-Capítulo 3-

1.3M 54.5K 9.3K
                                    

*Las cosas cambiarán*

Sebastián llegó a la hora prevista, pensando que si la invitaba a comer, aceptaría de mejor agrado ir al médico.

—Bella —la llamó al ingresar.

Nadie contestó. Qué raro, ahí estaban sus llaves, notó alzando una ceja. Dejó sus cosas en la entrada y caminó buscándola.

—Isabella, por favor, necesito hablar contigo —nada, nadie respondía. Entró a la cocina intrigad. Seguramente no deseaba hablar con él, siempre le huía. El grifo estaba abierto y agua se iba por el drenaje sin más, bajó la mirada y la vio, estaba en el piso inconsciente y sangraba de una mano, había vidrio por todo el lugar—. ¡Isabella! —La sangre se le fue del cuerpo. Se acercó rápidamente, la levantó sin la menor dificultad llevándola de inmediato al sofá. No pesaba nada y su cuerpo estaba completamente laxo.

—¡Isabella!, Bella, contesta, despierta... Por favor, no me hagas esto —le rogó dándole pequeñas palmadas en el rostro con la esperanza de que respondiera, pero estaba muy pálida y no volvía en sí. Tomó su móvil desesperado y le habló a Paco, este le dijo que lo veía en el hospital, así que sin perder tiempo la tomó en sus brazos y salió corriendo de ahí muy preocupado, demasiado a decir verdad.

***

—¿Que tiene? ¿Ya reaccionó? ¿Qué le pasó?

—Tranquilízate, Sebastián, nunca te había visto así...

—¿Que tiene? —sentía más asustado de lo que jamás había estado. Las últimas horas fueron una tortura. ¿Cómo mierdas se podía tranquilizar?

—Ya volvió en sí, pero está durmiendo, su presión estaba muy baja, no entiendo cómo pudo siquiera despertar por la mañana... En fin, le estamos haciendo estudios para ver qué es lo que le sucede, sin embargo, te adelanto que por su peso y marcas bajo sus ojos, no se ha alimentado bien y ambos sabemos que no es sólo desde que está contigo —Asintió expectante—. Sebastián; la desnutrición o falta de ciertos alimentos y vitaminas, generalmente traen secuelas, en ciertas ocasiones, muy graves —pestañeó contrariado.

—¿A qué te refieres? ¿De qué tipo? —Paco se sentó y lo invitó a hacerlo.

—Pueden ser tantas como te las imagines, es una desgracia que los niños de este mundo tengan que vivir en estas condiciones, pero aún desconozco cuáles son las de Isabella, debemos esperar a que salgan los resultados, ¿de acuerdo?

—Y su mano, ¿cómo está? ¿Se lastimó mucho? —quiso saber. Paco sonrió negando, en toda su vida nunca lo vio así de preocupado por la salud de alguien.

—No te preocupes, no fue grave, va a quedar perfectamente. Pero, me intrigas... ¿Qué pasa, Sebastián?, jamás te comportas así, has pasado por muchas cosas y me parece que es la primera vez que reaccionas de este modo ante una situación. Desde que estos chicos entraron a tu vida algo te sucedió, ya no eres el mismo... Además... me di cuenta de cómo miraste a la muchacha desde el primer día...

—¡Estás demente, Paco! Ella está a mi cargo, que esté preocupado es lógico —El aludido sonrió con incredulidad.

—Si tú lo dices... —evitó reír en su cara, Sebastián era de poca paciencia y de un temperamento de los mil demonios.

—¡Sí! Yo lo digo y ahora por favor ve a hacer tu trabajo y dime que tiene Bella de una maldita vez o voy a tener que buscar a alguien más competente y menos entrometido —Paco asintió divertido, ese apodo cariñoso que empleó para referirse a la chica no pasó desapercibido, sin embargo, no dijo nada.

Vidas Cruzadas © ¡ A LA VENTA!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora