4 Libro de Mila

2 1 0
                                    

Suspiré de alivio cuando llegamos al aeropuerto y me tragué mi querido orgullo para pedirle a Jaejoong que preguntara a qué hora arribaba el avión que venía de Los Ángeles, la última escala que hacían las aerolíneas antes de ir a Seúl. Jaejoong fue al sector de informaciones y volvió al rato diciéndome que llegarían en exactamente quince minutos.

—No pensarás llevarlas contigo ¿no? —Inquirió mirando el tablero de llegadas en donde el vuelo que traía a mis hermanas ocupaba el segundo puesto.

—¿Y qué si es así?

—Estás loca, —dijo despreciativo. —No puedes llevarlas contigo, no es seguro para nosotros, sabes que...

—Mis hermanas están aquí por su causa, no porque ellas quieran, ¿ok? Además, van a estar conmigo, no con ustedes, grupo de desconocidos... famosillos. —Añadí con desprecio.

—¿Tus hermanas tampoco saben de nosotros?

—Nadie los conoce, ¿ok?

Y le di la espalda porque en ese preciso instante me acordé, pero muy levemente, de que antes de venirme mi hermana pequeña de 15 años había querido hablarme de un grupo asiático que, sorprendentemente, había aparecido en la portada de una revista chilena, cosa muy rara. Estaba segura de que eran sus caras... pero podrían haber sido la de otros asiáticos... hay millones en el mundo ¿no? Pero bueno, no podía negar que al parecer los chicos sí eran conocidos, pues si mi hermana pequeña sabía de ellos, por algo tenía que ser. Jaejoong me tocó el hombro señalando el tablero. El vuelo que traía a mis hermanas acababa de llegar.

—Andando —Le dije pasando a su lado hacia la puerta de salida del vuelo.

Jaejoong me siguió sin decir palabra y yo me aposté casi de las primeras para llamar a mis hermanas apenas y salieran por la puerta.

—¿Cuántas son? —Me preguntó Jaejoong bajito y medio escondido porque un par de chicas coreanas de no más de 17 años lo miraban extrañadas, seguramente preguntándose si de verdad era Jaejoong o sólo un chico muy parecido a él.

—Tres, —le contesté— La más grande se parece a mí.

—¿Tres? —preguntó asombrado. —¿Todas mujeres?

—Sí, todas mujeres —Respondí sin dejar de mirar hacia la puerta de vidrio a ver si aparecían. Iba a agregar otra cosa, a hacerle algún comentario pesado o para provocarlo, pero tuve que callarme. Justo en ese momento vi las morenas caras de mis hermanas y me desvié completamente de la conversación de Jaejoong para exclamar con alegría:

—¡Niñas!

Anahí, mi hermana que tenía un año menos que yo se dio vuelta buscándome con la mirada. Diry, de 17 años, me localizó y apuntó en mi dirección. Mi hermana más chica, Aranxha, sonrió y luego sus ojos se abrieron de par en par de puro asombro. Fruncí el cejo sin entender ninguna reacción, porque mis otras hermanas parecían haberse quedado inmóviles también.

Me acerqué a ellas lentamente seguida y escoltada por Jaejoong.

—¿Pasa algo? —Pregunté en español.

Aranxha asintió y muy despacio levantó la mano derecha y apuntó detrás de mí. Me volví para ver qué era lo que la había asustado tanto pero sólo vi más gente pasar y nada más. La volví a mirar y me fijé directamente en su dedo índice que apuntaba justo detrás de mí, donde se encontraba Jaejoong.

—Por Dios... —susurré comprendiéndolo. Oí una risa de suficiencia detrás de mí y Jaejoong me dijo al oído.

—¿No que no nos conocían?

Cuatro amores [Libro 1]Where stories live. Discover now