Qué hace aquí?—Escucho una voz ronca detrás de mi espalda seguido de una pequeña risa de burla al asustarme.

Volteo mi mirada hacia una anciana de cabellos negro y con las canas asomándose en la raíz de su pelo, no le da tregua alguna para ocultar todos sus años. Esta vestida con ropa sucia y con hoyos, las plumas de cuervos adornan su cabello haciendo relucir el hecho que su mascota es aquella ave; sus dientes son amarillentos, y sus labios están agrietados por falta de agua.

—vi el cartel y quise...

Me detengo antes de completar la frase, pues ella arquea su ceja con burla.

—Sé que viste el cartel.

La anciana se dirige hacia una pequeña mesa circular donde su gato se encuentra sosteniendo entre sus dientes al ratón; este se lo da a la bruja mientras menea de un lado a otro su cola.

La mujer sin asco alguno lo agarra de la cola y lo tambalea lado a lado, jugando con su cuervo a que atrape entre su pico al animal, pero no se lo da, tan solo quiere jugar.

—¿Qué haces aquí? ¿Vienes a que te lea las cartas, el futuro o que le haga una maldición a alguien?

«Corre mientras pueda» dice mi subconsciente al ver como agarra un cuchillo y lo pasa por el estomago de la rata, de inmediato sale un liquido negro. Lo único que puedo hacer es tragar saliva por lo desconcertada que me encuentro, mi mente tan solo le da órdenes a mi boca sin tener tiempo a detenerme a pensar si quiera dos veces lo que diré.

Un amarre por accidenteWhere stories live. Discover now