Octavo (FINAL)

106 5 0
                                    

Sobre el fondo, entre las plumas, moviendo lentamente las patas velludas, había un animal monstruoso, una bola viviente y viscosa. Estaba tan hinchando que a duras penas se le pronunciaba la boca.

Noche a noche, desde que Gloria había caído en cama, había aplicado sigilosamente su boca – su trompa, mejor dicho – a las sienes de aquella, chupándole la sangre. LA picadura era casi imperceptible. La remoción diaria del almohadón sin duda había impedido al principio su desarrollo, pero desde que la joven no pudo moverse, la succión fue vertiginosa, en cinco días, en cinco noches, había el monstruo vaciado a Gloria.

Estos parásitos de las aves, diminutos en el medio habitual, llegan a adquirir en ciertas situaciones proporciones enormes. La sangre humana perece serles particularmente favorable, y no es raro hallarlos en los almohadones de pluma.

El Almohadón De PlumasWhere stories live. Discover now