65 Libro de Anahí

1 0 0
                                    

 Yo no sabía jugar muy bien al fútbol, pero estar con Junsu de mi lado lo hacía parecer todo mucho más fácil, además, luego del penoso espectáculo de mi hermana mayor necesitaba algo con lo que recobrar la decencia. Sabía que Max quería ganarle a Xiah por lo que él le había hecho en el auto, cosa que aún no perdonaba del todo, y Junsu quería ganar porque quería esos tickets para que saliéramos a comer luego de esto.

—Me dejas todo a mí, ¿ok? —Me dijo. Yo asentí y apreté mis puños en señal de estar lista.

—¡Anahí tiene mala suerte! —gritó Mila desde las gradas. –¡Cuidado con que no le rompa la pierna a alguien con solo patear la pelota!

El líder le puso la mano en la boca y la hizo sentarse mientras se reía avergonzado. No entendía cómo la soportaba, pero bueno, cada loco con su tema. Me fijé en Diry que estaba frente a Junsu con la mirada concentrada y a Junho junto a ellos (que gracias al cielo no me había dirigido la palabra ni la mirada en ningún momento) listo para hacer sonar el silbato.

Max le dijo algo en coreano a Junsu quien le respondió con sarcasmo dejando al joven con los puños apretados de rabia. Eso era lo más malo de mi Junsu... era como Mila, un pesado al momento de molestar al pobre de Max. Luego hablaría con él... ahora tenía un partido que ganar.

El pito sonó haciendo que en un movimiento muy rápido Junsu lanzara la pelota por encima de la cabeza de Diry pasando rápido hacia el otro lado, donde obviamente, Max ya la tenía y se la mandaba a Diry para que siguiera hacia el arco. Entonces vi a mi hermana correr hacia donde estaba yo con la pelota en los pies y sólo a tine a lanzarme sobre ella como loca.

—¡Ahh! —Diry me miró con desprecio y pasó a mi lado como si yo nunca la hubiera interceptado. —Este punto será mío...

Junsu apareció de la nada y lanzó la pelota directo a mis pies.

—¡Corre! —me gritó mientras detenía a Diry que se había vuelto hacia mí.

Yo acomodé la pelota en mis pies y me di media vuelta corriendo hacia el otro lado en donde Max me miró sonriendo con malicia y se puso en actitud de ataque.

—¡No te preocupes, preciosa! ¡Que aquí vengo yo!

Junsu pasó como bala a mi lado y se colocó delante de Max, vi por el rabillo del ojo que Diry venía corriendo hacia mí. No. Nadie iba a arrebatarme la oportunidad de ganar mi comida con Xiah. Me puse en actitud ganadora y apresuré el paso. La pelota se enroscó en mis pies y me caí de bruces.

—¡Anahí! —Oí que gritaba Junsu mientras se acercaba.

—No es falta, —oí que decía Diry. —Te caíste sola...

—¡Yo dije que tenía mala suerte! —gritó Mila de las gradas —¡Lo adver...!

U-know volvió a taparle la boca y ahora la abrazó muy fuerte sin dejar que se moviera. Me levanté con la ayuda de Junho y Junsu, mientras Diry ponía la pelota en el suelo.

—Te toca —me dijo.

Me limpié el pantalón que había quedado lleno de césped, respiré hondo y pateé la pelota. Le llegó justo a Junsu en los pies quien se dio la media vuelta tan rápido que apenas lo noté y metió el primer gol.

—¡Sii! —grité sonriente. Junsu corrió hacia mí y me besó frente a todos.

Bueno, si iba a ser así cada vez que metiéramos gol... iba a poner todo de mí para meter un gol más seguido. Max se miró con Diry y vi en ambos la chispa de la resolución... ahora el partido se pondría más fuerte.

—¡Quedan sólo tres minutos! —Me dijo Junsu restregándose las manos. —Un gol más y ganamos.

—Ok —le dije yo.

—Esperen y verán... —me amenazó Diry con otra de esas sonrisas con las que se veía "súper" linda.

Junho volvió a tocar el pito y Max pateó la pelota hacia Diry, me fui contra de ella, pero sólo era una finta porque ella la dejó correr mientras Max pasaba detrás de ella y cogía la pelota corriendo como condenado hacia delante. Junsu trató de seguirlo, pero hay que reconocer que las piernas de saltamontes de Max le jugaron a favor ese minuto porque en menos de tres segundos pateaba muy fuerte y lanzaba la pelota en medio del arco. Max corrió hacia Diry y la levantó del piso besándola muchas veces.

—No quiero ir a penales—me dijo Junsu volviendo a mi lado mientras transpiraba, algo que lo hizo ver aún más sexy que nunca. —Espera, hablaré con tu hermana, ya vengo.

Junsu llamó a Diry que seguía en brazos de Max. Hablaron unos segundos y vi, por sus caras, que ambos habían quedado en un acuerdo. Junsu volvió a mi lado y se agachó a abrocharse las zapatillas.

—Vamos a jugar hasta que alguien meta un gol... los penales son fortuitos, y no quiero perder esos tickets.

Yo lo miraba como embobada, porque de primera escuchar cómo me hablaba y se concentraba en ganar sólo para llevarme a comer me hacía sentir que cada segundo lo quería más... algo que era muy peligroso.

—¿Me oíste? —preguntó poniéndose de pie.

—¿Eh?

—Vas a hacer todo lo que diga —me explicó. —Si te digo agáchate, te agachas, si te digo cáete, te tiras al piso, si te digo corre..

—Yo corro, lo tengo.

—Excelente —me besó ligeramente en los labios tomándome de la barbilla y se alejó a ponerse justo frente a Max para la última parte del partido.

Junho tocó el pito por cuarta vez y el clímax de esta competencia había empezado. Junsu tocó la pelota y la tiró hacia atrás., donde yo no estaba lo que me causó extrañeza, entonces se dio la media vuelta y me gritó:

—¡Agáchate!

Yo le hice caso justo cuando él pateaba la pelota muy fuerte y me pasaba rozando la cabeza. El balón se fue hasta que rebotó en la reja de metal cambiando su curso hacia delante... hacia el arco enemigo. —¡Corre! —me gritó ahora. Yo comprendí su punto y me apresuré a correr lo más que pude sintiendo a Diry unos centímetros más atrás que yo.

—¡Déjame pasar! —oí que Max gritaba. No me detuve para mirar, pero supuse que Junsu no lo dejaba avanzar ya que esta pelea era entre Diry y yo.

—¡No vas a ganar! —me dijo mi hermana confiada mientras peligrosamente se acercaba a mí.

—¡Eso lo veremos! —Le grité corriendo más fuerte. Me fijé en que uno de mis zapatos se había desabrochado, pero no era tiempo de parar ni nada tenía que llegar a la meta...

—¡Cuidado! —me gritó Aranxha desde las gradas.

Acababa de pisar el cordón del zapato y me iba hacia delante, entonces oí la voz de Xiah que fritaba:

—¡Tú puedes preciosa!

Hice un último esfuerzo y le pegué a la pelota con la cabeza lo más fuerte que pude haciendo que se me partiera de dolor.

Y entonces caí al piso de cara.

No sabía si habíamos ganado ni nada así, lo único que quería era algo cómodo y una pastilla para la jaqueca. El mundo comenzó a dar vueltas y fue entonces que todo se fue a negro.

Cuatro amores [Libro 1]Where stories live. Discover now