N U E V E

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Octavo mes

Jimin y Jungkook ya se encontraban un poco mejor, la preocupación de sus corazones era bastante notable, pero aún así entre ellos dos, sus amigos y familia han logrado tranquilizarse un poco.

Los días cada vez iban pasando y con ello el octavo mes fue empezando.

Fue una mañana de la primer semana del octavo mes donde Jungkook se despierta por una punzada en su estómago y espalda baja. Sorprendido se levanta con ayuda de sus codos en la cama e intenta calmar su respiración agitada. El dolor poco a poco fue pasando al igual que su irregular respirar pero sólo duró unos cortos segundos porque una punzada más volvió a él y con el quejido que el azabache soltó logró despertar a Jimin.

¿Te encuentras bien?– preguntó levantándose de la cama para sentarse al lado de su novio.

– Y-yo, creo que sí. Ayúdame a levantarme, iré a tomar una ducha.

Con ayuda de Jimin se levantó del cómodo colchón, y para su sexto paso otra punzada se hizo en él logrando que se encorve tomando desde abajo su panza.
Fue cuando Jimin se alteró y volvió a recostar a su pareja.

– Iremos al doctor, Jungkook– dijo buscando el bolso que habían armado para sus bebés el día que nacieran.

– N-no, no, Jiminnie. Faltan unas semanas para que ellos nacieran– comienza preocupado.

– Ya lo sé, pero iremos igual. Ven– tomó del brazo delicadamente a Jungkook y con algo de fuerza logró poner de pie.

El embarazo de un hombre no era como el de una mujer. Cuando una mujer estaba por tener a su bebé, rompía bolsa y tenía contracciones, pero después de todo, tenían cerca de 12 horas -o a veces más- para estar con trabajo de parto.
Los pocos hombres que podían quedar embarazados, corrían peligro, no sólo sus bebés, sino ellos mismos. No podían tener a un bebé en parto natural, por lo que debían realizarse una cesárea lo más pronto posible. No rompían bolsa, lo cual era peligroso para el bebé si ya se encontraba totalmente desarrollado, sólo presentaban contracciones, y además a comparación de una mujer que con el paso del tiempo éstas se van volviendo más fuertes, en un hombre las contracciones ya desde el principio eran terriblemente fuertes y dolorosas.

El estado del azabache era bastante delicado, por lo que en cuestión de minutos ya se encontraban en donde sus bebés nacerían.

– Todo saldrá bien, amor, ya verás.– dijo el castaño tomando la mano de su novio que estaba soltando gemidos de dolor sobre una camilla que era empujada por enfermeros.

Jimin estaba preparado, con toda su vestimenta de precaución para poder ingresar a donde se realizará la cesárea.

Sólo rogaba para que de verdad, lo que él había dicho, se cumpliese.

Only nine monthsWhere stories live. Discover now