25 Libro de Anahí

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Salí de la ducha con la toalla envolviendo mi cabello pues tenía que esperar unos minutos antes de secarlo para así cuidar las puntas y mis rizos. El agua me había hecho bien y me había despertado, en parte, porque si me acostaba en una cama ahora era muy posible que cayera en un sueño nuevamente. Cerré con cuidado la puerta del baño y me dirigí hacia mi pieza.

—¡Anahí! —Oí que me llamó una voz masculina.

Mi corazón se agitó furioso cuando vi a Xiah acercándose a mí con una sonrisa de oreja a oreja, oír mi nombre a través de sus labios me había mandado poco menos que a Neptuno y creo que al principio creyó que no le entendía porque me repitió el usual good morning unas cuatro veces.

—¡Ah! —le dije yo sonriendo y agradeciendo el haberme lavado los dientes sólo segundos antes. —Good morning.

Xiah me señaló el pelo y se rio encontrándolo divertido. ¿Qué acaso las chicas coreanas no hacían lo mismo? Me sentí un poco rara y creo que él lo notó porque dejó de sonreír.

—Problem? —Inquirió preocupado.

—No —Dije moviendo mis manos haciendo que mi ropa cayera al piso.

Rápidamente me agaché a recogerla temerosa de que se viera la ropa interior o algo así y Xiah hizo lo mismo así que cuando subí la vista aún estado agachada lo vi mirándome a los ojos.

Sentí que de pronto estaba nuevamente en la ducha caliente porque todo mi cuerpo se encendió haciendo que me fuera dificultoso el respirar correctamente... ¿a esto se refería Mila cuando hablaba de hiperventilar? Desvié ese pensamiento tratando de concentrarme en el hecho de que Xiah Junsu estaba frente a mí mirándome a través de sus bellos ojos orientales y parecía tan perturbado como yo.

—¡Shinny te dije que me avisaras cuando salieras del baño! —Exclamó Diry apareciendo de pronto por la puerta. Creo que se dio cuenta demasiado tarde de que había interrumpido algo que ni yo misma entendía y puso esa típica cara de disculpas que tenía. En especial por salir en esas fachas... gracias al cielo Mila no andaba cerca, si la veía así en frente de uno de los chicos nos mandaba de vuelta a Chile en ese momento.

Justo cuando me ponía a cavilar sobre el verdadero poder que se te concede si eres mayor y en alguna manera de derrocarlo por el bien de los otros hermanos (en este caso nosotras) me di cuenta de que seguía en el suelo agachada junto a Xiah y Diry parada entre la puerta de la habitación y el baño.

Xiah le dijo algo a Diry y se levantó mientras ésta asentía. El chico me ayudó a ponerme en pie y luego se fue. Mi "linda" hermana se acercó a mí mordiéndose el labio.

—Lo siento, pero la Shrek de Mila nos dio sólo diez minutos para estar listas y bueno, este, yo... —entró al baño rápidamente dándome la espalda mientras se reía de manera tonta.

Suspiré y miré en la dirección por la que Xiah había desaparecido, tal vez mi hermana mayor tuviera razón al decirme que tenía mala suerte y este pensamiento sólo me hizo sentir peor. Entré a la pieza y mientras me aplicaba una crema en el pelo antes de secármelo pensaba en qué hubiera pasado si al final nadie nos hubiera interrumpido... ¿me hubiera besado? Cuidé de no sonrojarme cuando tuve este pensamiento pues Aranxha andaba cerca y le hubiera gustado saber el porqué de mis repentinas mejillas rojas. También me puse a pensar en todas las cosas que nos podían pasar ese día al estar tan cercas el uno del otro y así se me pasó el tiempo porque cuando bajé a tierra Aranxha y Diry ya estaban listas y me apuraban a bajar.

Creo que la historia en el piso de abajo era bastante diferente a las que yo tenía en mi propio cuento de hada. Con mis hermanas nos quedamos al pie de la escalera mirando un poco confusas la escena puesto que en medio del comedor había dos mesas. Una representaba la que yo veía a diario en mi casa, las tazas puestas sobre platillos, el café, el azúcar, el pan y el queso o palta o lo que fuera. Y la otra era totalmente diferente, en la que se mostraban platos como si fuera pleno día y nos estuviéramos muriendo de hambre... ¿qué significaba todo esto?

Cuatro amores [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora