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Cambié el número tres por el cuatro, en el cartel que yo había creado sobre días sin problemas y me uní a los aplausos que estallaron a mi alrededor. Todos lo celebraron como si hubiéramos acabado la obra, cuanto menos. Y no pude evitar partirme de risa.

—¡Hemos batido el récord! —lo celebré, cuando el aplauso estaba parando, y se volvió a reactivar.

—Enhorabuena —me felicitó Gerald, divertido, pasando un brazo sobre mis hombros.

Yo me solté con disimulo, le dirigí una sonrisa y me metí entre la gente para ir a la cocina. Hacía algo más de una semana que había colgado el cártel, pero llevábamos cuatro días sin incidentes que retrasasen la obra, y como era viernes y el final de la jornada, al menos tendríamos dos días tranquilos más. Sin duda, era para celebrarlo. Y a todos parecía encantarles la idea.

—¿Qué es? —La voz de Jade me hizo saltar un poco en el sitio.

Ni siquiera la había visto entrar a la casa, pero no era raro, allí siempre entraba y salía la gente libremente. Quizá debíamos empezar a tener algún tipo de cuidado. En cualquier caso, acepté su abrazo como saludo y le hice un gesto para que me siguiera a la nueva cocina.

—Motivo a la gente para que arreglen los problemas sin acudir a mí —bromeé.

—Pues podrías hacerme otro cártel de esos para mi despacho —pidió, con el mismo tono.

—Tachán —celebré, cuando entramos a la cocina.

Pareció dudar un segundo, pero finalmente abrió mucho los ojos y la boca, para mirar alrededor.

—Este sitio es increíble, Aysha.

—Bueno, el chef Wilson me ayudó mucho para hacerla óptima y he seguido los planos de tu hermano —me quité mérito, sonrojada.

—No creo que William le hubiera dedicado tanto tiempo a la cocina —se rio un poco—. Lo has hecho tú, y es impresionante. ¿Cómo va el resto?

—Despacio.

—Pero sin incidencias —bromeó ella.

—Creo que arreglan las cosas corriendo para no fallar. Pero reviso todo, por si acaso —expliqué, con más seriedad— Han surgido un par de cosas, pero nada grave. La caldera nos está dando algunos problemas, pero porque la instalación es muy vieja. Intentamos aprovechar algunas cosas anteriores, pero al final, fue un error y tuvimos que volver a tirar una pared. Eso fue hace cuatro días, desde entonces avanzamos sin problemas.

—Me alegra oír eso. ¿Por qué no te vas a cambiar de ropa y salimos a tomar una copa? Creo que quiero conocerte mejor.

—No puedo salir de la casa —murmuré dudosa. ¿Aquello era algún tipo de trampa?

—Eso fue cosa de mi padre, Aysha. Cuando cumplí edad suficiente para fijarme en chicos, a mí también trató de encerrarme. Sé lo desesperante que es. Bajemos al pueblo a tomar algo.

—¿Sin despidos? —quise confirmar.

—Después de lo que has hecho aquí, no podría despedirte ni aunque quisiera —aseguró—. Voy a ver a William, tú mientras quítate la ropa de trabajo. Nos vemos en media hora en la entrada.

—Claro.

Espera. ¿Había dicho que iba a ver a William como si tal cosa? Ya podría haber aparecido la semana anterior para quitarme todas las dudas. Subí a mi habitación con ella, que se desvió hacia la torre con una sonrisa llena de secretos. Yo entré y abrí el armario. De verdad que no iba a hacer nada más. Pero tras sacar un vestido de corte profesional, no pude evitar tirarlo a la cama e ir a la torre tras ella. ¡Quería...! No sabía qué. Sin duda, aquello sería motivo de despido. Pero necesitaba oír... Saber.

Cuando encuentres una rosa - *COMPLETA* ☑️Where stories live. Discover now