Quinto

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Pronto Gloria comenzó a tener alucinaciones, confusas y flotantes al principio, y que descendieron luego a ras del suelo. La joven, con los ojos desmesuradamente abiertos no hacía sino mirar la alfombra a uno y otro lado del respaldo de la cama, Una noche quedó de repente con los ojos fijos, mirando la nada, absorta en sus pensamientos alucinantes. Al rato abrió la boca para gritar, y sus narices y labios se pelaron de sudor.

-̶― ¡Carlos! ¡Carlos! – clamó, rígida de espanto, sin dejar de mirar la alfombra.

Carlos corrió al dormitorio y al verlo aparecer Gloria lanzó un alarido de horror.

-̶― ¡Soy yo, Gloria, soy yo, soy Carlos! – le dijo este, acercándose lentamente a donde estaba ella.

Gloria lo miró con extravío, luego miró la alfombra, y volvió a mirarlo a él, y después de largo rato de estupefacta confrontación, volvió en sí. Sonrió y tomó entre las suyas la mano de su marido, acariciándola por media hora, temblando de miedo.

Entre sus alucinaciones más porfiadas hubo un antropoide apoyado en la alfombra sobre los dedos, que tenía fijos en ella los ojos.

Los médicos volvieron inútilmente. Había allí delante de ellos una vida que se acababa, desangrándose día a día, hora a hora, sin saber absolutamente cómo. 

El Almohadón De PlumasWhere stories live. Discover now