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PrisDiaz7 Zulumy

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PrisDiaz7 Zulumy

–Él te va a matar si te ve por estos alrededores—Murmura Mason al verme llegar con los brazos extendidos a su territorio.

Su sonrisa pasa a ser una divertida a una de molestia, las comisuras de sus labios se tensan y sus cejas se juntan a tal punto de formar una línea curva, su mirada recae con intensidad al objeto que dejo caer al basurero con total normalidad.

–Mi mundo no es el paraíso de almas corrompidas–Susurra con enfado.

A penas y acepta mi abrazo sin antes soltarse al escuchar mi irritable risa sarcástica.

–Mi alma no está corrompida—Niego con la cabeza sin esconder el desagrado en mis palabras—, verás; viejo amigo, cuando estas tanto tiempo metido adentro de un bucle que detiene tu tiempo en el peor escenario de tu miserable vida, dejas de ser el prisionero de aquello que te destruye; al contrario–le doy un pequeño golpe en su hombro—, te vuelves el maestro que controla las cuerdas de tu propia mierda.

–Corrección, mi lord–Se inclina detrás de la barra, puedo ver su enojo resplandecer en sus ojos hasta ocultarse en la rigidez de sus manos, está evitando golpearme y reiniciar mi moral, mi mente y lo que me resta de libertad–. Aquí no albergamos a almas destruidas por voluntad propia, si él estuviera aquí...

–El estuviera no existe, Mason–Doy un fuerte golpe a la madera que le sirve como barra, mi mano cosquillea ante aquel acto–. Por eso evito venir cuando él se encuentra aquí, no soportaría ver como trata de averiguar quién soy de la multitud o como nunca conseguí ser el alma libre de mi propia vida.

Nos quedamos en silencio en cuanto los primeros clientes entran bajando por las escaleras, sus pasos resuenan y se pierden como eco en mi mente, y el goteo de aquel agujero se mezcla con la desesperación de recordar a lo que estoy atado a cambio de seguir siendo lo que siempre quise ser, a lo que estoy destinado, al ser un cantante; un cantante más atrapado en el mundo de los reflectores.

—¿A que vienes? Nunca vienes tan temprano–Pregunta con curiosidad.

–Además de venir a tocar para desahogarme–Señalo con un movimiento de cabeza hacia el improvisado escenario–, quiero que me hagas un favor.

Le cuento mi plan a mi viejo amigo, suelta varias carcajadas al momento en que mi voz se va por los nervios o sobre lo que tengo planeado; se echa para atrás en cuanto menciono que tendrá que cerrar a la mejor hora en que los clientes frecuentan a venir, tampoco le gusta el hecho de que tendré que hacer unos arreglos al lugar.

Un amarre por accidenteWhere stories live. Discover now