-Capítulo 8-

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*Una adicción*

Abrió lentamente los ojos, se sentía pesada y muy cansada. Estaba sola. Se fue subiendo sobre las almohadas hasta quedar sentada en la cama.

¿Qué había pasado?, ¿qué hora era? Agarró su móvil de la mesa de noche, aún somnolienta. Once de la mañana. Se incorporó rápidamente sintiéndose avergonzada por dormir tanto. Ya iba a ponerse unas pantuflas que se hallaban al pie de su cama cuando la puerta se abrió.

-¿Qué haces? Acuéstate de nuevo -ordenó Carmen cariñosamente. La joven no le hizo caso, se sentía desconcertada, confundida.

-¿Qué pasó ayer? Siento como si hubiera pasado un tractor sobre mí.

La madre adoptiva de sus hermanos se acercó y la volvió a acomodar.

-Tenías la presión muy baja, Isa, y te dio fiebre muy alta, por suerte estaba aquí Paco -explicó.

La muchacha intentaba recordar.

-¿Paco?, ¿y qué hacía aquí? -La mujer se sentó a su lado y la miró un poco preocupada.

-Vino con Sebastián. ¿No te acuerdas de nada? -De repente palideció, las lágrimas volvieron a amenazar con salir de esos gigantes ojos, con voz quebrada afirmó recordándolo todo de golpe.

-Sí. ¿A qué vino? ¿Qué quería? -refunfuñó dolida. Carmen acarició su mejilla con ternura.

-A hablar contigo, pero... no quisiste y de pronto te pusiste mal.

-¿Y de qué deseaba hablar con alguien como "yo"? -escupió indignada.

-Quería que aclararan lo que sucedió a mediodía, Isabella

-No voy a explicarle nada -anunció volteando el rostro, conteniendo el llanto.

-No hace falta, Isa, él ya lo sabe todo -Al escuchar eso la viró completamente ruborizada, pero no dijo nada-. Sí, Raúl nos lo contó. No te apenes, mi niña, no hiciste nada malo, un poco imprudente quizá pero nada más -le sonrió dándole palmaditas maternales en una mano.

-Aun así, no quiero hablar con él. Quiso pensar lo peor de mí, así que.... Qué piense lo que quiera -era la primera vez que la veía molesta, pero sabía muy bien que dentro de poco se le pasaría. Su nobleza era inigualable.

-Isabella, no seas orgullosa, fue un error de comunicación -la joven continuaba negando con la cabeza, así que no insistió más. Chayo, una de las personas del aseo, entró discretamente.

-Señora, le habla el joven Sebastián -Isabella miró el teléfono como si estuviera maldito.

-Gracias, Chayo -la muchacha le tendió el aparato.

-¡Hola, Sebastián! ¿Cómo estás? -preguntó Carmen observando a la joven que tenía en frente.

-Buenos días, bien, trabajando.

-Qué bueno, hijo.

-¿Cómo amaneció Bella?

-Mucho mejor, de echo está junto a mí -Isabella giró el rostro fingiendo no darle importancia.

-No quiere hablar conmigo, ¿verdad? -supuso Sebastián ansioso.

-No, me lo acaba de decir.

-Mmm, bueno, entonces en la noche paso a tu casa, ¿está bien? Solo no se lo menciones. ¿Sí?

-De acuerdo, cuídate -y colgó. Dejó el teléfono en la mesilla de noche y la observó esperando que le preguntara algo, era demasiado orgullosa y no lo hizo-. Bueno... tengo instrucciones de Paco. Si te sientes bien puedes ponerte de pie Isa, pero nada de excederse, ¿de acuerdo? -La chica asintió tiernamente.

Vidas Cruzadas © ¡ A LA VENTA!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora